Michael Fassbender, uno de los actores más reputados --y deseados-- de su generación, se la juega también como productor en Assassin's Creed. Se trata de la adaptación al cine del famoso videojuego, que aborda el eterno conflicto entre el poder, ejercido por los templarios, y el libre albedrío, que defienden los assassins.
Acompañado por Marion Cotillard, y el director Justin Kurzel, Fassbender ha presentado este miércoles en Madrid un filme que, más allá de la acción, invita a reflexionar sobre los entresijos del poder.
Todos los conflictos son económicos
En una de sus tramas, la película plantea si la inquisición española escondía motivos políticos además de religiosos. "Hoy siguen existiendo disputas religiosas, pero el corazón de todos los conflictos siempre es económico", ha opinado Fassbender. Según el actor, de existir en la actualidad, los protagonistas del filme "defenderían los derechos humanos" luchando contra la "explotación, el racismo y la xenofobia".
Con la película, que supone su segundo asalto como productor tras el western "Slow west", Fassbender ha ignorado la "maldición" en términos artísticos que parece pesar sobre los filmes inspirados en videojuegos. Según cuenta, el argumento sobre la memoria genética que permite viajar a los recuerdos de los antepasados venció los prejuicios del actor. En este sentido, el director Justin Kurzel, cuyo último trabajo fue una adaptación del Macbeth de Shakespeare, ha tratado de inyectar un sustrato de reflexión en el relato.