Marjane Satrapi ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. Historietista, directora de cine y pintora, Satrapi es la primera autora de novela gráfica y dibujante de cómic que recibe este reconocimiento institucional. Para algunos su elección fue una sorpresa; para otros es uno más de los hitos del proceso de legitimación intelectual y artística del cómic y la novela gráfica. Este proceso no puede entenderse sin la creación de un Premio Nacional de Cómic –instaurado en 2007– y sin tener en cuenta el interés creciente que esta disciplina ha despertado en algunos académicos.
Este es el caso, por ejemplo, de la profesora y escritora Ana Merino, cuya tesis doctoral estaba dedicada a Las dimensiones narrativas del cómic del mundo hispánico en los límites de la modernidad, o de Iván Pintor Iranzo, profesor de la Universidad Pompeu Fabra, donde imparte una asignatura acerca de la historia del cómic, y es autor además del ensayo Figuras del cómic. Forma, tiempo y narración secuencial.
Lo que está ocurriendo es “una transformación radical del medio que apunta a su sofisticación merced a novedosas técnicas que permiten ajustar tiradas, reducir costes y diversificar el panorama editorial y la novela gráfica”, escriben Elisa McCausland y Diego Salgado en Viñetaria. Historia universal de las autoras de cómic (Cátedra). En esta historia el nombre de Marjane Satrapi no solo no podía faltar, sino que merece la atención tanto por los aplausos recibidos por la crítica como por el extraordinario éxito comercial de Persépolis, un libro que llegó a vender en su edición francesa -fue publicado por la editorial L’Association- un millón de ejemplares y fue traducido a un gran número de idiomas.
“Al igual que Maus de Spiegelman, el libro de Satrapi combina historia política y memorias, retratando los trastornos de un país del siglo XX a través de la historia de una familia”, escribía la periodista Fernanda Eberstadt en el New York Times. La comparación con la obra de Spielgman no solo no es gratuita, sino que permite rastrear la tradición en la que se inscribe Satrapi con Persépolis y con sus trabajos posteriores – Bordados y Pollo con ciruelas- y observar el ascendente reconocimiento de la novela gráfica y de autores como Alison Bechdel o, en España, Paco Roca, que mezclan lo autobiográfico y la memoria familiar para construir obras con un componente político en las que se reconstruye el pasado reciente a la vez que se retrata el presente del país.
“En Irán (…), la historieta en el sentido occidental del término se gesta entre los años cuarenta y cincuenta del siglo XX en cabeceras infantiles, donde tienen un peso específico considerable tiras de prensa inglesas, Disney y Tintín. La Revolución Islámica de 1979”, señalan McCausland y Salgado, “acarrea un apagón del medio por su afinidad con Occidente y una relectura del mismo en clave de fantasías propagandísticas para los más pequeños, adaptaciones de literatura clásica y fábulas religiosas, e historias biográficas y belicistas”. En este contexto, cualquier obra que escapara de estos tópicos tuvo que nacer necesariamente en el extranjero.
A esta barrera se enfrentaron autoras como Monica Kubina, Beeta Baghoolizades y Satrapi, a la que, siendo una adolescente de catorce años, sus padres enviaron a estudiar a Bélgica para alejarla de la guerra entre Irán e Irak. Terminada la secundaria, Satrapi volvería Teherán para inscribirse en Bellas Artes, pero el país al que volvió nada tenía que ver con aquel en el que había vivido sus primeros años y en el que había podido estudiar en el Liceo francés.
Los colegios extranjeros y bilingües ya no existían, las mujeres estaban obligadas a llevar velo, la represión político-religiosa abarcaba cualquier esfera de la vida, pública y privada, y las libertades democráticas con las que muchos habían soñado durante la revolución eran inexistentes. Satapri no tardó en marcharse. En esta ocasión, París fue su destino, donde publicaría Persépolis, la obra que le daría el reconocimiento internacional. Publicada a lo largo de tres años en cuatro tomos -actualmente la editorial Reservoir Books los ha editado conjuntamente en un solo volumen-, Persépolis es la historia de la niña Marjane, que tiene diez años en 1980 -la autora nació en noviembre de 1969-, cuando el velo se hizo obligatorio, después de que, justo un año antes, en 1979 estallara la que “más adelante se llamó ‘revolución islámica’”.
Quien narra la historia es la niña Marjane; es a través de su mirada inocente como asistimos a los acontecimientos: “A nosotras no nos hacía gracia ponérselos (el velo), sobre todo porque no sabíamos el motivo”, cuenta la niña. Satapri echa la vista atrás y cuenta el comienzo de la revolución: su joven protagonista nos cuenta sus deseos de manifestarse, las fotografías que realizaba su padre durante las manifestaciones, captando las primeras víctimas. En sus páginas nos encontramos con los amigos, la abuela, los rehenes liberados en 1979, el exilio del Sha, el padre, las torturas sufridas y su fe en la revolución: “Es absolutamente increíble. ¡La revolución es de izquierdas y la república pretende llamarse islámica!”.
La niña Marjane crece. Se va a Bélgica y vuelve. En 1991 está ya de vuelta en Teherán. Estudia en un país en el que la creatividad se considera peligrosa y donde las facultades se vuelven lugares de propaganda -“Una vez, en el aula magna, nos enteramos del motivo de la convocatoria: la dirección había programado una conferencia con el tema ‘La conducta moral y religiosa’ para mostrarnos el camino recto. Sus padres y su abuela no tardarán en convencerla que debe marchar y eso hará. Con su viaje se cierra su vida en Irán, país sobre el que seguirá escribiendo, si bien se irá alejando de lo exclusivamente autobiográfico para abordar la ficción.
En Pollo con ciruelas, se narra la historia de Náser Alí Jan, un músico que vive en la Teherán de 1958, y que, después de que su esposa le rompa su instrumento musical tar, decide meterse en la cama y no salir más. Con ecos de Las mil y una noches, homenajeando el género de la fábula y los cuentos orales, Satrapi construye un relato irónico a través del cual contar la frustración de un hombre y captar la cultura y el modo de vida de un mundo que ya no existe.
En Bordados, publicado solamente un año antes, en 2003, Satrapi nos habla de un grupo de mujeres iranís que, reunidas alrededor de una mesa bordando y tomando te, hablan de aquello que en público y en presencia de los hombres les ha sido vetado: matrimonios concertados, sexo, frustraciones, infidelidades… “Hablar a espaldas de los demás es el ventilador del corazón”, dice una de las mujeres. Son de diferentes edades; todas rompen en esa reunión con el silencio que se les impone, creando espacios de protesta y sublevación escondida. Satrapi consigue retratar a las diferentes generaciones de mujeres iraníes y, a través de su experiencia, describir un país en el que nacer mujer es una condena.
Si bien en 2004 la autora abandonará la novela gráfica para dedicarse a la pintura y, sobre todo al cine -junto con Vincent Paronnaud llevó a la gran pantalla sus obras Perspépolis y Pollo con ciruelas; en 2014 dirigió Las voces y el 2020 Radioactive, un film sobre Marie Curie-, hace un año volvería a publicar un libro, pero ya no como autora única. En Mujer, vida, libertad ejerce de editora. Este volumen reúne a distintos autores para narrar los hechos acontecidos en 16 de septiembre de 2022. Ese día, explica Satrapi en el prólogo, “la policía de la moral de Irán mató a golpes a Mahsa Amini por no llevar bien el velo. Su muerte desató una oleada de protestas en todo el país que se transformó en una revolución feminista apoyada por los hombres”.
Este libro, en el que los hechos que se narra y su contexto se apoyan en las reflexiones del periodista Jean-Pierre Perrin y el historiador Abbas Milani, cuyo diálogo con Satrapi se reconstruye en el capítulo final, subraya el compromiso de la artista con las mujeres de su país. Los personajes femeninos tienen mucha importancia en sus obras. Mujeres que han retado al poder y se juegan la vida. “El régimen caerá. El próximo alzamiento será mortal. Han celebrado sus 45 años, pero no llegarán a los 50. Hay cosas que no se pueden parar”, afirma Satrapi en una de las últimas viñetas de Sfar con las que concluye Mujer, vida y libertad, donde asciende de lo personal a lo colectivo, de lo biográfico a lo ficticio. Su obra es el testimonio de casi cinco décadas de dictadura religiosa.