Decía Magritte: “No hay respuestas en mis pinturas, solo preguntas”. Quizás por ello sus poéticas y desconcertantes imágenes, sugerentes y repletas de simbolismos, reinciden una y otra vez sobre los mismos temas en busca de soluciones. Esta concepción artística, de la que resultan innumerables variaciones, “dio lugar a un sinfín de composiciones audaces y de imágenes provocativas, capaces de alterar nuestra percepción, cuestionar nuestra realidad preconcebida y suscitar la reflexión”, explican los organizadores de la exposición sobre el artista organizada en el Museo Thyssen-Bornemisza, que viajará hasta Barcelona para exhibirla en el Caixaforum.

La perspectiva amorosa, 1935 / RENÉ MAGRITTE

 

Treinta y dos años después de que se viera por primera vez en España la obra del maestro surrealista, el museo madrileño acoge, desde el pasado 14 de septiembre y hasta el próximo 30 de enero, una exhaustiva retrospectiva que reúne más de 90 pinturas fruto de su desbordante ingenio.

Cuadros pensantes

Su manera de percibir el arte era tan surrealista como lo fue su obra. Llegó incluso a firmar, junto a otros colegas, un catálogo de productos de una imaginada sociedad cooperativa a la que llamaron La Manufacture de Poésie. La intención de esta improbable factoría no era otra sino automatizar la creación artística, contando incluso, con una “máquina universal para hacer cuadros”, con la finalidad de “componer un número prácticamente ilimitado de cuadros pensantes”. Pero aún hay más, parece ser que el artefacto en cuestión sería además de muy fácil manejo, al alcance de cualquiera. Pura democratización del arte.  

Sheherazade, 1950 / RENÉ MAGRITTE

A falta de esta utópica máquina Magritte asumió la creación de esta suerte de variaciones de productos metafóricos imaginarios. Él mismo lo explicaba así: “Desde mi primera exposición, en 1926, (…) he pintado un millar de cuadros, pero no he concebido más que un centenar de esas imágenes de las que hablamos. Este millar de cuadros es el resultado de que he pintado con frecuencia variantes de mis imágenes: es mi manera de precisar mejor el misterio, de poseerlo mejor”. Comisariada por Guillermo Solana, director artístico del museo, La máquina Magritte explora precisamente este elemento repetitivo y combinatorio tan presente en su trabajo.

Maestro del trampantojo pictórico

Imágenes que contradicen lo que dice el texto, un cuadro dentro de otro cuadro, una fantasmagórica silueta con bombín enmarcando un onírico lugar, figuras que nos dan la espalda y dirigen nuestra mirada hacia un inquietante paisaje o lienzos que simulan un mundo compartimentado en los que una puerta horadada nos asoma a un paraje irreal. Todos estos recursos metapictóricos suponen una fuente inagotable de inspiración para el maestro belga. Su obra entraña una constante reflexión sobre la pintura misma, un intento de visibilizar los pensamientos, algo que él mismo definía como “un arte de pensar”.

Los paseos de Euclides / RENE MAGRITTE

Los diferentes ámbitos de la muestra exploran todos estos juegos visuales del célebre pintor. Un fascinante hilo conductor que va guiando al espectador a través de un viaje perturbador. El arte de Magritte, más allá de una pura manifestación estética, es un revulsivo para la mente. Sus mensajes discordantes nos obligan a cuestionarnos una realidad que se antoja incompleta, limitada, contradictoria.

El misterio de los rostros

El misterio silencioso de sus cuadros se acentúa aún más si cabe en aquellos que protagonizan rostros. Pocas veces nos permite contemplarlos de frente, aunque a veces las caras se proyectan en lugares insospechados como en Sheherezade (1950). Otras muchas nos dan la espalda o quedan ocultas tras algún objeto, una manzana, unas flores, una paloma… Especialmente inquietantes se perciben aquellas cabezas que aparecen cubiertas con un velo como en su célebre cuadro Los amantes (1928) . Mucho se ha especulado acerca de este reiterado motivo. Algunos lo asocian al trauma que le originó un dramático suceso, el suicidio de su madre. Se cuenta que con apenas 13 años presenció como recuperaban del río Sambre su cadáver cuyo rostro apareció cubierto con el camisón. Una interpretación que él siempre ha rechazado. Para Guillermo Solana “la inspiración pudo venir más bien de una famosa fotografía de Man Ray”, El enigma de Isidore Ducasse en la que se aprecia un objeto indeterminado cubierto por una tela con cuerdas provocando así la curiosidad del observador.

El gran siglo, 1954 / RENÉ MAGRITTE

Paralela a la exposición, una instalación recoge una selección de fotografías de su círculo más cercano, algunos autorretratos y películas domésticas, descubiertas a mediados de los años 70, realizadas por el gran pintor surrealista. Unos valiosos documentos que nos permiten adentrarnos en el fascinante universo de Magritte. Tras su paso por Madrid, la retrospectiva viajará a Caixaforum Barcelona donde permanecerá desde el 24 de febrero hasta el 5 de junio de 2022.