Valencia, año 2019: una joven y prometedora arquitecta acaba de firmar la venta millonaria de un edificio en China cuando recibe una llamada de la Guardia Civil para comunicarle que su marido, un inversor de éxito, se ha suicidado. Esa misma noche, por si fuera poco, descubre también que su marido perfecto mantenía una relación paralela con otra mujer desde hacía ocho años, y con quién además tenía una hija. ¿Su reacción? Hacerse amiga de la amante y convencerse a ella misma que su marido no era un cabrón, sino un hombre que amaba a dos mujeres, y de que su matrimonio no fue una farsa.

Para algunos, el guion de esta nueva serie española, El embarcadero (dirigida por los creadores de La Casa de Papel), podría interpretarse como un insulto a la inteligencia femenina. Para otros, “una historia de amor y de amistad, de pasiones y mentiras, de intrigas y misterios, de dobles vidas, del deseo más allá de los convencionalismos y del dejarse llevar por las emociones y el ansia de libertad”, como puede leerse en la web oficial de la serie.

Verónica Sánchez e Irene Arcos, en una imagen de 'El embarcadero' / Movistar

Gustos hay para todo. Y si es feminista o no, también sería discutible. Pero lo que es indudable es que el El embarcadero (Movistar+) es un ejemplo más de cómo los guionistas de series televisivas han puesto a las mujeres en el punto de mira. Desde la exitosa El cuento de la criada (HBO), a otras más alternativas, como Fleabag (BBC) o La Maravillosa Srta Maisel (Amazon), cada vez encontramos más protagonistas femeninas en la pequeña pantalla. ¿A qué se debe? 

Según el escritor, guionista de cine y televisión y profesor de narrativa barcelonés Enric Pardo, el movimiento #MeToo --la revolución feminista de finales de 2017-- fue decisivo para que empezasen a incorporarse mujeres en los equipos de guionistas televisivos, un sector hasta el momento dominado por hombres. “Teniendo en cuenta que nuestro trabajo es explicar la realidad, es normal que en los últimos años el punto de vista femenino-feminista se haya ido incorporando de forma natural, orgánica, a las series”, comenta Pardo.

Las razones de la Señora Maisel

Aunque diferenciar entre narrativa masculina y femenina sigue siendo un tema espinoso --hay hombres con sensibilidad para escuchar y comprender a las mujeres y viceversa, aclara el guionista barcelonés--, Pardo está convencido de que la influencia masculina en los guiones ha conseguido impregnar la literatura audiovisual de estereotipos tradicionales sobre el papel de la mujer. “De ahí la reducción a virgen o puta, o a madre o compañera de trabajo. Sin embargo, “hay un montón de roles, situaciones y personajes que no entran dentro de esta categoría pero que existen en el mundo real, y que no han sido suficientemente reflejados”.

Y eso es lo que han empezado a hacer series como Fleabag, un reflejo de la vida de una treintañera en el Londres actual que no suspira por tener un buen trabajo ni por tener novio, o La maravillosa Señorita Maisel, protagonizada por una mujer de la misma edad, pero en el Nueva York de los 50 y 60. Criada en un entorno judío conservador, la Srta. Maisel no solo se atreve a divorciarse de su marido cuando éste la engaña con la secretaria,  sino que renuncia a su rol de esposa, madre y ama de casa tradicional –aunque sin renunciar a ser coqueta y presumida– para emprender una carrera como monologuista.

Valentía

“La Srta. Maisel descubre que tiene un talento --hacer reír-- y decide tirar para adelante, aunque le cueste el matrimonio y la incomprensión de su familia.  Aparentemente, parece una serie fácil, pero hay mucho mensaje detrás”, opina Anna Aurich, directora de una agencia de comunicación en Barcelona y gran aficionada a las series.

Entre las series que más le han llamado la atención últimamente por su contenido feminista, Aurich destaca Fleabag, y pone énfasis en una escena en la que la actriz Kristin Scott Thomas, en su papel de empresaria influyente, le suelta a la protagonista que la menopausia es lo más maravilloso que le puede pasar a una mujer. “Es una conversación para enmarcar”, bromea la comunicadora barcelonesa.

Feminidad o derechos humanos

Aurich también destaca Sex Education (Netflix),  por cómo los adolescentes hablan de sexo libres de tabús y prejuicios de género, y --por encima de todas--  The Morning Show (Apple Tv), en la que Jennifer Aniston interpreta el papel de presentadora de un programa de televisión donde acaba de destaparse un caso de abusos sexuales por parte del  presentador estrella (interpretado por Steve Carell). “Aniston se marca un par de discursos muy buenos, en los que acabas diciendo sí, señora”, asegura Aurich, evitando hacer spoilers. Solo lamenta que las series americanas tiendan a ser demasiado moralistas. “Tienen que decirle siempre al espectador lo que está bien y mal, no dejan que piense”.

Phoebe Waller-Bridge, la protagonista de 'Fleabag' / Efe

Aurich tampoco se ha perdido el Cuento de la criada (HBO), aunque le pareció que “no iba de feminismo, sino de derechos humanos”. Inspirada en una novela de Margaret Atwood, la serie imagina un futuro distópico en el que las mujeres fértiles son forzadas a tener hijos con los poderosos en un Estados Unidos dominado por un gobierno totalitario y fundamentalista religioso. 

La maternidad

“Toca temas muy vinculados con la actualidad, como la maternidad subrogada o la caída en picado de la fertilidad”, dice Aurich.  “A las mujeres nos dicen que hemos de ser profesionales e independientes, pero luego nos llega a la edad de ser madres y somos infértiles, y la sociedad aún no está preparada para esto”, añade la barcelonesa, que no pudo terminar la serie porque le pareció demasiado violenta.

Pardo reconoce que partir de la segunda temporada El cuento de la criada contiene un exceso de escenas de violencia sexual, algunas rozando la pornografía. Sin embargo, cree que, lamentablemente, la violencia sexual contra las mujeres es una realidad de nuestra sociedad, “y no hay que olvidar que el trabajo de los guionistas es reflejar la realidad”.  

Tierna, divertida y dura

¿Se podría reducir la violencia sexual en las series, como piden algunos colectivos feministas?  Según Pardo, “no hay que sublimar la violencia sexual, pero tampoco censurarla. Que haya una violación en una película no es una legitimación de la violencia sexual por parte de los autores”, dice.

Para Débora Altit, periodista, coach y profesora de yoga especialista en temas de feminidad, el problema está en que “la violencia está instaurada en el sistema. En el sexo, por ejemplo, aún domina la idea de que la sumisión es sexy. Se ve el porno y la mujer como objeto como algo sexy”, opina la coach madrileña, que no es aficionada a las series.

Todo hombres

Sin embargo, El Cuento de la Criada le despertó curiosidad y se enganchó: “Me gustó simplemente porque visibilizaba a la mujer”, dice. “Estoy cansada de tantas series y pelis de guerras, submarinos y mafiosos en las que no hay mujeres. No me puedo identificar con ninguna. Son series con mucha agresividad y tensión de fondo, donde la mujer, si aparece, es una comparsa absoluta. ¡Y las mujeres somos más de la mitad de la población!”.

Series protagonizadas por mujeres hay cada vez más. Pero si de realzar la mirada femenina se trata, Enric Pardo le recomendaría dos series: Better things, una divertida comedia sobre las vicisitudes de una madre por sacar adelante a sus tres hijas, y Glow. “Mujeres haciendo pressing catch en Los Angeles en los años 80: un tema que de entrada no parece nada interesante, pero luego resulta divertida, tierna, y a la vez dura”, asegura.