Hay personas que dejan huella por su humanidad y liderazgo. Gerald Hines (1925-2020) era uno de esos hombres que impactaban por su entusiasmo, carisma y autoridad moral. No dejaba indiferente a nadie.
Hines, promotor inmobiliario artífice de proyectos como Diagonal Mar en Barcelona, era un ingeniero nacido en Indiana que emigró a Houston en búsqueda de prosperidad. Estudió ingeniería porque su padre le dijo que los ingenieros eran los únicos a los que no despedían durante la guerra. Se lanzó a construir su sueño de ser promotor. Y arriesgó todo para la construcción de una nave. "Aquello salió, bien, pero de haber fracasado mi evolución posterior quizás hubiera sido distinta", afirmaba.
Años más tarde, allá por los años 60, construyó un mítico centro comercial Houston Galleria con una pista de patinaje, y de ahí edificios singulares, torres de oficinas y sedes sociales acompañando a empresas en su expansión por Estados Unidos. Siempre fue fiel a una filosofía de calidad que afirmaba que, ahí donde otros ven costes innecesarios en la arquitectura de prestigio, "solo los mejores arquitectos son capaces de construir los mejores edificios, que son los que atraen a los mejores inquilinos, y mantienen los mas altos niveles de ocupación, a pesar de los altibajos del ciclo inmobiliario".
Hines creía en el medio inmobiliario como una de las mejores expresiones de los sueños de las personas y su pasión por la arquitectura configuró una misión empresarial basada en dejar un legado de calidad y sostenibilidad en el mundo construido. Defendía que "es muy fácil construir un edificio barato o caro, pero que lo difícil es construir una extraordinaria pieza arquitectónica que sea económicamente viable a la vez". Colaboró con arquitectos como Pei, Foster, Pelli, Jean Nouvel, Stern y Philip Johnson, quien afirmaba que todo lo que era se lo debía a Gerald Gerry Hines.
La caída del muro de Berlín le permitió demostrar que su valor de integridad, consistencia y disciplina podía trasladarse a otros mercados sin perder de vista el enfoque local: "Lo primero en un negocio es hacerlo rentable y dejar una buena huella. Una cuestión de responsabilidad social". Entre proyecto y capital, siempre estaban presentes las personas, el pegamento de una organización que fundó un solo hombre. Hoy son más de 4.800 empleados repartidos por todo el mundo.
Tuve ocasión de tratarle en muy pocas ocasiones. Él era el alma de la empresa, un líder con visión que venía a España a supervisar el estado de los proyectos en el inicio de la crisis de 2008. Durante aquellos meses aprendimos que, en un mercado bajista, "hay que liderar el mercado a la baja". Si hay que tomar decisiones difíciles, hay que actuar para anticiparse a la competencia. Es en situaciones así donde se percibe especialmente la diferencia entre un gestor y un líder de verdad.
Hines falleció el domingo, recién cumplidos los 95 años de edad. Creía en la familia, las personas, la integridad y la excelencia como propuesta de sostenibilidad a largo plazo. Sabía que el futuro no se construye desde el miedo. Será recordado por todos los que tuvimos el privilegio de conocerle y por aquellos que valoran el diseño y la calidad en el entorno construido. Un gigante que entendía el valor del riesgo para ir detrás de un sueño y, a la vez, alguien de trato cordial y cercano. Su espíritu, un desafío para el futuro de la empresa, pero sobre todo un ejemplo. Descanse en paz.