Los Hawthorne son una de las mejores familias de Boston y, aparentemente, la vida de todos sus miembros es idílica: la hija mayor aspira a la alcaldía, la menor está casada con un inspector de policía, uno de los chicos se dedica a dibujar comics y el otro, la oveja negra, desapareció un buen día y no se ha vuelto a saber nada de él. En cuanto rascas un poco, descubres que el dibujante tiene serios problemas con las drogas y que la oveja negra se esfumó coincidiendo con el fin de la actividad criminal del Silver Bells killer, un asesino en serie que aterrorizó Boston a principios del siglo XXI y cuya firma era una campanilla de plata dejada sobre el cadáver de turno.
American Gothic se presenta como un divertimento de arte menor que nos puede mantener discretamente en vilo durante unas cuantas semanas
Los Hawthorne se enriquecieron con el hormigón, y cuando un túnel de carretera experimenta un socavón y aparece el cinturón de una de las víctimas del asesino de la campanilla, bien cargadito de ADN, al patriarca le da un infarto en pleno discurso electoral de su hija. Paralelamente, reaparece la oveja negra (Antony Starr, protagonista de la estupenda serie Banshee) y la mujer del poli encuentra en un sótano de la mansión familiar una caja llena de campanillas de plata. "Tendremos que hablar y contarlo todo", le dice crípticamente el patriarca a su esposa (la ex bomba sexual Virginia Madsen, ligeramente recauchutada), pero la reacción de ésta consiste en matarlo in situ retorciéndole el cable de la sonda. Así concluye el primer capítulo de American Gothic, la serie que emite AMC y que engancha, aunque con ciertas reservas. Puede que sea deliberado, pero la alegre iluminación y una dirección como de culebrón no acaba de encajar en un ambiente tan siniestro. Aunque intuimos que estamos ante la familia Addams de Boston, el tono no resulta todo lo ominoso que algunos hubiésemos preferido: para entendernos, la forma va por un lado y el fondo por otra.
Aun así, el resultado es francamente disfrutable y resulta muy entretenido. Y sobre todo, te quedas con ganas, tras el primer episodio, de saber qué miembro de tan infecta familia es el asesino de la campanilla, que es de lo que se trata, supongo. No todas las series pueden ser obras maestras, y American Gothic se presenta como un divertimento de arte menor que nos puede mantener discretamente en vilo durante unas cuantas semanas. También puede descarrilar a partir de la segunda entrega, pero ése es un riesgo del que nunca te libras.