Las dos primeras temporadas de la serie británica The missing (Los desaparecidos) contaban con uno de esos personajes secundarios que, en cuanto te descuidas, se hacen los amos de la función. Se trataba del comisario Julien Baptiste, polizonte francés interpretado por Tchéky Karyo, quien ahora protagoniza la tercera temporada de la serie --o un spin off, según cómo se mire--, titulada simplemente Baptiste.
Tchéky Karyo (Estambul, 1953, madre griega y padre judío sefardí) lleva desde principios de los años 80 siendo una presencia constante en el cine francés, generalmente en papeles secundarios y especializado en interpretar a gente de moral dudosa, cuando no auténticos criminales. Esos papeles los ha tirado adelante también en películas norteamericanas, donde suele hacer de ruso ladino, narcotraficante ucraniano o canalla de algún país del Este sin precisar. El físico le acompaña en esos roles, pues el señor Karyo es de los que te los cruzas por la noche en un callejón oscuro y aprietas el paso. En ese sentido, resulta muy de agradecer que ahora se esté haciendo famoso en la piel de un poli que es la bondad personificada.
Especializado en la localización de personas desaparecidas, Baptiste tiene una nariz de perdiguero y una voluntad de predicador mormón. Si un ser querido desaparece, póngase en manos del bueno de Julien: puede que lo que termine descubriendo no le acabe de gustar, pero eso ya no es culpa del investigador francés. En su nueva aventura, encontramos a Baptiste de visita en Amsterdam, donde ha ido a ver a su hija, el marido de ésta y el hijo de ambos, su nieto. Allí se reencuentra con una antigua novia holandesa que ahora ocupa un alto cargo en la policía local. Y se topa con un inglés que dice haber perdido a su sobrina favorita, empleada a la sazón en el Barrio Rojo de la ciudad. Entre el inglés --que no acaba de parecer quien aparenta ser-- y la exnovia --que le revelará un secreto personal que le involucra--, ya tenemos a Baptiste poniendo patas arriba Amsterdam mientras su familia se ve envuelta en problemas porque detrás de la desaparición de la chica puede encontrarse una pandilla muy desagradable de mafiosos rumanos.
Escrita por Harry Williams y Jack Williams, Baptiste va dirigida en concreto al público británico, que se enamoró del poli francés con The missing. El secundario de antaño es --gracias al estupendo Tchéky Karyo-- un protagonista formidable al que acompañas gustosamente por una Amsterdam convertida en capital del pecado. Su nueva aventura no es lo que su mujer inglesa considera un viaje de jubilados --origen inicial del desplazamiento--, y su hija no lleva muy bien lo de poner en peligro a su familia por los líos de papá, pero el quijotesco Julien Baptiste nunca ha dejado tirado a nadie que buscara a un ser querido y no va a empezar a hacerlo ahora, a su edad. Mejor para nosotros, que podemos disfrutar nuevamente de sus andanzas --esta vez en solitario-- y de sus modestos intentos de dejar este mundo un poco mejor de cómo lo encontró.
Baptiste es un thriller estupendo y yo ya me pongo a esperar la siguiente entrega de mi poli (jubilado) favorito.