Las distancias, segunda película de la directora catalana Elena Trapé, llega hoy a los cines, aunque no será la primera vez que la cinta se proyecte en pantalla grande. Este filme sobre la pertenencia y las relaciones humanas brilla desde sus primeras presentaciones ante el gran público en el Festival de Cine de Málaga. El largometraje obtuvo tres premios en la última edición del certamen: la Biznaga de Oro a la mejor película española, Biznaga de Plata a la mejor dirección y Biznaga de Plata a la mejor actriz para Alexandra Jiménez. Unos galardones que premian la atractiva historia marcada por la inseguridad en las decisiones y por el paso del tiempo.
La directora explica que la idea germinó junto a uno de los guionistas a través de sus “ganas de hablar de la decepción”. Y pensaron que “el entorno perfecto” en el que mostrarlo era la reunión fortuita de un grupo de antiguos amigos. Y así comienza el relato de Olivia (Alexandra Jiménez), Eloy (Bruno Sevilla), Guille (Isak Férriz) y Anna (María Ribera), que viajan a Berlín para visitar por sorpresa a su amigo Comas (Miki Esparbé), en su cumpleaños.
Relaciones adultas
“Yo me identifico con la historia y con el impacto del paso del tiempo en mis relaciones con los demás”, asegura Trapé. Está convencida de que estas situaciones “sacan lo mejor y lo peor de uno mismo” y obliga a quien lo vive a “enfrentarse a quien eres realmente”. Esta visión tan personal sobre las relaciones sociales es la que encandiló --ya desde su primer largometraje, Blog-- a la cineasta Isabel Coixet, colaboradora de Crónica Global y productora de Las distancias.
Los protagonistas a de la película ‘Las distancias’, de Elena Trapé
Coixet apunta que la nueva película de Elena Trapé es el ejemplo de que la directora “ha madurado” tanto personal como profesionalmente. Esta evolución queda patente en la actuación de los personajes, que muestran una visión “más gris” de la realidad y de lo que significa la vida adulta. Para Coixet, este largometraje es “un canto” a la idea de que “las personas adultas también están llenas de inseguridades”.
‘Tempus fugit’
El paso del tiempo acapara el hilo argumental desde el primer momento. La posición que toman los diferentes personajes es lo que juega con el espectador, que puede posicionarse con quienes son conscientes de que las cosas han cambiado o con quienes se agarran a que todo sigue igual. Sea como sea, la película refleja la melancólica idea de que las relaciones sociales no siempre son eternas, como bien apunta Coixet. “Las amistades, como el amor, mueren muchas veces aunque no queramos”, declara.
Sin embargo el sutil ejercicio de dirección de Trapé es reflejo de su opinión sobre la necesidad de dicha melancolía. “No veo la melancolía como algo negativo en absoluto”, apuntala y define este sentimiento como una “mezcla preciosa” entre la “alegría” de los buenos recuerdos y la “tristeza” del tiempo pasado.
La conciliación en el cine
Alexandra Jiménez y Miki Esparbé en una secuencia de la película ‘Las distancias’, de Elena Trapé
El que haya pasado tanto tiempo entre su primer largometraje (Blog, 2010) y este segundo refleja la “dificultad añadida” de las directoras de cine respecto a la conciliación entre la vida familiar y la vida laboral. Algo en lo que Trapé no se considera una excepción "ni mucho menos”. A pesar del avance social en este sentido, sigue existiendo una “responsabilidad” que recae sobre la mujer y que “en los hombres no ocurre”, tal como apunta Coixet. “Sigo viendo que para una mujer es mucho más difícil hacer la segunda película” asegura la productora y explica que ella misma es ejemplo en este caso. “Pasaron siete años entre mis dos primeras películas”, apunta, “cuando tienes que sacar tiempo para todo es complicado”.
La directora de Las distancias ha matizado que la situación económica de crisis “no ayudó” a que su segundo largo viera la luz antes, aunque admite que, como mujer, no ha sido sencillo llevarla a cabo. El cine no es una excepción de “lo difícil que es tener un cargo de responsabilidad” siendo mujer y que el problema reside en el “patrón muy masculino” sobre el que está construida la sociedad. “Muchas veces tienes que escoger o hacer renuncias” entre dos aspectos de la vida tan “importantes” como son el trabajo y la familia, asegura Trapé.