Me ha salido un titular francamente rancio y viejuno, pero de lo más adecuado para comentar Riviera, la nueva serie de Calle 13, que remite inevitablemente a clásicos de Hitchcock como Atrapa a un ladrón: ya saben, thrillers ambientados en la alta sociedad, entre ricachones algo turbios que viven en sitios paradisíacos hasta que alguien los mata o desaparecen, dejando a sus allegados en una situación compleja que casi siempre requiere la intervención de la policía.
En este caso, el papel de Grace Kelly le ha caído a Julia Stiles, que interpreta a una joven norteamericana, trophy wife de un magnate --hombre de negocios, banquero, coleccionista de arte, etc.-- que una noche vuela por los aires en un yate en el que se celebra una fiesta y en el que alguien ha puesto una bomba. El magnate en cuestión, interpretado por Anthony LaPaglia, es dado por muerto, aunque envía un mensaje por móvil a su viuda, que es la segunda, dado que su primera mujer, una arpía total a la que da vida Lena Olin, sigue incordiando todo lo que puede.
La lectura del testamento es interrumpida por la policía, que retira el pasaporte a la viuda y los hijos del ricachón --dos hermanos, uno sin muchos escrúpulos y otro de natural melancólico, y una hermana, que sufre mucho y no parece estar del todo en sus cabales--. El muerto --o desaparecido por propia voluntad, no se sabe-- va a ser minuciosamente investigado, pues parece que no todos sus negocios se movían dentro de la más estricta legalidad. Y la pobre viuda americana se convertirá en el centro de una intriga que, de momento, se sigue con interés en una estructura de thriller tranquilo, reposado y enmarcado en bellos paisajes de Mónaco y Francia.
Una agradable rareza
En una época de relatos policiales trepidantes, frenéticos y violentos, Riviera constituye una agradable rareza, a medio camino entre el thriller y el culebrón familiar de gente turbia y de poco fiar. Creada por el cineasta irlandés Neil Jordan (Entrevista con el vampiro y Juego de lágrimas, entre otras piezas de una filmografía irregular pero interesante), quien escribe los capítulos con su compatriota John Banville (que no recurre aquí a su seudónimo habitual para estos menesteres, Benjamin Black), Riviera es una serie un pelín retro que podría pasar ahora o en los años cincuenta. De momento, muestra cierta capacidad de enganche, pero aún no les puedo decir si es de esas series que uno sigue hasta el final o si es de esas de las que uno acaba por descolgarse.