Una entrada de cine en Barcelona puede costar hasta 10 euros; el precio medio en España es de seis, promociones incluidas. Desde hace cinco años, la Fiesta del Cine llena seis días al año las salas de todo el país. Estos días se celebra la undécima edición, que empezó el lunes con un nuevo récord, casi 604.000 espectadores. Esto significa cinco veces más que un lunes cualquiera.
Los precios, de 2,90 euros, son el principal factor que tienen en cuenta los espectadores a la hora de acudir en masa a las salas. Si tan bien funciona, ¿por qué no se rebajan los precios? “El gran éxito de la Fiesta del Cine demuestra que hay un problema con los precios”, asegura Ramon Colom, presidente de la FAPAE, la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España.
El público cambia
Desde la Federación de Cines de España (FECE) opinan que el coste no es el único factor que incide en la gran afluencia de público estos días de promoción, sino que el efecto llamada influye mucho. Su portavoz, Borja de Benito, considera que “si el precio es bajo siempre, el número de espectadores no se mantendría tan alto; este formato funciona porque los espectadores saben que solo dura tres días”.
El producto que ofrecen los cines es otro factor que tienen en cuenta los espectadores, por lo general habituales. La cartelera de cada momento, las características de la sala, el sonido y las pantallas son otros elementos que contemplan. Es por esto que el público cambia. Tal y como apuntan desde Cinesa, empresa exhibidora, “iniciativas como esta ayudan a atraer un público que no acude a la gran pantalla con regularidad”.
La rentabilidad de las salas
Quien establece los precios son los propios cines, los exhibidores. No hay restricciones, ni mínimos ni máximos. En 2015, cerraron 112 salas. “Las salas de cine no son rentables”, afirma Colom. La presión de las grandes productoras, los costes que afrontan los dueños de los cines y la asistencia irregular de espectadores limitan su libertad de movimiento.
Las películas de Hollywood, en general, exigen un mínimo de facturación para cada país, con el que los exhibidores tienen que cumplir. El precio de alquiler por metro cuadrado en los centros comerciales, donde están situadas buena parte de las salas españolas es alto.
Ir al cine el fin de semana es más caro que los días laborables. Según el presidente de FAPAE, la facturación del sábado y el domingo, cuando más espectadores hay, tiene que compensar la falta de público que se produce entre semana.
La venta de entradas aumenta
Todo esto llega mientras las salas cada vez reciben más espectadores. De Benito explica que, desde 2013, se ha producido un aumento de las entradas vendidas, que han pasado de 77 millones a 96. Asegura que la “salida de la crisis es el principal motivo, aunque las promociones que se impulsan y la cartelera, con muy buen cine español, también influyen”.