Tengo la impresión de que últimamente estoy un poco meapilas. La semana pasada les hablaba de Lambs of God (Corderos de Dios), miniserie de HBO sobre tres monjas chifladas, y ahora les salgo con The family (La familia), documental en cinco episodios de Netflix sobre una asociación cristiana de extrema derecha que, si hemos de hacer caso a lo que se nos cuenta, lleva años influyendo -positiva o negativamente, según se mire- en la sociedad y la política norteamericanas. Ideal para adictos a las conspiraciones, The family plantea más preguntas de las que responde, pero ofrece un grado de verosimilitud bastante elevado y asaz preocupante.
Compuesta por políticos locales, líderes mundiales lamentables y fundamentalistas cristianos de derechas en general, La familia opera en la sombra y, como el Opus Dei, hace como si no existiera. Afortunadamente para nosotros, el periodista Jeff Sharlett -protagonista de la serie en su condición de narrador- se infiltró de joven en tan peculiar familia cuando un amigo muy prometedor lo dejó todo para apuntarse a la secta. Tras visitarle en su cuartel general de Washington, Sharlett se quedó ahí varios meses, hasta obsesionarse con La familia, a la que acabó dedicando dos libros de los que se nutre la miniserie de Netflix: The family: The secret fundamentalism at the heart of american power (La familia: el fundamentalismo secreto en el corazón del poder americano), publicado en 2008, y C Street: the fundamentalist threat to american democracy (La calle C: la amenaza fundamentalista de la democracia americana), aparecido en 2010.
En España no sabíamos nada de La Familia, pero sí estábamos al corriente de la celebración anual en Washington del National Prayer Breakfast (Desayuno Nacional de Oración), por el que hemos visto pasar recientemente a presidentes de derechas como Bush Jr. o Donald Trump y liberales como Clinton u Obama: de eso no hay quien se libre, al parecer. Y resulta que se trata de un invento de The family, que consiguió convencer en su momento al presidente Eisenhower de la necesidad de tal evento, sin que ninguno de los mandatarios que vinieron después haya movido un dedo para cuestionarlo.
La serie ofrece un completo retrato del mandamás de la secta desde los tiempos de Nixon (otro amigo de la extraña familia), Doug Coe, un fanático religioso de extrema derecha que se ha hecho fotos con todos los presidentes de los Estados Unidos que vinieron después de Tricky Dicky, y cuya influencia en la política nacional e internacional es, según el documental, francamente notable: en su país, apoya a lo más reaccionario que encuentra; en el exterior, a todo tipo de dictadores abyectos. Bajo la tapadera religiosa, como reconoce el propio Coe, se trata de controlar el poder: ningún muerto de hambre preocupado por la trascendencia es admitido en la familia.
Inquietante investigación sobre una amenaza (más o menos) en la sombra, The family resulta muy convincente, aunque la organización, claro está, la haya tildado de conspiranoica.