Joachim Lafosse (Uccle, Bélgica, 1975) regresa a las pantallas españolas con otra de sus películas sobre historias y rupturas de pareja en las que, una vez más, no carga las tintas a favor de ninguno de sus personajes. Se trata de Un amor intranquilo, la cinta que le ha llevado hasta el Festival de Cannes y que supone un paso definitivo a su consagración como autor.
Al belga se le ha acusado en ocasiones de realizar filmes demasiado asépticos, poco emocionales. Su respuesta ante eso la resume en pocas palabras: “Cuando uno se posiciona al lado de uno u otro y se reduce todo a blanco o negro, culpable o inocente, se acerca al populismo”. Claro y directo.
Bipolaridad y biografía
Les intranquilles, en su título original, tampoco toma posición. Refleja la vida de una pareja, Leïla y Damien, con un hijo, Amine. El marido, artista, sufre en dos ocasiones un brote psicótico y ya desde el primero, la relación entre todos cambia.
El cineasta, que fue ese Amine de la cinta, no quiere cargar las tintas sobre el carácter biográfico de la historia, ni tampoco sobre la bipolaridad, detalla a Crónica Directo. Sólo quiere mostrar el comportamiento y el funcionamiento de los seres humanos.
--Pregunta: ¿De dónde sale la idea para hacer Un amor intranquilo, una historia tan personal?
--Respuesta: Todo partió de una frase que me dijo mi madre cuando yo tenía la edad de Amine, el niño de la película. Me dijo: "mi vida, Joachim. Tu papá y yo nos vamos a separar. Le sigo queriendo, pero no puedo con la enfermedad, es demasiado para mí". Con el tiempo, empecé a pensar en esta frase que implicaba un montón de cosas: "¿Si le quieres, por qué te separas? Quédate con él. ¿Qué piensa de esto papá? ¿Qué opina?". Pero mi padre en realidad está enfermo. Esta sencilla frase es la que dio pie a la película.
--En ningún momento el filme se presenta como autobiográfico, pero ¿le fue muy difícil desnudar su intimidad, su historia, de esta manera?
--Es una muy buena pregunta. Seguramente, no habría sido capaz de realizar esta película sin 25 años previos de psicoanálisis. Para mí, el momento de la desnudez no es cine. No resume mi manera de acercarme al cine. En ningún momento he querido realizar la película para que el espectador juzgue a los personajes, no le pido que se posicione si está a favor del padre o la madre. No se trata de eso. No quiero ese tipo de cine. Lo que sí quiero mostrar, la cuestión que pongo en escena, es cómo han llegado hasta aquí, y cómo en ese punto con sus vidas ya entrelazadas pueden seguir viviendo en ese punto. Y cómo sigues con tu pareja sabiendo, o no, que en algún momento todo puede ir mal. Y sin embargo se trata de seguir juntos. Me parece un filme muy interesante por eso, porque tampoco creo que la gente quiera verme desnudo. Además, cuando uno ve a un auténtico exhibicionista dice, ahí te quedas, me voy.
--Lo cierto, es que incluso más allá de la historia personal, tampoco la bipolaridad del personaje se sitúa en el centro. ¿Es por eso?
--Es particular porque lo que quiero contar es la tragedia, la catástrofe que es para una pareja, para una familia que todo se explique a través de la enfermedad del otro. Es lo que sucede ahora con el Covid, parece que ahora todos los problemas que hay son por culpa del Covid y no es justo. Se reduce al Covid y no por razones multifactoriales. Y eso es lo que le pasa también a esta pareja. En los países donde se ha estrenado la película --Francia, Bélgica y Suiza-- se han sentido identificados con Damien por eso. Damien es el portador del síntoma, pero no por eso él se convierte en el responsable de todo lo que ocurre en la familia. Es por esta razón que, en su título original, el filme se llama Los intranquilos, no el o la intranquila, porque no es uno.
--Tanto en ese filme, como en la mayoría de su filmografía, usted no juzga a los personajes y, por eso, muchas veces se le ve como una rara avis. ¿Cree que se peca en exceso de posicionarse al lado de uno de sus personajes?
--Cuando uno se posiciona al lado de uno u otro y se reduce todo a blanco o negro, culpable o inocente, se acerca al populismo. Y, en la familia, cuando en una pareja aparece un único culpable, la pareja no va bien del todo. Por ejemplo, cuando una mujer engaña a su marido no es porque ella sea una cabrona, seguramente es porque no es feliz con su marido, porque él no le aporta algo que necesita o que ella alguna vez no supo escucharle y por eso él es infeliz. Tenemos que ver que los problemas son extremadamente complejos. Siempre son esas cosas las que me apetece hacer en escena.
--También hay un discurso que refleja el papel de la mujer en la pareja, en la que ella se revela porque no quiere sólo ser una madre o una enfermera.
--Yo tengo mucho cariño por todos los personajes, por ella también. La crisis que él vive le hace comprender cómo se siente en realidad y le expresa lo que piensa. En un momento le dice: "yo no quiero ser solo una enfermera, quiero ser una madre, dedicarme a la profesión que me gusta, quiero ser tu amante, tu amiga y no limitarme a cuidarte". Y él le responde: "yo sé que estoy enfermo, pero me quiero limitar a ser sólo eso, quiero seguir siendo padre, escritor, tu amigo, tu amante". Creo que si uno clasifica a otro en una sola cosa y lo reduce todo a esa función no llega a conocer el otro. Por eso, finalmente se ve que cada uno se separa porque cada uno se asigna un papel sin darse cuenta de que deben formar un todo siendo sí mismos.
--Por último, ¿cree que hay todavía mucho estigma en salud mental?
--Totalmente de acuerdo. Sin embargo, creo que vivimos en una época magnífica, ya que cada vez estigmatizamos menos a la gente. Tras la película, se acercan más que nunca a mí para decirme "tuvimos en la familia un alcohólico o un enfermo de cáncer" y se identifican con lo que pasa porque un bipolar, un alcohólico o una persona enferma de cáncer no es sólo eso, se debe tener en cuenta mucho más que eso, porque si los estigmatizas, apaga y vámonos, cierra la puerta y olvídate de ellos. Esas personas son tremendamente sensibles y pueden aportar mucho a la sociedad y al resto.