De coronar la basílica de la Sagrada Familia a luchar por los puestos de trabajo. Un centenar de vidrieros de Cricursa se ha concentrado esta mañana ante el templo barcelonés para reclamar la continuidad del empleo después de que la compañía se haya visto abocada al concurso de acreedores.
La manufacturera catalana, que está detrás de la iluminación de las fuentes de Montjuïc, se ha convertido en un referente de primera línea a escala internacional en la producción de vidrios curvados: su última creación, la estrella recientemente instalada en la torre Maria de la Sagrada Familia, ha sido aclamada en todo el mundo.
Oferta de Tvitec
También recibió encargos para ornamentar la Biblioteca de Qatar o rascacielos en Rusia, contratos millonarios que nunca se llegaron a ejecutar por culpa de la pandemia. Ante la prometedora evolución de su actividad, la compañía se endeudó para absorber dos empresas y renovar la maquinaria a la espera de unos ingresos que no se han materializado, detonando así la situación de insolvencia; lo que en términos empresariales se conoce como una muerte de éxito.
Entre los inversores que se han interesado por comprar Cricursa o al menos alguna de sus unidades productivas ha cogido fuerza la oferta --por ahora informal-- de Tvitec, firma leonesa que también produce vidrio para proyectos arquitectónicos, que acristaló la sede de la Generalitat en la Zona Franca de Barcelona. Sin embargo, su propuesta solo garantizaría la viabilidad de entre 50 y 120 empleos de una plantilla de 270, actualmente en ERTE.
Pilar económico de Balaguer
La posible compradora ha mostrado interés por las dos plantas de Lleida, ubicadas en La Sentiu de Sió y Balaguer, municipios muy dependientes económicamente de esta actividad industrial. La oferta no serviría para salvar todos los empleos en estos centros productivos (180) e implicaría el cierre de la tercera fábrica, en Granollers, cuyos trabajadores disponen de más antigüedad y mejores condiciones laborales.
En la asamblea celebrada tras la concentración, la división entre la plantilla de Granollers y la de Lleida ha estado muy presente. De hecho, algunos de los primeros han abogado por romper las negociaciones con la dirección e ir a la liquidación de la empresa, convencidos de que van a ser despedidos haya acuerdo o no. La representación de los trabajadores da por asumido que ningún inversor dará continuidad a la totalidad de los puestos, pero aspira a arrancar un compromiso de contratación de todos ellos si la facturación vuelve a crecer.
Cuatro meses sin cobrar
"Es una empresa que ha estado haciendo unas inversiones y ampliaciones, pero la cosa se les ha ido de las manos", asegura Francesc Antolín, un trabajador de La Sentiu de Sió que lleva 15 años en la firma vidriera. "Hay deudas y deben nóminas a la plantilla, nos deben tres nóminas antiguas y la de enero", afirma.
Josep Pérez, abogado del Col·lectiu Ronda, que representa a una mayoría de 230 trabajadores, señala que se trata de una "empresa pequeña con una potencialidad muy grande, la primera del mundo en vidrios curvados" y que se encuentra en esta situación "porque se quedó sin liquidez" pese a pedidos como el de Rusia que superaban los 20 millones de euros. Se muestra seguro de que la compañía podrá volver a funcionar cuando sea adquirida, pero lamenta que "la ley de concursos limita mucho y no ayuda a que las empresas no cierren", además de impedir la entrada de ayudas o financiación pública.
"Mentiras" e "impunidad"
Otra empleada reprocha las "mentiras" de los miembros de la dirección, que "han hecho previsiones y no han cumplido", por ejemplo en cuanto a plazos de pago. "Nos decían, la semana que viene cobraréis un 30%, y finalmente la cantidad era inferior", protesta. La dirección de Cricursa está negociando con Tvitec la compra de parte de la empresa con el fichaje de algunos de los directivos como contraprestación, algo que genera polémica entre muchos trabajadores, como Antonio Carrasco, que lo considera un "agravante" que deja "impunidad" ante la mala gestión por parte de los gerentes, a quienes culpan de falta de previsión y de la situación actual.
Los trabajadores han decidido finalmente continuar las negociaciones y el proceso del concurso de acreedores, pero solo aceptando ofertas que no comporten el cierre de ninguno de los centros de producción, lo que choca con la oferta que hay sobre la mesa. Tras la concentración y la asamblea, celebradas en el parque de detrás de la basílica, la plantilla continuará defendiendo la continuidad del máximo número posible de empleos para poder seguir desempeñando una actividad que a pesar de ser valorada y reconocida internacionalmente, ha quedado truncada por la pandemia.