Jon Viar lo ha vivido y lo ha filmado. El autor de Traidores, un documental contra el terrorismo de ETA y el nacionalismo, salda cuentas con su pasado familiar en una cinta que reconstruye la historia reciente del País Vasco. El padre del cineasta, Iñaki Viar, fue condenado en las postrimerías del franquismo a 20 años de cárcel por su participación en un atentando contra la Bolsa de Bilbao.
Tras ser amnistiado, se enroló en el bando contrario de los partidarios de las armas junto a otros exmilitantes. Partiendo de esta circunstancia, el director sigue los pasos de una generación que estuvo dispuesta a matar por ideas, primero, y más tarde pasó a defender ideas por las que te podían matar. En este tránsito radica la traición de los protagonistas del documental. Y su valor. Crónica Global ha entrevistado a Jon Viar durante la presentación de su documental en Barcelona, invitado por la Asociación por la Tolerancia.
--Pregunta: Quería empezar por la parte personal, si es que en esta película hay algo que no sea personal. ¿Hasta qué punto has vivido esta historia con angustia, has necesitado contarla para sacarte un peso de encima?
--Respuesta: Evidentemente hay una obsesión. He crecido en un contexto donde el mal estaba muy presente y de alguna manera tuve que aprender a convivir con ello. Con saber desde niño que había personas que mataban y otras que justificaban los crímenes. Además, era un niño muy obsesionado con la idea de la muerte, era un tema recurrente para mí. Desde niño ya traté de entender el discurso nacionalista, que siempre me provocó estupor e incomprensión. Tenía que darle una respuesta.
--Pero en la cinta solo aparecen tus reflexiones cuando se oye la voz en off. No explicas demasiado cómo viviste tu juventud...
--Yo soy el narrador, el protagonista es mi padre. La película es un collage, un mosaico donde yo soy el narrador y mi padre y sus amigos completan el relato para dar una visión de la intrahistoria de ETA. En la intrahistoria está la verdad muchas veces.
--¿Qué le ha parecido la película a tu padre?
--Muy dura, pero luego le ha gustado porque cree que ha sido algo impactante. Desde luego jamás hubiésemos imaginado su repercusión mediática.
--La historia arranca con el periodo de la supuesta ETA buena...
--Nunca hubo una ETA buena.
--Nunca, pero explica ese periodo histórico anterior a la democracia en que nació la banda. ¿Cómo se vivía en el País Vasco por aquel entonces?
--Se vivía con una tranquilidad y placidez asombrosa. Los conflictos eran de tipo social y sindical. La oposición al franquismo era CCOO y el Partido Comunista, es decir, la izquierda. Gran parte del carlismo afín a Franco tiene un descontento con el franquismo a partir del año 1959 y se produce que gran parte de la base social se pase en poco tiempo al nacionalismo vasco radical.
--¿Por qué en Cataluña no sucedió lo mismo?
--No me atrevo a hablar de la cuestión catalana porque no lo conozco con detalle. No sé si el nacionalismo catalán es tan racista como el vasco, seguramente sí. Seguramente hoy en día sería más difícil una campaña de terrorismo continuada en el tiempo como la que hizo ETA. Pero ya hemos visto lo de los CDR que podría haber acabado mal. La tesis de la película, lo que dice mi padre al final, es que el terrorismo ha sido rentable para la ideología nacionalista radical. No ha conseguido todos sus objetivos, pero ha establecido unas bases para que discrepar del nacionalismo sea prácticamente imposible.
--Y el cráter moral que ha abierto en la sociedad vasca.
--Es curioso porque tengo la impresión de que en el País Vasco hay poca gente que defienda abiertamente el terrorismo, otros más o menos, con matices... Sobre todo hay una mayoría social a la que no le importa.
--Volviendo al curso de la película, los protagonistas cuentan que se da un cambio importante cuando ETA empieza a matar.
--La idea de matar se podría haber teorizado, y todos sabían que podía pasar por la dinámica que mantenían, pero cuando Txabi Etxebarrieta mata a Pardines, sí que es verdad que ya se estaba preparando el asesinato de Melitón Manzanas. El problema es que cuando justificas un asesinato una vez, ¿dónde pones el límite? Empiezo matando a Melitón Manzanas porque era un psicópata, y luego matas a un taxista, luego en la cafetería Rolando a 14 personas, así hasta Miguel Ángel Blanco. La ideología de ETA es repugnante, pero la película explica cómo pudo pasar sin juzgar ni defender.
--¿Cómo te explicas que tardase tanto en crearse un frente intelectual contra el terrorismo?
--En los años ochenta, incluso primeros noventa, la inmensa mayoría de víctimas de ETA eran guardias civiles, policías o militares. También hicieron una campaña contra la droga en que mataron a muchos toxicómanos. Para mucha gente, sobre todo del ámbito de la izquierda, manifestarse a favor de las fuerzas de Seguridad del Estado costaba más. La Guardia Civil había torturado a mi padre en una dictadura. Posicionarte en contra era difícil. Con el asesinato de Gregorio Ordóñez se da un salto cualitativo. Que era un hombre bueno, valiente...
--Y un hombre que iba a ganar las elecciones municipales en San Sebastián.
--Eso parece. Tenía un carisma increíble. También era muy incómodo para Enrique Rodríguez Galindo porque quería llegar hasta el final con el GAL. Tras el asesinato de Ordóñez empiezan las manifestaciones de ¡Basta Ya! o Foro de Ermua. Había existido Gesto por la Paz en los ochenta, pero tenía una postura contra la violencia sin querer criticar el nacionalismo, el origen y la motivación de los crímenes. Pero lo que supuso un cambio en la subjetividad fue decir por primera vez que no había que negociar con los asesinos. Y que había que combatirlos policial y judicialmente.
--Y así se ganó la batalla a ETA, pero se ha perdido la batalla del relato. Ahora mismo, ¿cuál es el estado de ánimo del constitucionalismo en Euskadi?
--La izquierda está sometida al separatismo. Hasta que la izquierda no lidere la denuncia de la xenofobia y racismo del separatismo y no articule un discurso claro estamos perdidos. La derecha es foralista, la derecha vasca no nacionalista es foralista y tiene un espacio limitado porque el PNV ya abarca gran parte de la derecha clásica no muy ideologizada. Pero las elecciones autonómicas no tienen mucho interés, hay gente que piensa que está todo perdido. Si el Estado no quiere estar presente en País Vasco ni Cataluña, ¿qué hacemos?
--¿Qué piensas del arrepentimiento?
-- El arrepentimiento es un acto estéril. Lo único que tiene valor es la rectificación moral subjetiva, es decir, contribuir a denunciar aquéllo en lo que estuviste involucrado y dedicar gran parte de tu vida a rectificar aquello. Claro que un terrorista se puede reinsertar, no es como un violador o pederasta que ya lo veo casi imposible. Pero exige que hay que colaborar. Hablamos todo el día del acercamiento de los presos de ETA, ¿y el acercamiento de los miles de vascos que se han tenido que marchar?
--¿Pero qué te parecen los acercamientos que se dan entre víctimas y victimarios?
--Respeto absoluto.
--Por cierto, ¿te costó encontrar ayudas para el documental?
--Gracias a una ayuda de la Diputación de Guipúzcoa conseguimos acabar la película. Pero esta película la rechazó el Ministerio de Cultura y Televisión Española gobernando el Partido Popular en 2016. No por estar en contra, sino para no meterse en problemas. La rechazó también la ETB, el gobierno vasco y el Instituto Gogora.