La secuencia de entrada de la serie ya marca el tono de lo que será Animal kingdom, la nueva propuesta de Movistar inspirada en el largometraje australiano del mismo título (2010) dirigido por David Michod: plano fijo; una mujer que no llega a los cuarenta parece haberse quedado dormida en el sofá de su casa; a su lado, su hijo adolescente la observa con preocupación; se abre la puerta del domicilio y aparecen dos paramédicos que, tras echarle un vistazo a la mujer, decretan su muerte por sobredosis de heroína.
A partir de entonces, al joven Joshua, alias J., le va a tocar buscarse la vida. Pese a que su madre había intentado mantenerlo apartado de la familia, J. llama a la abuela, Janine, alias Smurf (el término anglosajón para los pitufos), quien le invita a trasladarse a vivir con ella y sus cuatro hijos, cada uno de un padre distinto. J. no lo ve muy claro, pues su madre le había informado de a qué se dedicaba su familia, pero no tiene otro sitio al que ir. Así es cómo acaba integrándose en un ambiente doméstico que se las trae.
Cuatro 'joyas'
Bajo su apariencia de dulce abuelita, Smurf --interpretada por la siempre inquietante Ellen Barkin-- es la matriarca de un clan criminal: sus cuatro chavales se dedican a robos, atracos, tráfico de sustancias y cualquier otra actividad remunerativa que no guarde ninguna relación con la legalidad. El mayor, que acaba de salir de la cárcel, no está del todo bien de la cabeza. El segundo se pasa el día en una nube de tequila y cocaína. El tercero oculta bajo su apariencia de macho surfista a un homosexual de baños públicos que mataría a cualquiera que desvelara sus tendencias sexuales. El único mínimamente normal es el hermano al que interpreta Scott Speedman --el licántropo de Underworld y el marido de Sarah Polley en Mi vida sin mí, de Isabel Coixet--, que es tan chorizo como sus parientes, pero está más o menos en sus cabales y tal vez podría haber tenido otra vida en otro entorno.
Acogido por su impresentable familia, el pobre J., que sale con la hija de un policía, se convierte en un elemento a corromper, tarea de la que se encargan sus tíos reclutándolo para sus golpes cuando el chaval preferiría ir al instituto y alejarse del negocio familiar. Por lo visto hasta ahora --cuatro capítulos--, es evidente que estamos ante una de esas tramas en las que se masca la tragedia, aunque puede que ésta tarde en precipitarse, ya que la serie acaba de ser renovada para una tercera temporada. Veremos cómo evoluciona la cosa. De momento, Animal kingdom es un entretenimiento de primer orden, bien escrito y bien dirigido. Y es muy probable que Ellen Barkin --también conocida como esa actriz de la nariz torcida-- haya encontrado en el de Smurf el rol de su vida, ya que la pantalla grande nunca la trató excesivamente bien, pese a su indudable talento.