Un día de febrero del año 2003, un repartidor de pizzas a domicilio entró en un banco de la pequeña localidad de Erie, Pensilvania, con una bomba enganchada al cuello y un bastón pistola de aspecto decimonónico. Exigía 250.000 dólares para no hacerse explotar de inmediato. Antes de pronunciar su amenaza, como recoge el video del banco, cogió una piruleta de una cesta y se la metió en la boca, procediendo a chuparla con muchas ganas. Un empleado consiguió llamar a la policía, que detuvo ipso facto al pizzero y lo sacó a la calle, sentándolo en un rincón lo suficientemente alejado de sus vehículos, a la espera de los artificieros que le habrían de quitar la bomba. El pizzero cada vez estaba más nervioso y los artificieros no llegaban. Y así hasta que al chapucero atracador le explotó el mecanismo adosado al cuello, que lo mató en el acto y no se pudo recuperar hasta al cabo de unos días, cuando se procedió a la decapitación del cadáver.
Así empieza Un golpe maestro -el título original es mejor: Evil genius (Genio del mal)-, un documental de Netflix en cuatro partes producido por los hermanos Duplass, responsables de la aclamada miniserie Wild wild country, sobre las andanzas en Oregón del gurú Osho y su pandilla de iluminados, que acabaron como el rosario de la aurora. El caso del pizza bomber tuvo muy entretenida a la policía de Erie, al FBI y a la ATF durante varios años, pues era tan rocambolesco y demente que no había quien lo aclarara. El documental se centra en el cerebro de la trama, Marjorie Diehl-Armstrong, una mujer extremadamente inteligente y extremadamente perturbada que consiguió enredar a unos cuantos desgraciados como el repartidor de pizzas para llevar a cabo un atraco con cuyo botín pretendía pagar unas deudas y contratar a un asesino profesional para que se cargara a su padre.
La historia es de verla para creerla, y tanto la protagonista como los secundarios -entre los que brilla con luz propia un exnovio llamado Bill que se prestó a guardar en su congelador el cadáver del último novio de Marjorie, quien ya había tenido problemas con la justicia por las extrañas muertes de dos compañeros anteriores, aunque se había salido de rositas- son de abrigo. Asistimos aquí a un cóctel peligrosísimo de genio criminal, estupidez pueblerina, maldad y locura como no habíamos visto hasta ahora ni en la ficción ni en la realidad. Y no podemos apartar la vista de la bipolar Marjorie, una loca de nivel cinco y una lianta extraordinaria. Estamos ante una historia pequeña, pero muy jugosa, sobre lo que puede pasar a un nivel casi doméstico cuando se mezclan la maldad y la insania mental. Aunque las contribuciones de cómplices, polis y agentes del FBI y la ATF ayudan a componer el puzle, no hay como los monólogos desquiciados de Marjorie para acceder al busilis de todo el asunto. Escrito y dirigido por Barbara Schroeder, Evil genius es un producto absolutamente recomendable para los amantes de ese true crime, ingenioso y garrulo a la vez, tan típico de la América profunda: hicieron falta casi quince años para desentrañar el enigma del pizzero explosivo.
Nota: La ATF (Alcohol, Tobacco and Firearms) es la agencia gubernamental estadounidense que combate el contrabando de alcohol, tabaco y armas de fuego.