El arquitecto valenciano Vicente Guallart construirá en el área china de Xiong’an, cerca de Pekín, las primeras viviendas post-Covid, una serie de edificios autosuficientes que generarán comida y energía, y contarán con espacios para teletrabajar, laboratorios e impresoras 3D para generar objetos cotidianos.
Guallart, afincado desde hace años en Barcelona, ha ganado el concurso internacional promovido por el presidente Xi Jinping, que busca definir los estándares para los edificios de una nueva urbe situada a 100 kilómetros de la capital china.
Criterios ecológicos
Esta localidad ha sido impulsada como concentrador para el triángulo económico que la capital china forma con Tianjin y Hebei, y que estará construida con criterios ecológicos y de escala humana, fusionando el estilo europeo y el asiático.
El proyecto presenta, bajo el título La ciudad autosuficiente, un modelo urbano construido a partir de cuatro manzanas donde las personas pueden vivir, trabajar y descansar en el entorno de su vivienda. Además, en épocas de crisis sanitaria, energética o alimentaria estas casas estarían preparadas para dar una respuesta adecuada desde el entorno mismo de la vivienda, incluso en confinamientos de diversos grados.
Edificios autosuficientes
En concreto, el conjunto está pensado para poder producir alimentos, energía y objetos de uso diario a partir de una mini industria digital equipada con impresoras 3D situadas en las plantas bajas.
“Hoy en día comemos tomates que vienen de Brasil y compramos sillas de China. Tenemos que lograr cambiar el modelo productivo para elaborar aquello que necesitemos en el entorno local al mismo tiempo que estamos conectados globalmente”, explica Guallart. La idea que hila todo esto proyecto es, según el arquitecto, "pensar que en la economía del futuro tendremos que producirlo todo cerca de donde vivimos para ser más resistentes y resilientes".
Invernaderos y paneles solares
Guallart pone como ejemplo la fabricación altruista de mascarillas y pantallas de protección que los llamados makers llevaron a cabo durante la reclusión por el coronavirus. “Ahora la idea sería imprimir mesas, sillas o cafeteras, elementos de uso diario o piezas para reparar objetos que vayan a quedarse obsoletos”, apunta el valenciano, que ve en la microindustria digital una de las grandes apuestas del futuro.
Asimismo, todos los bloques de viviendas estarán cubiertos por invernaderos donde producir alimentos para el consumo diario y en cuyas cubiertas se podrán colocar paneles solares para producir energía.
Viviendas ecológicas
Los edificios estarán fabricados con madera industrial, material “renovable y de futuro” que sigue los principios de la bioeconomía circular, en palabras de Guallart. “Los bosques crecen anualmente entre un 2% y 3%, por lo que si talamos ese porcentaje cada año, continuaremos conservándolos al mismo tiempo que disponemos de mucho material”, añade el arquitecto.
Por otro lado, la madera almacena CO2 dentro de ella misma, por lo que contribuye a alcanzar la neutralidad climática, objetivo central de los movimientos verdes, que buscan reducir a 0 las emisiones de gases de efecto invernadero. Las casas estarán orientadas al sur, contarán con ventilación cruzada y tendrán un colchón térmico con las terrazas, lo que permitirá incrementar el ahorro de energía.
Teletrabajo
“Un 40% de los trabajos actuales pueden hacerse desde casa y vamos hacia un futuro en el que la gente irá menos a las oficinas”, asegura Guallart. Por esta razón, el arquitecto ve indispensable la inclusión de espacios de coworking conectados con redes 5G dentro de los edificios, lugares que al mismo tiempo funcionarán como redes sociales para el intercambio de recursos entre los vecinos.
Los espacios para el trabajo estarán complementados por una piscina pública, tiendas, un mercado, guarderías y hasta un parque de bomberos, “aspectos que hacen nuestra vida mejor”, en palabras de su creador.
Ideados durante la reclusión
La idea nació y se desarrolló durante el encierro provocado por la pandemia de coronavirus, una situación que “influyó en el espíritu del equipo y del proyecto”, explica Guallart. “En un momento en el que todos hablamos de crisis, queríamos dar esperanza y buenas noticias, enseñar como será el futuro o como puede serlo”, confiesa el arquitecto.
Las viviendas también contarán con algo que muchos han echado de menos durante los meses de encierro: luz y espacios exteriores, logrados gracias a terrazas de al menos 3 metros de profundidad donde “disfrutar del aire, comer y jugar con los niños”, sostiene Guallart.
Utopía o realidad
“Es un estándar que se puede aplicar en China, en España o en cualquier parte del mundo”, sostiene el creador de los edificios post-Covid, que se muestra convencido de que “si se puede hacer en Pekín, también en Barcelona”.
Si todo va bien, estas viviendas podrían estar construidas en dos o tres años, pero Guallart advierte de que el proyecto aún se encuentra en fase de negociación y “todavía tiene que verse la reacción que tendrá China tras la crisis”.