Adrien Winckler (Nicolas Duvauchelle) sufre el típico bloqueo del escritor tras un primer libro de auto ficción que funcionó muy bien y que firmó con el alias de Mody (que es el tipo de diabetes que padece nuestro hombre y, además, se pronuncia igual que maudit, maldito). Su segunda novela no arranca ni a tiros: tal vez no tiene nada más que contar tras haberse vaciado en su primer libro. En tal tesitura, recibe la llamada de un anciano llamado Albert Desiderio (Niels Arestrup), quien requiere de sus servicios para redactar unas memorias. A falta de nada mejor que hacer, Adrien acepta la oferta, pero el libro que se abre ante él no tiene nada que ver con el típico vanity project al que se entregan ciertos ciudadanos provectos: la historia de Albert y su inseparable Solange (Alyzée Costes y Lola Creton, no me pregunten por qué hay dos actrices para el mismo papel, que luego me cae el sambenito de dedicarme al spoiler, aunque les advierto que las actrices que interpretan a Solange acaban siendo tres, por motivos que les ahorro por su bien) es un relato de amor y crímenes al que cuesta dar crédito y que, sin él imaginarlo, guardará con Adrien más relación de la prevista.
Así arranca en Netflix Las mariposas negras, vibrante thriller francés en seis episodios que solo puedo calificar de brillante, ingenioso y absorbente. Escrito por Bruno Merle y Olivier Abbou (quien también ejerce de director), Las mariposas negras narra una historia de amor loco, tirando a delirante, que se inició en la infancia de Albert y Solange y se prolongó durante su adolescencia y juventud hasta llegar a un abrupto final. Solange regentó una peluquería en un pueblo y Albert le echó una mano con las tijeras. Durante las vacaciones estivales, conocían a hombres que se interesaban por Solange y que solían acabar muertos (tampoco puedo revelar la identidad de quien se encargaba de quitarlos de en medio por lo del spoiler: lo cierto es que se puede explicar muy poco de esta extraña historia sin acabar destripándole su contenido al potencial espectador).
Vuelta de tuerca al género negro
La trama nos lleva del presente (las conversaciones entre el joven Adrien, o Mody, y el viejo Albert) al pasado, cuando tenían lugar las peculiares aventuras de la también muy peculiar pareja de enamorados sangrientos (no está mal haber visto previamente el clásico norteamericano The honeymoon killers). Adrien está a punto de renunciar al encargo varias veces, pues la narración de Albert o le pone los pelos de punta o se le antoja una colección de patrañas, pero siempre acaba volviendo al caserón del viejo (que oculta otro importante secreto que tampoco puedo desvelar).
No se presta Les papillons noirs a una reseña sencillita de ésas que dan ganas de ver la serie: los guionistas han retorcido la trama de tal manera que dificultan enormemente la tarea de ofrecer al lector una impresión aproximada de su contenido; no estamos ante un thriller que obedezca a una fórmula cien veces ensayada, sino ante un producto francamente original y lleno de evidencias que pueden no serlo después de que las hayamos dado por buenas. Mezcla de relato criminal y drama de familia, Las mariposas negras es una bienvenida rareza en un género, el policial, que siempre corre el riesgo de caer en lo trillado y lo previsible. En ese sentido, tiene algo que ver con la serie norteamericana The sinner, que también constituyó una interesante vuelta de tuerca al género negro gracias a unas tramas que solían basarse en lo que parece y no es. Coproducida por el canal franco alemán ARTE, Les papillons noirs es una exquisitez asaz inusual en las plataformas de streaming. No sé si será un éxito (algo me dice que no), pero a mí me ha parecido una miniserie estupenda y bastante insólita en el actual panorama audiovisual de pago. Se admiten insultos si se la tragan y no les gusta.