Jordi Barreras creció en el barrio de Fondo, en Santa Coloma de Gramenet, y recuerda que por su casa siempre corría algún ejemplar de Grama, la revista local que por aquel entonces dirigía Eugeni Madueño, un conocido de su padre. “Allí salían las fotos de Pedro Madueño, de Juan Guerrero... siempre me impactaron sus imágenes. De hecho, la revista Grama sigue siendo hoy mi gran referente”, recuerda este fotógrafo catalán de 44 años, actualmente residente en Londres.
Ha sido precisamente en la capital británica donde Barreras ha encontrado la inspiración para publicar su primer libro, Already But Not Yet (Punctum press, 2021), una serie de fotografías documentales tomadas en la City londinense que transmiten la sensación de soledad y vacío que reina en el distrito financiero de la ciudad en pleno horario laboral.
Un contexto fantasmal
“Yo veo la City como una ciudad muerta, que se ha vendido a los intereses privados y se ha olvidado de la vida pública. Los domingos no hay ni una sola cafetería abierta”, explica por teléfono Barreras, que dedicó los cuatro años previos a la pandemia a recopilar las fotografías que hoy aparecen en el libro. Fotografías que muestran al sujeto durante una pausa laboral, mientras fuma o mira el móvil, solo y rodeado de edificios corporativos, con la intención de mostrar esa soledad y alienación como una metáfora de una sociedad donde cada vez impera más el aislamiento social y el individualismo por encima de lo colectivo, del sentimiento de comunidad. Eso explicaría que las imágenes transmitan un contexto fantasmal, en lugar del bullicio que uno esperaría estando en el centro financiero de la ciudad.
“De hecho, recibí varios comentarios de lectores que pensaban que las fotografías habían sido tomadas en fin de semana”, comenta el fotógrafo, que hace poco tuvo ocasión de publicar una de sus fotos en el diario británico The Guardian. La foto, titulada A human swamped by the world we have built (“Un humano anegado por el mundo que hemos construido”) muestra a una figura solitaria, abrumada por la escala de los edificios que la rodean. “La City es un ejemplo simbólico de cómo el poder impone su modelo de urbanismo”, añade el fotógrafo, asegurando que fue en Grama donde aprendió el valor social y político de la fotografía.
Tendencia amarillista
No obstante, no fue hasta que tuvo 17 años cuando descubrió que la fotografía iba a ser su vocación. “Por aquella época yo había abandonado la escuela y ya estaba trabajando, pero entonces un amigo me dijo que estaba estudiando Fotografía y me di cuenta de que era algo que se podía estudiar”. Barreras se apuntó a la escuela Gris Art y al terminar ya tenía muy claro que quería ser fotoperiodista, igual que sus referentes de Grama. Y lo consiguió. Empezó como fotoperiodista freelance, y más tarde pasó a ser colaborador regular de El Periódico y El País.
Durante un tiempo disfrutó de su trabajo, pero a medida que ganaba experiencia, empezó a volverse más crítico con el fotoperiodismo y la creciente tendencia al amarillismo por parte de los medios. El punto de inflexión fue cuando le tocó cubrir el conflicto por la construcción de una mezquita en Premià de Mar, en 2002. “Fui muy consciente de que lo que me pedían en el periódico no contribuía a la integración social, hacía que la gente se asustara más... Mi conclusión es que los medios colaboraron a crear más miedo y recelo contra los inmigrantes”, explica. Lo mismo observaba con la manera en que los medios locales informaban sobre la comunidad china, especialmente en el barrio de Fondo, “donde los chinos siempre han sido estigmatizados”, lamenta.
Trabajo crítico y reflexivo
Poco a poco, Barreras se dio cuenta de que le interesaba hacer un trabajo “más crítico, más reflexivo, más a largo plazo”, en contraposición a la noticia rápida y superficial, a la idea de priorizar el “estar siempre en el lugar” en vez de investigar las raíces de un problema.
Su “crisis” de motivación, acelerada por el impacto digital en los medios, llegó acompañada de la crisis financiera de 2008, causante de que de un día para otro se quedara sin trabajo.
Del trabajo al bar: "Me dan un poco de pena"
“Fue entonces cuando decidí irme a Londres y empezar de cero”, recuerda el fotógrafo, que por aquel entonces apenas hablaba inglés. Al llegar a la capital británica, Barreras se pasó un año y medio trabajando de cualquier cosa (“fui camarero, friegaplatos...”) hasta lograr una situación económica estable que le permitiera volver a dedicarse a la fotografía, pero desde una nueva perspectiva: como fotógrafo de arquitectura e interiorismo. “Eso me dio acceso a la riqueza que hay en Londres, a la abundancia material de los interiores de las casas... y también al estilo de vida de esta gente, se pasan el día trabajando en la City y al terminar la jornada los ves a todos emborrachándose en el bar, tienen mucha presión. La verdad es que me dan un poco de pena. Tendrán casas muy grandes, pero son esclavos de sus corporaciones. Están alienados”, explica el fotógrafo.
Precisamente, el título de su libro, Already But Not Yet (“Ya, pero todavía no”) hace referencia a esa promesa siempre implícita en la sociedad capitalista de conseguir algo gracias al rendimiento laboral. “Y ese algo puede que llegue o no, pero mientras tanto el trabajador es explotado sin límites”, concluye Barreras.