A principios de los años 60, las carreras cinematográficas de Bette Davis y Joan Crawford languidecían. Se habían hecho mayores, las ofertas de trabajo escaseaban y mientras Crawford se quedaba en casa, cual Gloria Swanson en Sunset boulevard, Davis interpretaba papeles secundarios en series de televisión como Perry Mason. Había entre las dos una enemistad legendaria que se remontaba a los años 30 y que era la comidilla de Hollywood, un conflicto con el que las grandes cotillas de la época, Hedda Hopper y Louella Parsons, se lo pasaban pipa a la hora de redactar sus venenosas columnas de prensa.

Como nadie le ofrecía nada, Crawford se puso a comprar libros a granel, confiando en encontrar en alguno de ellos el papel que debería devolverla al candelero. Fue así como se hizo con un thriller titulado ¿Qué fue de Baby Jane?, sobre dos hermanas a cuál más loca que se hacen la puñeta mutuamente todo lo que pueden. A la hora de buscar una compañera de reparto, lo tuvo claro: su querida enemiga Bette Davis. Luego convenció al director Robert Aldrich, que tampoco pasaba por sus mejores momentos, éste convenció al productor Jack Warner y así fue cómo se rodó la película del mismo título que todos recordamos y que resucitó las carreras de las dos divas ya algo provectas.

Lange y Sarandon se salen

La historia de ese rodaje constituye el centro de la serie de HBO  Feud (Disputa), que ahora emite el canal del conde de Godó, 8TV, para solaz de quienes no creen en la tele de pago. En esta ficción --surgida del cerebro perversamente enfermo de Ryan Murphy-- Jessica Lange y Susan Sarandon interpretan, respectivamente, a Joan Crawford y Bette Davis, y ambas están que se salen (lo mismo puede decirse de Alfred Molina como Aldrich y de Stanley Tucci como Warner). Para los interesados en los intríngulis de Hollywood, Feud resulta de visión obligada, a no ser que pertenezcas al sector más juvenil de la sociedad y no sepas quienes fueron Crawford y Davis, y Lange y Sarandon simplemente te suenen porque le gustaban mucho a tu madre. Perfectamente ambientada y con unos colores pastel que remiten a los melodramas de Douglas Sirk, Feud es también una reflexión sobre la relación de amor-odio entre dos de las principales estrellas de los años 30 y 40 del siglo XX, así como el retrato de dos mujeres que sacrificaron su vida privada --sus matrimonios fueron desastrosos-- por el cine, la gloria y la fama.

La serie las pilla en sus peores momentos y nos permite asistir a sus desesperados esfuerzos por volver a pintar algo en un mundo que se da mucha prisa en tirar a la basura a sus talentos. Esfuerzos que incluyen hacerse la pascua la una a la otra tanto cuanto pueden, directamente o por persona interpuesta (la chismosa Hedda Hopper, interpretada por Judy Davis). Aunque Feud no sea para todo el mundo, tampoco lo pretende: su público lo formamos todos aquellos para los que el Hollywood clásico ha sido siempre un motivo de interés, un mundo del que sentimos nostalgia sin haberlo vivido.