La primera serie alemana de Netflix, Dark, empieza como un thriller --en la localidad de Winden, presidida por una ominosa central nuclear, aparece el cadáver de un niño al que nadie reconoce y desaparece otro de manera misteriosa--, pero va derivando poco a poco hacia uno de los temas clásicos de la ciencia ficción, los viajes en el tiempo, un elemento recurrente en la literatura fantástica desde que H.G. Wells publicó en 1895 The time machine (La máquina del tiempo), adaptada a la gran pantalla en dos ocasiones (aunque la buena es la primera, las de los años cincuenta).
Resulta que en Winden hay unas cuevas por las que casi nadie procura internarse y que constituyen una especie de agujero temporal que, dependiendo del camino que tomes, puede llevarte a una época o a otra. Situadas junto a la central nuclear, las cuevas pueden tener, o no, alguna relación con los experimentos que se llevan a cabo en ella (cosa que no ha quedado clara al final de la primera temporada, diez episodios que se devoran en tres o cuatro noches y le dejan a uno con ganas de que llegue la siguiente temporada, lo cual no sucederá hasta 2019: paciencia).
El caso es que en Winden, cada treinta y tres años, pasan cosas extrañas que involucran a gente que desaparece y no vuelve a ser vista o se apaña con el año al que ha ido a parar --1986 o 1953, la acción actual transcurre en 2019-- y crece en una época que no es la suya. Hay quien, después de formar una familia se suicida, como el personaje cuyo hijo adolescente acaba descubriendo que su padre era aquel niño con el que se cruzaba por el pueblo hasta que un día no lo volvió a ver más.
Una serie hipnótica
En la primera temporada de Dark, los saltos en el tiempo, siempre hacia atrás salvo al final del capítulo décimo y último, pueden propiciar cierta confusión en un espectador acostumbrado a que se lo den todo machacado, pero si uno presta la debida atención --esta serie no puede seguirse mientras se tricota una bufanda, por ejemplo--, la experiencia audiovisual resulta plenamente satisfactoria. Absorbente y un pelín hipnótica, Dark es una aproximación como de arte y ensayo al popular tema de los viajes en el tiempo, una versión plena de angustia germánica de aquel entretenimiento norteamericano de los años 60 que fue El túnel del tiempo, cuyos protagonistas se lo pasaban pipa saltando de era en era. Aquí los viajes no son una diversión, sino una fuente de problemas y desesperación. Estamos ante una vuelta de tuerca tan interesante como nueva a un tema eterno. Que ustedes la disfruten.