Isabel Coixet (Barcelona, 1962) es la realizadora más internacional del cine español. Acaba de estrenar su última película, La librería, de la que dice sentirse "muy cercana" a su protagonista. Esta historiadora de carrera ha trabajado en el mundo de la publicidad antes de poder vivir de sus películas. La notoriedad de sus películas llegó más pronto que tarde, con su segundo largometraje Demasiado joven para morir viejo. A diferencia de otros de los exitosos cineastas actuales, no tuvo que recurrir al género de terror para lograr que invirtieran en su carrera filmográfica. Su cine, más bien intimista y con un universo simbólico muy propio, le ha llevado a que sus películas despierten interés más allá de nuestras fronteras y más allá de las subvenciones. Coixet habla desde la libertad de quien se ha hecho un nombre por su trabajo y talento, sin servidumbres de ningún tipo.
—Pregunta. El estreno de La librería ha arrasado con la mejor media de toda la cartelera. ¿Se esperaba este éxito?
—Respuesta. Nunca espero nada. Hago las películas y luego pienso que ojalá vayan bien. Siempre es bonito ver que la gente responde, que se identifican y conectan con la película. Es reconfortante.
—La protagonista de la película se plantea si vender o no la obra de Nabokov Lolita. ¿Cree que hay más censura ahora o antes?
—No se lo plantea en absoluto como un problema de censura, sino de si es realmente bueno el libro: hasta qué punto es bueno y hasta qué punto la gente del pueblo lo va a entender. Como ya casi nada escandaliza, en su momento sí que fue censurada... Pero lo que realmente se plantea Florence Green es su labor de librera prescriptora, con una responsabilidad sobre las cosas que vende. Y es también el motor de su relación con Mister Brundish, que vive aislado y leyendo al lado de la chimenea.
—Los dos protagonistas de La librería están solos. Es algo recurrente en sus personajes. ¿Por qué?
—La gente sola me parece la gente más interesante. Nacemos solos y morimos solos. Intentamos hacer ese trayecto acompañados, pero al final siempre estamos solos. Otro de mis personajes en otra película decía que desde el momento en que tenemos consciencia ya tenemos una doble vida porque ya hay alguien dentro nuestro que habla con nosotros.
Para mí es importante llevar al espectador a la luz más que a la oscuridad
—¿Son optimistas o pesimistas sus películas? Hay algo trágico en todas, pero también de esperanza.
—Yo lo intento. La novela de La librería es muy dura. Termina de una manera completamente nihilista. La protagonista acaba en un túnel negro en el que no hay ninguna luz. Al adaptar la novela a la pantalla he intentado que esa semilla que ella ha plantado llegue a algún sitio, que no todo haya sido un horror y que el esfuerzo titánico que ha hecho haya servido para algo. Para mí es importante llevar al espectador a la luz más que a la oscuridad.
—¿La librera es usted? Emma Riverola, en El Periódico, lo extrapola a las dificultades que ha tenido usted en su vida.
—Es verdad que me siento muy cerca de Florence Green. Quizás no lo veo tanto en el sentido que lo ha escrito Emma, aunque me parezca muy bien y muy bonito. Yo me he sentido como Florence Green en cosas mucho más banales de mi vida, como las que salen en la película.
—¿Por ejemplo?
—Hay una escena en la que Florence va a la modista y el vestido no le queda bien y la modista le dice que es igual, porque nadie se va a fijar en ella... Esto a mí me pasa constantemente, que la gente te da consejos, te para por la calle para decirte algo bonito, pero luego te dice 'yo sí que tengo un guión que sería bueno'. Es una forma de rehuir el halago que te han hecho al principio. Con esas pequeñas situaciones de la vida cotidiana de mezquindad y de ruindad me topo constantemente.
La protagonista, Florence Green, con el vestido rojo
—¿Diría que tiene poca fe en la naturaleza humana?
—Oscilo… A veces pienso que esto no tiene solución.
—Una característica del universo Coixet es que la mayoría de sus películas son atemporales y podrían desarrollarse en cualquier ciudad del mundo. ¿Su cine es más universal que identitario?
—Para mí el mundo es ancho y ajeno… Sí que pienso que mis películas siempre se han entendido tan bien aquí como afuera por esta razón. Algunas pasan en Nueva York, otras en Canadá, Inglaterra o en Igualada.
—Usted admira a Katherine Hepburn. ¿Quién sería la Katherine Hepburn del cine actual?
—(Risas). ¿La Katherine Hepburn actual?... ¿Sabe que no lo sé? Parece como que Cate Blanchett es quien más se le parece… incluso la interpretó en una película. No lo sabría decir. Lo bueno de Hepburn es que es irrepetible.
—Retomando el tema del escándalo. Tengo la sensación de que usted, al contrario de muchos, no busca escandalizar, pero que al mismo tiempo es muy libre y lo hace sin que nos demos cuenta. En Mi vida sin mí habla de la infidelidad. Del hecho de querer a más de una persona a la vez. ¿Ha tenido réplicas negativas en este sentido?
—Recuerdo justamente que eso fue criticado como algo malo cuando la película se estrenó en Estados Unidos. Y volviendo al tema de escandalizar… Eso de hacer algo para escandalizar me parece una chorrada. Es verdad que la gente lo hace y lo ves claramente que lo quieren hacer. A mí esto no me interesa.
Hacer algo para escandalizar me parece una chorrada. A mí no me interesa
—¿Se puede querer a dos personas a la vez?
—Es muy complicado. Creo que se puede, pero a nivel logístico es un poco complicado. En el caso de la protagonista de Mi vida sin mí, pues adelante con los faroles. Es una persona que ha vivido una vida muy precaria, y muy pobre. También pobre de espíritu y está claro que quiere vivir, conocer otras personas y otros mundos. Y como le queda poco tiempo….
Emily Mortimer e Isabel Coixet, en 'La librería'
—En su libro 'La vida és un guió' —escrito en 2004— pronostica que en diez años el tema de la violencia de género no habrá perdido vigencia. Acertó.
—La violencia doméstica es algo que desgraciadamente continuará. Hasta que, en conjunto, pero especialmente el género masculino, no haga un acto de conciencia. Se tiene que ver a dónde va, qué es lo que ha permitido, cuáles son las cosas que le mueven…
—¿Tiene pensado retomar el documental Más me duele a mí sobre este asunto?
—De momento, no pienso retomar ese documental.
—Por su obra queda claro que es una mujer con inquietudes políticas. ¿Cuál cree que es el mayor reto que tenemos, globalmente, por delante?
—Se mezclan muchas cosas, desde lo universal a lo local. Me preocupa evidentemente el cambio climático, el aumento del fanatismo y del populismo o el abismo cada vez mayor entre las clases sociales. Me preocupan muchísimas cosas pero no sé todavía en qué orden.
Parto de un punto de vista muy pragmático. Sinceramente pienso que muchos de los problemas que tenemos se podrían solucionar con una utilización de los recursos guiada por el sentido común. Con más cabeza. Me preocupa lo mismo que a todo el mundo.
—¿Pronunciarse respecto a Cataluña la he supuesto un calvario personal?
—Un calvario no sería la palabra. Me ha supuesto una matraca importante, sí. El calvario es otra cosa.
—¿Cree que el mundo de la cultura en Cataluña está secuestrado por el poder político?
—Sí que lo creo. Hay una pusilanimidad y una cobardía total. Hay evidentemente una corte de palmeros del poder, hay otra parte de gente que se calla y luego hay los cuatro desgraciados como yo que decimos algo.
En el mundo de la cultura en Cataluña hay una pusilanimidad y una cobardía total
—Usted es de los pocos realizadores que no vive únicamente de las subvenciones. ¿Eso le hace más libre para opinar?
—Creo que uno tiene que opinar en cualquier circunstancia. O, más bien, opinar si te preguntan. Yo tampoco soy amiga de discursos ni de manifestaciones ni de estar todo el rato reivindicando cosas… Esto es muy aburrido. Pero si te preguntan tienes que decir lo que piensas.
—Se da la curiosidad de que usted, como J. A. Bayona, directores catalanes pero que viven de sus producciones a nivel internacional, son más libres a la hora de opinar sobre Cataluña.
—Cada uno tiene que decir lo que piensa. Da igual si se aspira o no a una subvención. Mis películas también han tenido subvenciones. Una cosa es lo que un Estado tiene que hacer para proteger su cultura, y lo otro lo que cada uno piense...
A mí en su momento también se me acusó de ser un palmero de Zapatero, un hombre que vi una vez en mi vida; y durante cinco minutos. Uno tiene que decir lo que piensa. Este hombre [Zapatero], que yo también fui de las primeras en criticar, visto lo visto, no lo hacía tan mal porque todo lo que ha venido después ha sido tremendo.
Isabel Coixet junto a su equipo en una de las escenas de 'La librería'
—Otra de las críticas hacia usted es su equidistancia entre el independentismo y el PP.
—Al PP le acuso sobre todo de una vagancia total. Se les nota que todo esto les da mucha pereza. Y al independentismo, desde luego, de pereza no se les puede acusar. Los independentistas son hiperactivos. Si yo veo algo que está mal y otra cosa al lado que está mal y que tiene que ver con la primera, lo digo. Y ya está. No me voy a cortar por nada.
—En uno de sus artículos también decía que las voces contrarias al nacionalismo habían tardado mucho en hablar…
—Yo vi esto hace diez años. Recuerdo que firmé el manifiesto del Foro Babel pensando que era de sentido común defender el bilingüismo. Pues en ese momento ya me empezaron a insultar... Recuerdo un artículo en un periódico que no solo me ponían de vuelta y media sino que no había por dónde pillarlos ya. Cuando vi aquella virulencia pensé, ¿pero esto qué es? Y lo recuerdo bien y de eso hace diez años. La reacción fue tremenda.
—La gente es muy sensible con el tema del catalán, ¿no? Les duele el tema lingüístico y cualquier crítica es percibida como un ataque…
—Ay… De verdad. Nos tienen que empezar a doler las cosas que duelen de verdad. Como mi brazo que, por cierto, está roto. ¡Eso sí que duele! Defiendo el bilingüismo porque justamente he nacido en un hogar bilingüe y he ido a un colegio bilingüe. Gracias a ello mi cerebro está preparado para otros idiomas.
—De hecho, usted rueda sus películas en inglés.
—En inglés, en francés, en italiano… y cambio de un idioma a otro. No tengo problemas. Defender el tesoro del bilingüismo me pareció de cajón. Eso levantó ampollas y me insultaron… Por eso no tengo Facebook ni Twitter, porque los insultos empezaron en las redes sociales.
No tengo Facebook ni Twitter porque los insultos empezaron en las redes sociales
—¿Cómo son los domingos por la tarde de Isabel Coixet? ¿También son melancólicos?
—Es un fenómeno universal. Los domingos por la tarde uno se siente especialmente triste. Yo los intento pasar en el cine.
—¿No es un fenómeno burgués?
—Eso no es verdad. Es universal. Ya te lo digo yo que en China también les pasa.
Isabel Coixet, con Patricia Clarkson, en un momento del rodaje de 'La librería'
—Dice parecerse en cierto modo a su personaje de Florence Green. La protagonista de Mi vida sin mí, por contra, afirma no haber probado nunca las drogas. ¿Usted las ha probado todas? Lo dijo una vez públicamente.
—Sí, las he probado todas. A mí me han servido para explorar estados más amplios de consciencia, pero nunca me he enganchado a nada. Me gusta el punto recreativo y lúdico de las drogas. Aunque siempre digo que para tomarlas hay que estar muy bien, porque si se está mal, más vale no probarlas.
—Antonio Escohotado es un gran defensor de las drogas. ¿Usted defiende su legalización? Esto es otro tema polémico...
—Escohotado es un gran genio. Defiendo la legalización absolutamente.