Carrie Fisher, más conocida como la princesa Leia, por su papel en Star Wars, deja huérfanos a cinéfilos de todo el mundo. Nunca es el momento apropiado para que los iconos de tantas generaciones se marchen, pero la actriz deja su último film, Star Wars: El despertar de la fuerza (2015), aún en auge en la carteleras. Y su vacío será imborrable en la siguiente entrega de la saga, Star Wars: Episodio VIII (2017), donde ya había confirmado su participación.

Fisher batalló hasta el final. La actriz pasó su último día de salud presentando en Londres su libro The Princess Diaries (Diarios de la Princesa), donde relata su experiencia en las películas que marcaron su vida. Estas memorias, publicadas en noviembre de 2016, culminan un legado que escribió demasiado pronto pero que ahora cierra con una anticipación profética una larga trayectoria. Carrie Fisher y la princesa Leia siempre fueron una misma persona. 

El despertar de la fama

Carrie Fisher saltó a la fama en 1977 con la primera entrega de Star Wars. Con sus características trenzas enrolladas a lado y lado, la valentía de la única mujer protagonista y con el apasionado romance con Han Solo (Harrison Ford), Leia salió propulsada al estrellato a la edad de 19 años.

Tan solo era su segunda película, tras un papel discreto (Shampoo, 1975) de la mano de Warren Beatty, y bajo la batuta de Hal Ashby, su primer director. Pero La guerra de las galaxias batió records de taquilla y un fenómeno imparable de fans.

La fuerza de los focos

Carrie Fisher (Beverly Hills, Los Angeles, 1956) nunca fue nueva en el mundo del espectáculo. Hija de un veterano, el cantante Eddie Fisher, y de la también actriz Debbie Reynolds, creció inmersa en el mundo del cine, el teatro y la televisión.

Ya bajo la luz de los focos, su rostro se convirtió en uno de los más reconocidos de las décadas de los 70 y 80. Pero ser el único personaje femenino de la película también tiene su precio. Representar el mismo papel en un espacio de casi cuatro décadas le conllevó crueles críticas en las redes sociales sobre cuánto le había estropeado la edad. Unos comentarios que lejos de intimidar a la actriz, hizo que saliera a la defensiva con un descaro implacable.

El lado oscuro

Fisher fue más allá de los escarceos con el lado oscuro de la fama. Atravesó largas fases de problemas con las adicciones al alcohol y las drogas, algo que reconoció sin pudor. "Soy Carrie Fisher y soy alcohólica", comenzaba su monólogo teatral Wishful Drinking sobre su biografía.

La actriz sufrió una sobredosis y pasó por programas de desintoxicación. Los excesos coincidieron con su turbulenta relación matrimonial con el músico Paul Simon, tras un amago de boda con el cómico Dan Aykroyd. La artista tampoco se libró de los affairs extramaritales, algo que recientemente reconoció su compañero de reparto Harrison Ford.

Su último libro, The Princess Diaries, el que presentaba en Londres justo antes de tomar el avión que la llevara de vuelta a casa, será la última pieza a la que los admiradores de la princesa Leia puedan aferrarse para completar el puzle de una vida tan intensa como tumultuosa.