Los balcones y ventanas suscitan un embrujo muy particular. No son pocos los artistas que a lo largo de la Historia del Arte han sucumbido a su hechizo y los han plasmado en sus obras. El cine, la pintura y, por supuesto, la fotografía han tomado estos versátiles elementos arquitectónicos como eje principal o destacado de numerosas creaciones.
Una ventana abierta de par en par al arte
El Séptimo Arte los ha usado como recurso en el desarrollo de incontables tramas. Algunas de ellas inolvidables, como es el caso de La ventana indiscreta, todo un clásico dirigido por el maestro del suspense Alfred Hitchcock en 1954. Con un convaleciente James Stewart espiando a sus vecinos cámara en mano. En la década de los 80 Helena Bonham Carter y Julian Sands se enamoraron, nada más y nada menos que, en Una habitación con vistas a Florencia. Los más pequeños de la casa han visto cómo la factoría Disney ha explotado como nadie los balcones en Aladdin y Enredados.
El pintor estadounidense Edward Hopper plasmó en sus lienzos la atmósfera taciturna, que respiraban solitarios personajes atrapados tras las ventanas: Cape Cod Morning 1950, Room in Brooklyn 1932, Sol de la mañana 1952… No es el único ya que es un motivo bastante utilizado en muchos otros artistas como es el caso de Salvador Dalí, Pablo Picasso, Magritté, Chagall o Matisse.
Pero quizás sea la fotografía una de las disciplinas, y en mi opinión, el arte más democrático, que mejor ha sabido dar rienda suelta a ese oculto voyeur que todos llevamos dentro. Existen ejemplos bellísimos de fotógrafos que han capturado momentos tan mágicos como cotidianos, desde la intimidad que nos proporciona algo tan universal como son las ventanas. Uno de ellos es Josef Sudek (1896-1976), el fotógrafo checo al que el Círculo de Bellas Artes de Madrid le dedicó en 2009 una amplia retrospectiva titulada “Una ventana a Praga” en la que se pudieron ver, entre otras joyas, algunas fotografías de su serie La ventana de mi estudio.
Si repasamos la obra gráfica de Alberto García Alix, Lee Friedlander, Berenice Abbott, Robert Frank, Eugène Atget, André Kerstész, Sebastiao Salgado, Alex Prager, Alessandra Sanguinetti, Sarah Jones… la lista sería muy larga, observamos que prácticamente nadie escapa a la tentación de usar estos elementos en la composición de sus trabajos. No debemos olvidar que la primera fotografía, al menos conocida, la tomó Nicéphore Niépce desde la ventana de su casa en 1826. A partir de ahí su presencia es una constante.
Los ciudadanos fotógrafos de excepción
Debido a la situación creada por la crisis del Covid-19 en la que debemos permanecer recluidos en nuestros hogares, ventanas y balcones se han convertido de manera excepcional en una vía de escape, además de escenario improvisado de innumerables escenas que recordaremos durante mucho tiempo.
Ese es el motivo por el que PhotoESPAÑA, el festival de fotografía de referencia en nuestro país, que cada verano inunda de exposiciones la capital y muchas de nuestras ciudades, se ha propuesto “hacer de la necesidad virtud”. Para ello ha puesto en marcha un proyecto abierto a toda la ciudadanía en el que invita a compartir las instantáneas que se realizan desde balcones y ventanas en su cuenta de Instagram @photoespana_ con los hashtags #PHEdesdemibalcón y #PHE20 y registrarnos mediante un formulario que encontraremos en su página web.
Esta original convocatoria estará abierta hasta el próximo 17 de mayo de 2020. Una vez finalizado el plazo, la organización hará una selección, de las 50 mejores, que se expondrá en los balcones más emblemáticos de las ciudades que participen. Esta puesta en escena dará el pistoletazo de salida a la XXIII edición del prestigioso certamen que se celebrará durante el verano y finalizará el próximo mes de septiembre.
Hasta el momento numerosas ciudades se han unido ya al creativo reto: Madrid, Barcelona, Salamanca, Santander, Segovia, Sevilla, Córdoba, Logroño, Oviedo, Zaragoza, León, A Coruña, Castellón, Granada, Toledo y un largo etcétera que aumenta día a día.
En unas semanas todo esto empezará a ser un “inolvidable” recuerdo. Podremos entonces pasear libremente por nuestras calles y plazas, elevar la mirada hacia esos balcones y ventanas engalanados que, sin pretenderlo, habrán cobrado de repente un extraño protagonismo y disfrutaremos aliviados desde fuera de la libertad recuperada.