Gabriela Viadero ha escrito un libro excelente, El cine al servicio de la nación (1939-1975), publicado en Marcial Pons. Ya durante la Guerra Civil, el Ministerio del Interior configuraría el Departamento Nacional de Cinematografía, una de cuyas funciones era: “La vigilancia y la orientación del cine a fin de que este sea digno de los valores espirituales de nuestra patria”. La censura se aplicó rígidamente, con control previo de guiones. Los seis grandes temas que según Viadero se constituyen en los ejes por los que debía transcurrir el cine español eran: “España irrumpe en la historia”, “España agredida”, “España imperial”, “España católica”, “España romántico-folclórica” y “España moderna”.
El primero nos conducía a Viriato y Numancia, las raíces españolas. El segundo a la Guerra de la Independencia. El tercero a las gestas imperiales. El cuarto a la exaltación de la colaboración con la Iglesia. El quinto a la españolada cutre. El último a una indefinida modernidad que pasaba por una mayor exhibición de la mujer que empezó a iniciarse en los primeros tiempos del desarrollismo. En el marco del primer franquismo emergieron las clásicas películas que hemos ido nombrando a lo largo de esta serie. Películas sobre la época medieval (Reina santa, Doña María la brava), la Guerra de la Independencia (El tambor del Bruch, Agustina de Aragón, Los guerrilleros), el Imperio (La leona de Castilla, Alba de América, Los últimos de Filipinas), el nacionalcatolicismo (El capitán de Loyola, La señora de Fátima) o la españolada (Lola la Piconera, Canelita en rama…).
La modernización del cine
Los encuentros de Salamanca de 1955 ayudaron a abrir una espita en la inmovilidad del cine. El papel en la modernización del mismo de García Escudero es incuestionable. La modernidad en el cine español propiamente no entra hasta el segundo franquismo, pero ya antes de los sesenta se comienza a vislumbrar la modernidad en el cine español a caballo especialmente de la cuestión social. Ahí está como testimonio Surcos (1951), dirigida por José Antonio Nieves Conde, con un guion con el que colaboraron Torrente Ballester y Eugenio Montes. Interpretada por María Asquerino, Surcos refleja muy bien el problema de la emigración rural a la ciudad, en este caso el Madrid de los cincuenta, a través de la vida cotidiana en una corrala de la época. Félix Dafauce fue premiado como el mejor actor secundario y Marisa de Leza como la mejor actriz secundaria. Era el neorrealismo a escala española.
En la misma línea de crítica social se mueve la película dirigida por Juan Antonio Bardem La muerte de un ciclista (1955), que aborda el tema de un atropello en el coche conducido por una joven burguesa madrileña (Lucía Bosé) y su amante (Alberto Closas), que huyen tras dejar malherido a un pobre ciclista. Al final, tras los problemas de conciencia de él, ella acaba atropellándole también y matándose en un accidente con su propio coche para evitar el atropello a otro ciclista. Una historia desgarradora que ponía sobre la mesa la hipocresía moral de la burguesía de la época. El mismo Bardem (hijo de actores tan reconocidos como Rafael Bardem y Matilde Muñoz Sampedro) dirigió Calle Mayor (1956) interpretada por Betsy Blair y José Suárez, un buen retrato de la vida provinciana con engaño cruel a una solterona. La película se inspiraba en un sainete de Arniches y en Doña Rosita la soltera de García Lorca.
Berlanga entra en escena
Luis García Berlanga dirigiría Bienvenido, Mister Marshall (1953), película producida por Ricardo Muñoz Suay que fustiga el pueblerinismo de la sociedad española del momento obsesionada por agradar al todopoderoso americano. Pepe Isbert es el actor que hace de alcalde del pueblo Villa del Río (en realidad era Guadalix de la Sierra), Lolita Sevilla hacía de estrella de la copla y Manolo Morán ejercía de su representante. La sátira era feroz y la película obtuvo premios del festival de Cannes.
Berlanga procedía de una familia burguesa valenciana. Su abuelo había sido gobernador civil y su padre, diputado del Frente Popular en la República. Él se fue a la División Azul. Después ejerció como periodista. La primera película que codirigieron Bardem y Berlanga fue Esa pareja feliz (1951), modelo de tragicomedia costumbrista con Fernán Gómez y Elvira Quintillà.
El desarrollismo
Ya en el marco del desarrollismo Berlanga dirigiría El verdugo (1963), con Nino Manfredi, José Isbert y Emma Penella, una crítica sarcástica de la pena de muerte y Buñuel rodaría Tristana (1970), basada en la novela homónima de Pérez Galdós. Estas películas abren el tiempo de una nueva sociedad cuya modernidad impregnaría al cine del momento. En este contexto hay que referirse a películas como El extraño viaje (1964) de Fernán Gómez, que desguaza la vida de un pequeño pueblo de provincias.
En cualquier caso, no hay que olvidar que la comedia hegemónica del momento tendría perfiles marcadamente reaccionarios como La ciudad no es para mí (1966), Sor Citröen (1967), No desearás la mujer del prójimo (1968) y La gran familia (1962) que intentaban inculcar los valores de la familia más tradicional.