La apuesta de Netflix por las producciones locales de los mercados en los que tiene presencia ha supuesto un impulso para la repercusión internacional de películas desarrolladas en países como España, según destaca un estudio académico llevado a cabo por investigadores de la UOC publicado recientemente en la revista Communication & Society. La investigación concluye que las cintas de habla no inglesa, aunque se mantienen como minoritarias en el catálogo de la plataforma, son cada vez más significativas, algo que ha supuesto un impulso especialmente para producciones en idiomas estratégicos para la multinacional en su esfuerzo para llegar cada vez a más países.
Es el caso del castellano. De los 20 títulos que en 2020 han aparecido en el top diez de más países, seis son españoles: La casa de papel (en 93 países), El hoyo (89 países), Élite (86), La casa de papel: el fenómeno (76), El practicante (70) y Toy boy (41). El servicio de streaming apostó desde el principio por el contenido español, una estrategia que mantuvo hasta alcanzar el éxito de estrenos recientes como la serie El inocente, rodada en Barcelona.
Un ahorro “enorme” en difusión
“En el caso del cine, es muy difícil para una producción mediana hecha aquí ser internacional”, explica el coautor del estudio Antoni Roig, profesor e investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y Comunicación de la UOC. “Incluso con cierta envergadura, su mercado es Europa”, añade. Una tendencia que Netflix ha logrado transformar, con un beneficio evidente para la industria del cine en España: “Te ahorras un presupuesto enorme de difusión con este tipo de producciones que tienen cierta vocación de internacionalización”.
“España estuvo presente en uno de los momentos de más expansión de Netflix y, de repente, vemos como una plataforma apuesta fuerte por el contenido original en castellano”, señala Roig. “Es lo que le diferencia de otras grandes plataformas que trabajan por el catálogo. Producir en castellano para reforzar su posición en el mercado global, especialmente el latinoamericano”, analiza.
Un impulso para las productoras
Joaquín Padró, productor ejecutivo de Rodar y Rodar, destaca “el esfuerzo en España” llevado a cabo con Netflix, plataforma que ha emitido varios títulos de esta productora barcelonesa como Elisa y Marcela, además del original La bestia, y que participa en la comedia Espejo, Espejo, que se está terminando de preparar. “Les compensa, el producto español les está funcionando muy bien en todo el mundo”, apunta.
“En nuestro caso concreto nos ha ayudado muchísimo, ha significado un apoyo”, asevera Padró. “Han cubierto un hueco que no había a nivel de financiación, la falta y proceso lento que depende de las subvenciones públicas”, concluye. “Es un empujón muy grande”.
La industria "se ha democratizado"
El productor ejecutivo Cristian Conti subraya la oportunidad que representa el incremento de inversión del servicio de streaming en estas producciones: "Tiene 200 millones de suscriptores, evidentemente se ve en más sitios". Conti pertenece a Dynamo, la casa al frente de series de Netflix como Narcos y El Chapo, y participó en 7 años --primera película de habla no hispana que aterrizó en la catálogo--. También creó Distrito Salvaje, primera serie que la plataforma hizo en Colombia.
La irrupción de este servicio de streaming "ha cambiado mucho la manera de hacer las cosas". Según recuerda el productor, "antes este era un mercado donde tenías tres números de teléfono a los que llamar para sacar una película adelante, era muy diferente". Sin embargo, ahora "se ha democratizado todo mucho más", además del hecho que al asumir Netflix la financiación y el marketing de las producciones, los productores pueden centrarse en su desarrollo creativo.
Lo público queda atrás
Albert Solé, director de documentales que llevó a Netflix Examen de conciencia, sobre los abusos sexuales en la Iglesia, atribuye la apuesta de la plataforma por las producciones españolas al hecho de que “América Latina y parte de Estados Unidos son mercados prioritarios”. Pero matiza: “Lo que no debería pasar y está pasando es que Netflix está sustituyendo a los poderes públicos”.
Aunque el cineasta celebra que la plataforma haya roto el monopolio de las subvenciones y las cadenas públicas, recuerda que es una multinacional privada y, como tal, prima una “lógica mercantilista”. Ello significa que, a pesar de su compromiso con el cine independiente y de autor, muchos proyectos quedan fuera del interés de la compañía. Con todo, aplaude la “revolución” que ha traído Netflix a la industria: “Ojalá tuviésemos a muchos más como estos, obligaría a las cadenas a ponerse las pilas”.
Una “revolución” imparable
Ciertamente, cada vez más actores ven con interés la estrategia del servicio de demanda fundado hace poco más de dos décadas en California y la incorporan en sus negocios: Disney Plus y HBO Max son ejemplos de ello. En el caso de Netflix, hace dos años abrió su primer centro de producción europeo en Tres Cantos, Madrid, que se ampliará próximamente.
Desde entonces, se han expandido sus producciones en varias regiones de España, entre las que se cuenta Cataluña, y los títulos españoles no paran de crecer en el catálogo internacional. Hace dos meses, se estrenó Bajocero, que vieron 46 millones de personas en solo 28 días. Un fenómeno que se vislumbra imparable en la transformación no solo de la distribución del cine --queda pendiente la batalla, o la convivencia, entre el estreno en salas y el vídeo bajo demanda-- sino que se extiende también a cómo se produce el cine que consumen millones de espectadores.