Danny Lyon (Brooklyn, Nueva York, 1942) pasa por ser uno de los fotógrafos documentalistas más influyentes del siglo XX. No es solo por su particular manera de mirar, cercana y comprometida, sino también por su interés en capturar realidades escondidas lo que han convertido sus trabajos en extraordinarios testimonios visuales.
Impulsor entusiasta del denominado New journalism y fiel representante de los llamados concerned photographers (fotógrafos comprometidos), Lyon mostró desde sus inicios un profundo interés por los temas contraculturales y socioeconómicos además de implicarse activamente con el Movimiento de Derechos Civiles.
Gran parte de su trayectoria la dedicó a recorrer los EE.UU, registrando con su cámara realidades muy alejadas del guión oficial. Para él la fotografía no es un mero recuerdo de un instante sino una herramienta de visibilidad. Así a lo largo de 14 meses, entre los años 1967 y 1968, visitó con un permiso especial, sin ningún tipo de restricción, seis cárceles estadounidenses en el estado de Texas. Durante todo ese tiempo compartió el día a día junto a los reclusos, algunos de los cuales cumplían, por aquel entonces, las condenas más largas en esos momentos del mundo occidental. Esa experiencia inmersiva dio lugar a Conversations whit the Dead. Una radiografía incisiva sobre la vida carcelaria. Un retrato humano excepcional.
La misma entrega se desprende de uno de sus trabajos más emblemáticos: The Bikeriders. Una magnífica serie de fotografías tomadas durante un largo periodo de cuatro años en el que compartió carretera y manta con una banda de moteros conocidos como los Chicago Outlaws.
Tras años viajando regresa de nuevo a su ciudad. Allí se instala justo enfrente del Bajo Manhattan, una extensa zona inmersa en una profunda transformación. Perplejo por lo que ocurre ante sus ojos decide capturarlo con su cámara. El resultado un excepcional ensayo fotográfico con la metrópoli como protagonista.
“Durante un siglo se han mantenido en pie, en la oscuridad y a la luz del día. Por las mañanas, el sol brillaba en una de sus fachadas y, por la tarde, en la otra. Ahora, en sus últimos momentos, reciben la visita de los operarios de demolición”. Esta breve reflexión del propio fotógrafo nos pone en antecedentes de lo que nos depara: La destrucción del Bajo Manhattan, que hasta el próximo 17 de enero de 2021 se podrá contemplar en el museo ICO de Madrid.
La muestra, comisariada por el mismo autor, reúne una colección de 76 fotografías en blanco y negro que documentan la transformación de uno de los barrios más antiguos de Nueva York. En 1967 un total de 24 hectáreas fueron demolidas para dar cabida, entre otros, al trágicamente desaparecido complejo del World Trade Center.
El nuevo centro financiero de la ciudad, se alzó sobre los solares que albergaban vetustos edificios, algunos de los cuales ya estaban en pie durante la Guerra de Secesión. Más de un siglo de historia sucumbía a la especulación urbanística que, implacable, transformaría el skyline más célebre de todos los tiempos.
La muestra invoca al debate permanente de cómo deben evolucionar nuestras ciudades. Hacia espacios amables, seguros y tranquilos pensados para el ciudadano o hacia un modelo orientado a fines especulativos donde los intereses económicos priman sobre los de sus ciudadanos. Una controversia constante.
El área afectada se extendía en torno al puente de Brooklyn, Washington Market (donde se ubicaba el mercado de abastos) y la calle West. Comercios, viviendas, hoteles, el restaurante Gars que abrió sus puertas en 1827, en la esquina de la calle Beekman, el más antiguo de Nueva York; el primer edificio de hierro fundido de la ciudad (1848) y posiblemente el de más antigüedad en el mundo, obra del arquitecto James Bogardus, imprentas, parques, librerías… todo desaparecía a golpe de pico y pala.
Área del puente de Brooklyn vista desde el tejado del Hospital Beekman, 1967 / DANNY LYON / MAGNUM PHOTOS
La exposición incita a observarla con calma, incluso, a recorrerla más de una vez. Descubrir pequeños detalles que puedan pasarnos desapercibidos como los célebres depósitos de agua tan característicos, la estructura clásica de sus fachadas, las farolas, la exquisita decoración de un taller de tonelero en la calle Ferry, los frisos tallados, radiadores de hierro que son una auténtica joya, retratos que dejaron abandonados o una imagen de Marilyn prendida en una pared.
Para finalizar se han incluido un anexo con 24 fotografías inéditas de la serie Un álbum: Europa, verano de 1959. Imágenes tomadas por Lyon con una Exa de 35mm durante un viaje por Europa, entre las que hay varias tomadas en España.
Coincidiendo con la exposición el museo ICO, en colaboración con la editorial neoyorquina Aperture, publican la edición facsímil en español que contiene el extraordinario relato visual de esta vasta metamorfosis. Un libro originariamente publicado por la prestigiosa The Macmillan Company, en 1969, y que acabaría siendo objeto de coleccionista.