Aunque los países nórdicos se lleven recientemente la palma por sus ficciones televisivas del género negro, a veces los alemanes nos proporcionan también alguna que otra alegría. Como El mismo cielo, mezcla de drama social e historia de espionaje ambientada en el Berlín dividido por un muro de 1974, cuando oriente y occidente se espiaban mutuamente, desconfiaban permanentemente el uno del otro y trataban de hacerse la puñeta todo lo que podían.
Creada por la británica Paula Milne y dirigida por el teutón Oliver Hirschbiegel --responsable de la excelente El hundimiento, sobre los últimos días de Adolf Hitler, interpretado por un magnético Bruno Ganz--, El mismo cielo nos cuenta la historia de un espía comunista infiltrado en el Berlín occidental con la misión de seducir a una viuda que trabaja para la inteligencia británica --Sofia Helin, la inquietante protagonista con síndrome de Asperger o algo parecido de la serie sueco-danesa Brön (El puente)-- y sacarle toda la información posible por el bien del socialismo y de la República Democrática Alemana. La pobre mujer, que lleva años de soledad y, además, tiene un hijo adolescente que es para matarlo, cae en las redes del joven infiltrado oriental, pero un derrame cerebral la deja fuera de combate y la conduce a un hospital en el que el supervisor del espía la enviará definitivamente al otro barrio y se pondrá a buscar una nueva víctima para su pupilo: la mejor amiga de la difunta en su lugar de trabajo, el centro de inteligencia británico.
Uno de los mayores atractivos de la serie es la cuidada reconstrucción de un Berlín que ya no existe
Y ahí nos hemos quedado por el momento, pues solo llevamos tres episodios emitidos. Hay un par de sub tramas --protagonizadas por un profesor homosexual de Berlín Este y una joven nadadora del equipo olímpico de la RDA obligada a volver a casa con la medalla de oro si no quiere que las cosas se pongan feas para ella y su familia--, pero uno de los mayores atractivos de la serie es la cuidada reconstrucción de un Berlín que ya no existe y que puede resultar increíble para todos los que no han llegado a la edad suficiente para haber cruzado Checkpoint Charlie en su momento y haber asistido a la miseria, física y moral, que imperaba en el Berlín oriental: yo nunca olvidaré mi paseo por la mítica avenida Unter Den Linden prácticamente a oscuras, pues no había ni un marco para instalar unas farolas.
El mismo cielo ha empezado muy bien y espero que siga así: los personajes interesan, así como el momento histórico elegido. A veces puede resultar levemente morosa, lo reconozco, pero los alemanes son así, ¿no?