En la Biblioteca Pública de Nueva York hay un imán con una frase que dice: “Think before you speak. Read before you think” (“Piensa antes de hablar. Lee antes de pensar”). La cita es de Fran Lebowitz, una conocida escritora y humorista americana que he tenido el placer de descubrir gracias a la serie Supongamos que Nueva York es una ciudad, recién estrenada en Netflix.
En cada uno de los siete episodios, Lebowitz es entrevistada por su amigo y director de cine Martin Scorsese sobre sus peripecias vitales en Nueva York, ciudad a la que llegó con 18 años, y sobre otros temas cotidianos que marcan nuestra existencia cotidiana, como las redes sociales, la obsesión por el deporte y el bienestar, el cambio climático, la música o la importancia de leer libros.
Sin duda, el último capítulo de la serie, dedicado a los libros, es el que más me ha gustado. Es allí donde aparece la fantástica cita de Lebowitz convertida en imán de biblioteca. La cita es en realidad mucho más larga y está extraída de un artículo que escribió la conocida humorista judía para la revista Newsweek en 1978, en el que daba algunos consejos a los adolescentes:
“Piensa antes de hablar. Lee antes de pensar. Esto te dará algo en lo que pensar que no te hayas inventado. Una buena jugada a cualquier edad, pero sobre todo a los 17 años, cuando corres el gran riesgo de llegar a conclusiones inoportunas”.
Si fuera la directora de un instituto de secundaria, me aseguraría de que esta cita estuviera escrita en letras mayúsculas en cada aula. ¡Qué gran verdad! Siempre he creído que cuando somos adolescentes nos los tomamos todo demasiado a pecho y nos cuesta calibrar los mensajes que recibimos. Lo he visto un montón de veces en mis clases de refuerzo escolar: chicos y chicas muy inteligentes creyéndose a pies juntillas cualquier cosa que leen en las redes sociales, haciendo bullying al “diferente” de la clase, o defendiendo ideas políticas radicales que en el fondo no se creen ni ellos. Leer libros desde jóvenes --estoy de acuerdo con Lebowitz-- puede ayudarnos a ser más críticos con lo que nos dicen o leemos en las redes, a abrirnos de mente, a empatizar con otras realidades diferentes de las nuestras.
Hace unos días le comentaba a un amigo que si a mi hijo, cuando sea mayor, no le gusta leer libros, me frustraré. Él me tranquilizó: “lo importante es que desarrolle alguna sensibilidad artística --música, cine, pintar...--- no a todo el mundo le tiene que gustar leer”.
Lebowitz opina lo mismo. “Leer es una cuestión de gustos”, le responde a Scorsese, cuando éste le pregunta cómo desarrolló su pasión por la lectura. Según la humorista, aficionarse a la lectura no tiene tanto que ver con haber nacido en un entorno lleno de libros o con que tus padres te llevaran cada tarde a la biblioteca. “Algunos se aficionan y otros no”, dice. A ella, no obstante, descubrir la lectura de niña le pareció una experiencia increíble: “¡mi mundo se volvió mil veces más grande!”, recuerda.
Por otro lado, Lebowitz se queja de que hoy en día se haya popularizado la idea de que el lector necesite sentirse identificado con el libro, “verse reflejado en él”, para que la lectura le parezca interesante. “¡Un libro no se supone que es un espejo, sino una ventana al mundo!”, exclama en otro momento de la serie, en el que aparece entrevistando a la escritora afroamericana Toni Morrison. En esta entrevista, realizada poco antes de la muerte de Morrison, en agosto de 2019, la escritora afroamericana admitía que “es cierto que en lugar de explorar otros universos o dejar volar la imaginación, ahora muchos lectores buscan una réplica de sus vidas”, pero eso no había cambiado su forma de escribir.
Ganadora del Nobel de Literatura en 1988 y el premio Pulitzer en 1993, Morrison está considerada una de las voces de referencia de la literatura americana. Sus obras abordan los principales problemas de la sociedad afroamericana en EEUU --esclavitud, racismo, segregación...-- y tienen un marcado carácter reivindicativo. Desafortunademente, no me he leído ninguna, pero esta semana me he comprado la más conocida: Beloved. Qué ganas de empezar a leerla.