Los ready-made de Marcel Duchamp no llegaron a su plenitud hasta después de las vanguardias. En un oleaje posterior al culto dadaísta, apareció el arte conceptual profetizado por Duchamp y definido por el artista americano Sol LeWitt en una serie de artículos publicados en los segundos sesentas, donde su autor ensalzaba la crónica del nacimiento de una obra, más que la obra en sí. Era el auténtico Manifiesto Conceptualista; LeWitt había dado en la tecla; encontró el ensalmo que inspiró el Manifiesto Romántico de Victor Hugo; el Manifiesto Futurista de Marinetti; el primer Manifiesto Dadaista de Tristan Tzara o el Manifiesto Letrista de Guy Debord.
Ya en los setentas, en el París de los Orfebres y en el Nueva York del Soho, estallaba un universo de notas, diálogos, fotos, dibujos de prospectiva, bocetos o maquetas, que sustituían al cuadro y la escultura, pilares básicos del arte convencional. Este mismo culmen postmodernista llegó una década más tarde a Barcelona para mostrar ejemplos descollantes del nuevo arte en la galería del Born, Metronom, propiedad del mecenas Rafael Tous. La ciudad descubrió entonces las perfomances de Carlos Pazos y de otros artistas; y fue allí donde emergió la intención de Tous de levantar una Colección Privada de arte conceptual, que hoy son las mil piezas donadas al Macba, esta misma semana.
El arte de los últimos 50 años
El arte está de enhorabuena. La acción del artista y la participación del visitante, que fueron la dualidad del mundo conceptual, tienen un techo permanente gracias a la generosidad de Tous. Este último conecta su destino a la gran tradición museística de las colecciones catalanas del novecientos. El Macba recibe la mayor donación de su historia y compite así con el MNAC (Museu Nacional de Catalunya) que en los últimos años, coincidiendo con la presidencia de Miquel Roca en su patronato, ha recuperado el legado de la Colección Cambó y ha rescatado la inercia residual de las grandes diásporas (Batlló, Muntadas, Güell o Muñoz, entre otras).
La Colección Tous resulta esencial para comprender el arte de los últimos 50 años en Cataluña y España. El Macba prepara una exposición con una parte del legado para finales de año en la que se exhibirán obras de Antoni Llena, Àngel Jové, Francesc Torres, Joan Rabascall, Pere Noguera, Àngels Ribé, Fina Miralles, Jordi Pablo y Francesc Abad, entre otros.
La experiencia local viene marcada por la expansón internacional de artistas conocidos en Barcelona, como Joseph Kosuth, Lawrence Weiner, el grupo Art & Language, Gilbert and George, Dennis Oppenheim, Walter de Maria, Robert Smithson, Jean Dibbets o Richard Long. Algunos de los citados han sido referidos en presentaciones y comisariados con anterioridad por el actual director del Macba, Ferran Barenblit, canalizador de la potente asociación entre la voluntad de un mecenas, Tous, y la vocación del mejor museísmo.
La ventaja del arte conceptual
El maridaje de Tous no es nuevo. Su compromiso con esta plétora de artistas tuvo lugar en la creación de la sala Metrónomo, que entre 1980 y 2006 (primero en Sant Gervasi y después en el Born), se convirtió en un espacio de experimentación en diferentes disciplinas, desde las artes visuales hasta la danza o el teatro. A Tous le gusta destacar su condición de destructor creativo en el arte contemporáneo; ha descollado siempre por su "compromiso poético" y el "contenido social y político" de las propusras que llenan sus estanterías y paredes.
"La ventaja del arte conceptual es que tiene muchas lecturas, cada uno lo interpreta como quiere", ha explicado Tous. Con respecto a la crítica política, hay obras de Francesc Abad, Francesc Torres, Grup de Treball o Muntadas; en arte social y atención a los medios de comunicación de Muntadas, Joan Rabascall y Eulàlia Grau; en investigaciones sobre la materia y el objeto de Pere Noguera, Jordi Pablo y Jaume Xifra; sobre el cuerpo y la naturaleza de Jordi Benito, Àngels Ribé, Fina Miralles y Carles Pujol; así como ceremonias rituales del grupo Catalans de Paris.
Su divisa como colecciones queda definida con sus palabras: "Doy la colección para que sea vista”; una forma elegante de citar al poeta con “los ojos que tú ves/ no son ojos para que tú los veas/ son ojos porque te ven”. El coleccionista confiesa haberse levantado un día contento y con esta decisión en la punta de los labios: "¿Qué haces una noche que duermes mal?" Pues digo que "lo doy todo". "Que sea feliz todo el público de Barcelona". Qué más podemos pedir.
Pasión discreta y visceral
Desde muy joven, Tous empezó a coleccionar cromos, programas de cine, cajas de cerillas, etc. En cada uno de estos personajes --Tous sigue hoy a entregas anteriores sobre Godia, Daurella, Muntades, Batlló, Andic o Bassat-- encontramos un origen freak por el coleccionismo de objetos aparentemente insignificantes, y sin embargo el primer paso fue solo el comienzo de una bella combinación entre el arte y el emprendedor.
A partir de 1965, Tous empiezó a coleccionar arte. Primero pequeñas obras de pintores impresionistas catalanes: Mir, Casas, Opisso, etc., sobre todo dibujos y guaches. En 1970 se vendió todas estas obras e inicio la colección de arte contemporáneo, por este orden: primero pintura figurativa, los Artigau, Heras, Armengol, Boix, Equipo Crónica, Genovés, Llimós, etc. Luego informalismo, los Román Vallés, Guinovart, todos los artistas del Grupo El Paso de Madrid. Ya en los años ochentas el arte conceptual español y con el cambio de siglo entró en la fotografía contemporánea y en el arte africano.
La obsesión del coleccionista es una pasión discreta y visceral. Nadie amasa una colección ordenada, como la de Tous, si vive en el Retrato de Dorian Grey; hace falta ser sistemático y tener el olfato del cazador bajista, broker invisible y feroz para un mercado sin regulación ni competencia perfecta; un mundo de palabra y encaje de manos en el que el gentlemen amaga mejor que el mentiroso.