La quinta temporada de Luther se estrenó en el Reino Unido a principios de enero, pero Netflix aún no ha tenido el detalle de colgarla para los que no podemos ver la BBC en nuestras pantallas. La espero con ansia porque en ella se produce --o eso he leído-- el regreso de un personaje que no debería haberse ausentado jamás, la asesina psicópata Alice Morgan, némesis y objeto de deseo del atormentado inspector jefe John Luther, cuya presencia era fundamental en las dos primeras temporadas de la serie y cuya ausencia afectaba gravemente la tercera y la cuarta. La interpretaba Ruth Wilson, que se fue a Estados Unidos a rodar The Affair, dejando con un palmo de narices al creador de la serie, Neil Cross: nunca un personaje secundario había sido tan imprescindible en una ficción.
Sin Alice, el pobre Luther --brillantemente interpretado por Idris Elba, al que descubrimos en The Wire dando vida al narcotraficante Stringer Bell, y que ahora suena como posible James Bond, en reñida competencia con el protagonista de Bodyguard, Richard Madden-- se queda sin enemigo y sin (extraño) socio en sus pesquisas: es como si Holmes perdiera al mismo tiempo a su fiel Watson y a su odiado profesor Moriarty. En las dos primeras temporadas de la serie, la tan peculiar como perversa relación entre un policía un tanto expeditivo y una loca de nivel cinco que se ha cargado a sus padres para demostrar que puede salirse de rositas funciona a la perfección y mantiene la tensión de la trama. Sin esa relación, la tercera y la cuarta temporadas no pasan de la típica corrección británica de los thrillers de la BBC; la tercera es de aliño y la cuarta --de solo dos episodios-- recurre a una Alice supuestamente asesinada por un jefazo de la mafia londinense --y que, aparentemente, planeaba huir a Brasil con el inspector jefe Luther, giro que no se veía venir por ninguna parte y que acababa con la fascinante ambigüedad de la relación-- para que el espectador vea que el guionista también la echa de menos.
Se supone que Alice Morgan volverá en la quinta temporada y más vale que sea así por el interés de la serie. Tras dos temporadas excelentes, las dos siguientes han resultado, en su corrección, un pelín decepcionantes. La idea de fundir en un solo personaje lo criminal con lo sentimental es la mejor que tuvo el señor Cross a la hora de alumbrar la serie, que solo puede levantar cabeza con el regreso inexcusable de la adorable, peligrosa, chiflada y perversa Alice Morgan, con esa cara de gatito malévolo que le presta la tan guapa como inquietante Ruth Wilson.