El cine sonoro nació oficialmente en 1927; en España lo hizo cinco años más tarde, recién comenzada la Segunda República. Por Hollywood pasarían los Perojo, López Rubio, Jardiel Poncela, Edgar Neville, Rosita Díaz Gimeno, Miguel Ligero y Rafael Rivelles, lo que tendría después una incidencia extraordinaria por lo que supuso de taller de formación cinematográfica. Se produjeron en estos años unas cien películas norteamericanas en castellano, con algunas dirigidas por españoles como Florián Rey, Martínez Sierra, Benito Perojo y Xavier Cugat. En los primeros tiempos republicanos, se crearon los estudios cinematográficos pioneros: Orphea en Barcelona, CEA en Madrid y Cifesa en Valencia, que se erigiría en la que más cintas produjo. Se creó en 1933 el Consejo Nacional de Cinematografía. Alcalá Zamora afirmaba tajantemente en 1931: “Yo apoyaré personalmente todo proyecto de cinematografía nacional”. La buena voluntad política se disolvió y mandó el mercado. Florián Rey defendería un cine sin intervención gubernamental. La realidad es que en los últimos años de la República el cine alcanzó altas cotas de popularidad. Después de Estados Unidos, España, durante la República, fue el país del mundo con mayor número de butacas por habitante. Solo en 1934 se importaron 474 películas de las que el 73% procedía de Estados Unidos. Se impuso un cine popular, sobre todo a caballo de la productora Filmófono, creada por Ricardo Urgoiti en Madrid.
No hay un cine republicano per se. También es cierto que no hubo un solo proyecto republicano. La República fue plural. La mayor parte de las películas tenían poco que ver con los mensajes teóricos lanzados por los políticos republicanos. Los títulos son significativos: La verbena de la Paloma de Perojo (1935), Morena Clara (estrenada en 1936) y Nobleza baturra de Florián Rey, con los valores del casticismo por bandera.
Perfil conservador
Es cierto que hubo un cine libertario destacable que ha estudiado Romà Gubern, y que se refleja en películas como la dirigida por Armand Guerra, Carne de fieras, con el primer desnudo del cine español de Marlene Grey. Esta película se comenzó a rodar en julio de 1936, pero no se pudo estrenar hasta 1992. Rosario Pi fue la primera cineasta española con la película El gato montés (1935), 20 años antes de que Ana Mariscal se pusiera detrás de una cámara.
En el cine republicano brillaron más las películas de perfil ideológico conservador (quizá porque se rodaron durante bienio conservador). Testimonios de ello fueron la adaptación de Arniches Don Quintín el amargao, de Marquina, o la película de Sáez de Heredia, primera versión de La hija de Juan Simón (1935), codirigida por Buñuel y con Angelillo de protagonista. Comedias, musicales, ningún complejo ante la españolada. Florián Rey fue el más dado a la cultura tradicional. Benito Perojo, el más cosmopolita. La actriz más tradicionalista: Imperio Argentina. La más moderna: Rosita Díaz Gimeno, amante de Negrín. Los mensajes clericales estuvieron bien patentes en el cine republicano: El agua en el suelo (1934), La hermana San Sulpicio (1934), Madre alegría de Julio Buchs (1935), El cura de aldea de Francisco Camacho (1936)…
Las estrellas de la época
El star system español lo formaban Imperio Argentina, Estrellita Castro, Rosita Díaz Gimeno, Rafael Rivelles y Miguel Ligero. Después de que Buñuel filmara Tierra sin pan sobre las Hurdes (1933), se harían algunas películas sobre la ley republicana del divorcio como Madrid se divorcia (1934) de Benavides o ¿Quién me quiere a mí? de Buñuel y Sáez de Heredia (1936). La producción catalana no tuvo demasiada fuerza en este momento. Su mejor representación es El café de la Marina de Domènec Pruna (1933), basada en una obra de Sagarra y Mercedes de José María Castellví (1933), una película musical un tanto surrealista.
Durante la Guerra Civil ni hubo tiempo ni ganas de promocionar cinematográficamente la Segunda República. El tema, desde luego, estuvo muy presente en Sierra de Teruel, basada en la obra L’espoir de Malraux, rodada y presentada en París en 1939 y que no pudo verse en España hasta 1978. Muy publicitaria del régimen republicano fue también Aurora de esperanza de Sau Olite (1937).
El franquismo
Obviamente, en el franquismo la memoria republicana fue cancelada. Cuando se evoca su tiempo es para solo arrojar basura sobre ella. Tal es el caso de películas como Gracia y justicia (1940) de Julián Torremocha, Fortunato de Delgado (1941), Rojo y negro (1942) y Raza (1942) de Sáez de Heredia, esta última protagonizada por Alfredo Mayo y Ana Mariscal y basada en un guion de Jaime de Andrade, supuesto seudónimo de Francisco Franco.
En una línea más sutil, pero con críticas directas al liberalismo republicano, destacan películas como Un enredo de familia (1943) de Iquino y Cuando llegue la noche de Mihura (1946). La mayor épica de exaltación del régimen franquista se ve en películas como Cerca del cielo (1951) de Viladomat y Pombo, Lo que nunca muere (1954) de Julio Salvador, La paz empieza nunca (1960) de León Klimovsky y Un puente sobre el tiempo (1964) de José Luis Merino.
El segundo franquismo
En el segundo franquismo emerge una cinematografía que esquiva la censura con connotaciones de clara simpatía hacia los años republicanos.
Ahí está La caza de Saura (1965), El espíritu de la colmena (1973) de Erice, La prima Angélica (1974) y Cría cuervos (1975) de Saura y Furtivos de Borau (1973). Pero esa es otra historia.