En el mundo hay 8,4 millones de personas enganchadas a las series de televisión, individuos que devoran una temporada el día de su estreno, una cifra que se ha multiplicado por veinte entre 2013 y 2016. En el lanzamiento de la segunda entrega de Stranger Things en Netflix, fueron 361.000 las personas que la vieron. ¿Por qué tenemos un consumo audiovisual casi obsesivo?
Existen múltiples razones. “La primera es que, a diferencia de la emisión semanal tradicional propia de la televisión, la mayoría de las plataformas apuesta por subir todos los capítulos de una temporada de golpe”, afirma Elena Neira, profesora de Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). De hecho, la plataforma de televisión online deja a gusto del usuario el ritmo de consumo.
Adicción a las series
“Ante una maratón de series, el cerebro genera dopamina, una señal química relacionada con el placer”, afirma el neurocientífico y profesor de la UOC Diego Redolar. Los datos de Netflix lo corroboran: el 73% de los participantes afirmó haber tenido sentimientos positivos asociados con un atracón de una temporada entera. El experto añade que la “disponibilidad inmediata” hace que el refuerzo del sistema nervioso se active, cosa que genera que “pueda engancharse con mayor facilidad”.
Tras esta adicción también hay una buena estrategia de marketing: los grandes lanzamientos siempre coinciden en viernes. El objetivo está claro: la necesidad de hacer que se consuma lo antes posible, “preferiblemente en fin de semana”, añade Neira. El encadenado de pantalla también tiene un efecto adictivo, puesto que “la estructura narrativa también se moldea, se eliminan los recaps y se desarrollan las tramas de forma más horizontal”.
Síndrome de abstinencia por series
Cuando miramos un programa de televisión, se activan las mismas áreas en el cerebro que cuando vivimos una experiencia real. Según el neurocientífico, algunos informes han sugerido que después de un atracón de series, las personas pueden sentirse físicamente exhaustas y con un estado de ánimo emocionalmente bajo. De hecho, algunos usuarios se sienten vacíos como consecuencia de esa situación. “Se podría asimilar en cierta medida a las consecuencias conductuales del consumo de algunas sustancias de abuso”, afirma el experto.
Las series se han convertido en una forma social de consumo cultural. “La satisfacción inmediata de las maratones de contenidos, el potente efecto llamada a nuevos públicos y la resonancia de los contenidos las ha convertido en un fenómeno social”, concluye Neira.