El canal del señor conde de Godó, 8TV, acaba de repescar una estupenda serie británica ya emitida en Movistar, Happy Valley, que ahora está al alcance de los que no ven nada claro lo de pagar por la televisión, quienes harán muy bien en engancharse a ella. Los otros, los paganos, estamos a la espera de la tercera temporada, que esperamos con ansia porque esta serie, que ya fue premiada en su país de origen, vale mucho la pena.
Creada por Sally Wainwright, Happy Valley, en cuyos títulos de crédito suena la estupenda canción de Jake Bugg Trouble town, está ambientada en una pequeña ciudad de provincias donde, en principio, no debería pasar gran cosa. Si así fuera, la jefa de la policía local, Catherine Cawood (Sarah Lancashire) tendría menos trabajo, pero el horror se ha instalado en la comunidad y, además, le ha afectado directamente a ella a través de un psicópata llamado Tommy Lee Royce (James Norton, el peculiar cura de Grantchester), que violó y embarazó a su hija y acaba de salir de la cárcel con la intención de seguir siendo una pesadilla para la comisaria Cawood y cualquiera que se le acerque. La pobre ya tiene bastante trabajo cuidando de su hermana alcohólica y pechando con los desaires de su hijo, que la culpa del divorcio de sus padres tras el asesinato de su hermana.
Los que no ven nada claro lo de pagar por la televisión harán muy bien en engancharse a Happy Valley
Las dos primeras temporadas de la serie consisten, de hecho, en un perpetuo cara a cara entre el infame Royce y la madre de la mujer que se suicidó tras dar a luz a la niña fruto de la violación, que también hace lo que puede para convertirse en otra piedra en el zapato de su sufrida abuela. Una trama secundaria se desarrolla en cada breve temporada (seis episodios), y en ella suele andar metido el inquietante Tommy Lee.
La desconocida en España Sarah Lancashire aguanta la mayor parte de la función. Si la serie fuese americana, nos encontraríamos ante una mujer más joven, más delgada y más atractiva, lo cual haría de la comisaria Cawood un personaje mucho menos creíble. Y el entorno también sería más bonito, cuando a la eficacia de la narración contribuye de forma considerable esa Inglaterra cutre y provinciana que nada tiene que ver con aquélla en la que solían transcurrir las historias de Agatha Christie. Aquí lo único que tenemos es a una pobre mujer a la que un tarado le ha destrozado la vida y sus intentos por seguir adelante mientras hace lo que puede para que en su pueblo reine algo mínimamente parecido al orden. Mezcla de thriller y drama social, Happy Valley es una propuesta excelente más de esa televisión británica a la que los canales gratuitos, públicos o privados, deberían hacer algo más de caso. Desde aquí, un aplauso para el programador de 8TV, canal que, en su modestia presupuestaria, se esfuerza bastante más que TV3 en la búsqueda de buenas ficciones.