Pau Freixas (Barcelona, 1973) presenta una nueva serie de su propia creación que no va a dejar indiferente a nadie ni por su temática ni por su reparto ni por su tono: Todos mienten.
El responsable del guion de Heroes, Pulsera rojas y Sé quién eres vuelve a cambiar de registro para ofrecer a los espectadores de Movistar Plus una ficción llena de suspense mezclado con comedia y temas de máxima actualidad.
Reparto de lujo
No está solo en eso. A su lado están Eva Santolaria, su pareja, actriz y analista de guion, y un reparto de lujo: Irene Arcos, Ernesto Alterio, Natalia Verbeke, Leonardo Sbaraglia, Miren Ibarguren, Juan Diego Botto y Jorge Bosch, entre otros.
El catalán conversa con Crónica Directo para saber cómo ha sido trabajar con este elenco y, sobre todo, encajar las piezas de un puzle que va a dejar al espectador en vilo.
--Pregunta: ¿De dónde surge la propuesta?
--Respuesta: Después de hacer Sé quién eres, que es un thriller muy pensado y con personajes muy maquiavélicos, me apetecía hacer una historia que tuviese componentes más emocionales, con personajes más compulsivos. Cogí a estas cuatro mujeres, que son las que tienen más presencia, y que sus impulsos, imperfecciones, frustraciones y todo aquello que no las hiciera felices fueran el motor de la historia y que provocara que acabara habiendo un asesinato, que es de donde parte todo. El punto de partida era hacer un thriller, que no se racionalice en exceso, que no se enfríe, que se permita tener drama y también puntos de comedia. Y el Cluedo como punto de enganche con el espectador, que era un punto de partida que estaba muy claro.
--Precisamente uno de los atractivos de la serie es esa mezcla de profundidad, 'thriller', comedia… ¿Cómo es el trabajo de hacer confluir todo ello y darle ese tono?
--Lo mezclas un poco por instinto. El casting son actores muy distintos, que forman parte del imaginario del espectador porque son muy conocidos, y al enfrentarlos les decíamos: "Si hay momentos en los que la histeria se impone, permitámoslo". Es tan coral, que cada uno hace una pieza y llega un punto que se permite todo, como la vida misma. Así nos encontrábamos en función de la escena si provoca risa, tensión o drama. La historia arranca con un chaval de 18 años que se ha acostado con su profesora, que no deja de ser algo un poco tonto, aunque luego profundice y la serie se hace más densa. Sabía lo que buscaba y no sabía cómo medirlo. Pese a todo creo que el tono también lo encontramos gracias a la forma de rodar. Optamos por no cortar mucho y que una secuencia se pudiera rodar en un plano o dos si se podía, así le das más margen al actor y el espectador ve cómo eso ocurre, como con un cierto estilo de Woody Allen, salvando mucho las distancias y con mi máximo respeto.
--Habla de Woody Allen. ¿Hubo algún referente a la hora de rodar la serie?
--No mucho. Sí que el director de fotografía y yo nos empollamos el tono de Woody Allen porque se permite la comedia, pero más por estructura que otra cosa. Los diálogos de Woody Allen, por eso, son de tal nivel de genialidad que al empezar a rodar dije: "Ya, podemos tratar de pillar la estructura, pero si nos ponemos ese listón vamos a morir". Te inspiras en cosas, pero luego intentas encontrar tu propia alma para no estrellarte y allí está todo lo que nos gustaría ver.
--¿Cómo fue rodar con un elenco tan potente? ¿Lo tenía pensado ya desde el principio?
--No estaba pensado. Sí sabíamos que los personajes son amigos de toda la vida, pero nunca la vives en presente porque a los pocos minutos ya estalla el conflicto. Por eso era importante para mí que el espectador tuviera un vínculo con ellos de origen. Y al espectador le es más fácil generar ese vínculo e identificarse con ellos si los actores tienen décadas de experiencia en pantalla. Además, a la hora de trabajar generacionalmente estamos en el mismo punto y lo hacen todo muy fácil. Para mí ha sido un placer, todo ha sido generosidad, entrega y jugar.
--¿Teme que haya reacciones por cómo se tratan al principio ciertos tema?
--No tengo el miedo activado. Lo que hemos intentado es que haya todos los puntos de vista sobre las situaciones. De modo que si sale un personaje que te genera una reacción de rabia por lo que dice es probable que haya otro personaje que diga lo contrario. Intentamos que la serie no se posicione, sino que te empuje hacia una reflexión propia y la uses como un recipiente donde tú te coloques. Hemos intentado ser honestos con los personajes y no ser dogmáticos.
--La serie habla de salir de la zona de confort. ¿Busca eso en sus creaciones? ¿Cuál es su espíritu?
--Mi espíritu en el trabajo es saltar de género para no encasillarme. De hecho, cuando acabé Pulseras rojas me ofrecían 50.000 proyectos con niños que rechacé porque quería hacer lo contrario. Me puse a hacer Sé quién eres que era una serie muy adulta y pensada con unos bichos racionales y perversos. De allí salté a Días de Navidad, que era un cuento de Navidad en tres épocas. Es cierto que hay de fondo el tema de familia, que es del que yo quiero hablar, pero mi voluntad es salir de lo cómodo. En cambio, en lo familiar y personal soy de construir el hogar, el entorno, los amigos. La serie me permite sacar las dos cosas. El personaje de Yolanda, que interpreta Eva Santolaria, soy yo en lo personal. Y luego está el tema de las relaciones de pareja, que si llevas muchos años piensan si no están perdiendo libertad sin pensar que fuera hace mucho frío. Creo que allí está la serie, estoy yo y estamos todos.
--Comenta que temas como la familia le preocupan. Usted muchas veces señala que eso de las series de autor le da como respeto, pero cree que ya tiene un sello propio.
--Yo defiendo mi autoría. Con humildad hago lo que yo creo y lo que yo siento con mi sello. Pero también es cierto que me importa lo que piense el espectador y lo que digan. Yo quiero gustar al espectador. Yo hago lo que quiero, lo que me gusta, pero también quiero atraparte. Yo intento combinar las dos cosas, enganchar al espectador para, una vez esté dentro, meterle los temas que a mí me interesan y me gustaría que se hablasen.
--¿Y ya tiene algo nuevo en mente?
--Tengo dos proyectos que estoy desarrollando, pero ninguno vendido. Estoy en un impasse, pero hay cosas en caliente.
--¿Estará en ella Eva Santolaria que además de su pareja es su analista de guion?
--Sííííí. No lo puedo evitar y sería engañarse. Está en casa, le tengo un respeto infinito y creo que es la que mejor me lee y mejor me corrige, por lo que analiza cosas, mete mucho el dedo en la llaga y logra sacar algo que no había visto. Así que cómo no hacerlo. Por eso, haga lo que haga estará allí.
--¿Ese trabajo de Eva ha ayudado a que el peso de la serie sean mujeres?
--No, eso era anterior. Yo puedo hacer una serie a mi medida y filtrarla por su alma y la exigencia que me pone ella. Necesito que sea una historia que a mí me remueva porque desde que te pones hasta que sale estás trabajando en ella tres años. Necesito que el punto de partida sea algo que me apetece hacer.
--En este sentido, entonces, y al ver su serie, ¿cree que hacen falta más series protagonizadas por mujeres en las que ellas no sean 'femmes' fatales o vivan una historia de amor?
--Lo que me apetece más es tener la sensación de ver la imperfección del género femenino en la ficción. Me refiero a que, y pasa en las series, si una mujer de 45 años trabaja y tiene dos hijos encima debe estar tope de guapa; es el infierno. Estamos alargando una agonía. Debemos enfrentarnos a esa parte estética y liberar a la mujer de esta perspectiva de exigirle algo absurdo que no exigimos a los tíos. ¿Qué es eso de que un tío gordo como Tony Soprano sea lo más sexi del mundo? Vamos a permitírnoslo con mujeres. Debemos coger ese atractivo que va más allá de lo estético y depositarlo no solo en los tíos. ¿No podemos hacer que una mujer sea atractiva a ojos del espectador más allá de lo estético? Yo espero que dentro de nada estemos allí.