Espacios para la alegría (cuando comienzan las vacaciones) o bien de todo lo contrario (cuando es el momento de despedir a la familia o a esa pareja que se va muy lejos durante un largo periodo de tiempo). Lo cierto es que los aeropuertos se han convertido en algo más que meros escenarios o instalaciones de transporte para coger un avión que llevará a ese pasajero a miles de kilómetros en unas horas.
Hay aeródromos que sorprenden incluso por su ubicación, entre algunas de las montañas más altas del mundo o a apenas unos metros de playas de aguas cristalinas, su diseño (que recuerda a edificios de la arquitectura tradicional) o por los servicios exclusivos que ofrecen (en estos casos convirtiendo la experiencia del usuario en algo más que tomar un medio de transporte).
Datos curiosos de los aeropuertos
Como si de pequeñas ciudades se tratase, hay ciertas situaciones o hechos que suceden en el interior de los aeropuertos y que para la mayoría de los viajeros y turistas pueden pasar desapercibidos, además de ser insólitos. Por ejemplo, solo en un 3% de los casos las maletas perdidas nunca llegan a manos de su destinatario como refleja un estudio elaborado por la empresa de transporte aéreo SITA. Pertenencias personales que jamás se recuperarán y de las que pocos conocen su destino final.
Más datos sorprendentes: el agua es el producto que más se vende en las tiendas de los aeropuertos (y en algunos casos a precios desorbitados para el tamaño de una botella), la seguridad aeroportuaria cambió tras los atentados del 11S, los quesos (por su densidad) pueden ser confundidos por el escáner como un tipo de explosivo y se pueden recoger auténticas fortunas cada día solo de las monedas que los pasajeros pierden en su trayectos por los aeropuertos.