El soporte para ver películas ha ido cambiando en las últimas décadas, pero también lo han hecho los hábitos de consumo de cine y otro tipo de entretenimiento. Si antes los videoclubs eran la forma de acceder a cintas que no emitían en televisión, ahora “siempre es la segunda opción”. Lo dice Aurora Depares, la propietaria del videoclub más antiguo de España, Video Instan.
Imagen de uno de los pasillos de Video Instan / CG
El establecimiento está en peligro. Hace años que no pasa por su mejor momento, pero ahora atraviesa su mayor crisis. “Hemos sobrevivido a varias, pero el año que viene nos subirán el alquiler y no podremos hacer frente a los costes”, dice. Ante esta situación, hay dos opciones: cambiar o cerrar.
De videoclub a “videoteca”
Situado en el número 30 de la calle Enric Granados, en el centro de Barcelona, abrió hace 36 años, en 1981. Para ir superando las crisis que han atravesado —el paso de las cintas al DVD, la aparición de internet y ahora plataformas como Netflix y HBO—, han introducido cambios. La evolución ha llevado al local de ser un videoclub a convertirse en una “videoteca”, tal como dice Depares: “El videoclub como tal, ha muerto”.
Imagen del interior de Video Instan, el videoclub más antiguo de España / CG
Uno de los cambios introducidos está en el periodo de alquiler de los DVD, así como en los precios. “Los hemos ajustado mucho; tenemos unos precios competitivos con las nuevas plataformas”, dice la dueña de Video Instan. Donde más pueden luchar en precios, es en los estrenos (2,90 euros para 48 horas en Video instan y unos 4 o 5 euros en plataformas digitales).
Adaptar el producto al gusto del consumidor es otra de las medidas que ha formado parte de la renovación del espacio. “Ahora están de moda las series, pues esto es lo que tenemos que ofrecer”, afirma. En su tienda hay más de 44.000 referencias. Los clientes también han cambiado: si antes el público era diverso, ahora ganan los cinéfilos, que buscan títulos muy específicos.
El grupo de Whatsapp
Es complicado sobrevivir tanto en grandes ciudades como en las localidades más pequeñas. Por una parte, el volumen de clientes es mucho mayor en las principales urbes; por la otra, tienen mucha más variedad de cultura y ocio para ofrecer y facilidades para consumirlo que los pueblos. En España, sobreviven unos 500 videoclubs.
Un acto celebrado en Video Instan, en una imagen de archivo / CG
Todos ellos, comparten un grupo de Whatsapp. En él, comentan las novedades y las estrategias de cada uno para superar las dificultades. Hace dos años, Video Instan intentó formar parte de la lista de comercios emblemáticos del Ayuntamiento de Barcelona, que reciben protección y cuentan con ciertos privilegios. “Pese al apoyo que recibimos, no entramos, y esto nos habría ayudado mucho”, relata Depares.
La piratería
Pero el principal competidor de los videoclubs sigue siendo la piratería, según la propietaria del establecimiento de Enric Granados. “¿Tenéis esta película? Es que me la he intentado descargar por internet y no la he encontrado”. Ésta es una de las formas más habituales en la que los clientes le piden títulos.
No todos los cambios introducidos para renovarse han tenido éxito. “Hemos intentado poner un espacio de merchandising, videojuegos, CD y ahora tenemos una pequeña zona para vender palomitas; no todo funciona”, explica. El futuro más inmediato es un año con todavía más cambios.