El primer gran rascacielos de Europa a principios del siglo XX, a imagen y semejanza de los de Nueva York, en plena plaza Catalunya de Barcelona; enormes edificios donde ahora se encuentra la Fira, a los pies de Montjuïc; o un plan urbanístico que pretendía arrasar, literalmente, todo el barrio del Raval para convertirlo en un distrito administrativo. Son sólo algunos de los ejemplos de los proyectos que nunca vieron la luz en la ciudad, y que de haberse llevado a cabo, hubieran cambiado radicalmente su fisonomía. Planteamientos y esbozos, junto a otros muchos que sí salieron adelante --como los del Hospital de Sant Pau o la Universidad de Barcelona, por ejemplo-- que pueden verse estos días en la exposición conmemorativa del 50 aniversario del Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC), ubicada en su sede central de la plaza Nova de Barcelona, y que estará abierta al público hasta el próximo 5 de enero.
La muestra ofrece, por primera vez, la posibilidad de ver 130 dibujos y planos de un centenar de arquitectos procedentes de su fondo histórico, considerado el más importante de España tanto por su valor como por su volumen, pues dispone de más de dos millones de documentos. Una ocasión única, por tanto, para conocer mejor la historia de la arquitectura de la ciudad y de toda Cataluña desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad.
Rascacielos en la plaza Catalunya
Entre los proyectos más sorprendentes que se exhiben en la exposición figuran los dos rascacielos, diseñados en distintas épocas del siglo XX, que debían construirse en la plaza Catalunya, actual centro neurálgico de la ciudad.
De la magnitud del primero da cuenta una espectacular maqueta del edificio Sellés-Miró, planeado en 1918 por los arquitectos John Mead Howells y James Gamble Rogers. Su altura debía alcanzar los 130 metros, y contemplaba incluir oficinas, un hotel, comercios y hasta una estación de tren. Algo insólito, por su ambición y modernidad, en la Europa de la época.
El segundo fue concebido en 1961 por Josep Maria Bosch Aymerich, con una altura de 140 metros y 40 plantas. Ambos fueron desechados, y tenían que edificarse en el mismo punto: en la zona comprendida entre las calles Pelai, Rambla de Catalunya y Vergara.
“En el mismo solar, y con unos 40 años de diferencia, se proyectaron unos enormes rascacielos que no fructificaron. El proyecto de Mead Howells recuerda perfectamente las formas típicas de los rascacielos de Chicago o Nueva York de la época, con unas alturas impensables, no sólo en Barcelona, sino también en Europa. El proyecto de Bosch i Aymerich, del cual hace tres propuestas con plantas totalmente diferentes, expresa el dominio de la tecnología y la manera de hacer muy americana, donde el arquitecto había hecho muchas obras de todo tipo”, explica Andreu Carrascal, archivero del Archivo Histórico del COAC, a Crónica Global.
Un plan que eliminaba el barrio del Raval
Otra de las obras estrella de la muestra es el enorme diorama, de unos 6,5 metros de longitud, del plan Macià concebido por el Grup d’Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l’Arquitectura Contemporània (GATCPAC) y Le Corbussier, uno de los referentes del urbanismo y la arquitectura moderna del siglo XX. Su planteamiento para la exposición La Nueva Barcelona, de 1933, pretendía cambiar de lleno la fisonomía de la ciudad, abriéndola al mar, y con más luz y espacios verdes.
“El diorama del plan Macià representa la aportación teórica sobre el urbanismo en Barcelona quizá más interesante del siglo XX. Le Corbusier, con la colaboración del GATCPAC, proponían dos grandes actuaciones. La primera, una osada solución al problema del barrio del Raval. Sencillamente, eliminaban el barrio como única solución a los problemas enquistados de la suciedad, las enfermedades y la nula idoneidad de sus casas. La segunda propuesta es la nueva trama urbanística de 400x400 metros que respondiera a los nuevos retos del siglo XX (maquinismo, velocidad, etc), con unos edificios en greca que permitieran el soleado y aireado en contraste con el sistema que propugnó Cerdà y que el GATCPAC consideraba exitoso, pero propio del siglo XIX”, detalla el experto.
Grandes edificios a los pies de Montjuïc
Otro proyecto, el de la urbanización de la avenida María Cristina en la parte baja de Montjuïc --donde ahora se encuentran los pabellones de la Feria de muestras de la ciudad y las célebres torres venecianas--, contemplaba su desaparición y la construcción en su lugar de grandes edificios para oficinas y viviendas. El plan, obra de Jaume Torres Grau, fue uno de los 53 que se presentaron a concurso en 1935 para reconvertir el espacio de la exposición universal de 1929. Ninguno fructificó, y el estallido de la Guerra Civil un año después dio al traste con todos ellos.
“El proyecto de Torres Grau no deja de ser una propuesta clásica para las posibilidades que daban los solares de los pabellones. La propuesta de Rubió i Tudurí, con sus rascacielos, daba más carácter y modernidad a su proyecto, muy en el estilo de las teorías de la Barcelona futura”, relata el archivero.
Remodelación de la Catedral gótica
Otro de los documentos que pueden verse es el alzado de la fachada de la catedral de Barcelona realizado en 1882 por Joan Martorell, uno de los maestros de Antoni Gaudí. De hecho, la delineación de la misma se atribuye a este último, y la grafía que aparece sobre el papel, a otro de los grandes arquitectos del Modernismo catalán: Lluís Domènech y Montaner.
“Al proyecto de nueva fachada de la Catedral se presentaron dos grandes arquitectos del siglo XIX. Por una parte, Josep Oriol Mestres i Esplugas, y por la otra, Joan Martorell Montells. El dibujo de la fachada que conserva el archivo (y que fue reproducido en medios gráficos de la época) es la propuesta de Martorell. Finalmente, el proyecto ganador fue el de Oriol Mestres, aunque lo acabó dirigiendo el arquitecto August Font al morir Mestres al poco de iniciarse las obras”, aclara Carrascal.
El proyecto de Instituciones Provinciales de la Diputación
Entre los muchos documentos que llaman la atención de la muestra se encuentra también el proyecto de Instituciones Provinciales de la Diputación, de 1887. Un enorme edificio de August Font i Carreras que, según explica el archivero, “tenía que generar espacios tanto para la administración como para la enseñanza, y que seguramente se quería enclavar en una zona sin propietarios fruto del derribo de la muralla, en la Ronda de Sant Pere. Lluís Domènech i Montaner, con Josep Vilaseca, también hicieron otra propuesta que el Archivo Histórico del COAC conserva”.
Y entre otros muchos planes que no llegaron a nuestros días figuran también el proyecto de Campos Elíseos de Carles Gauran de 1853, ubicado en pleno centro de la ciudad; o el del plafón de la exposición “la Ciudad de Reposo y Vacaciones”, un área de descanso comprendida entre Barcelona y El Garraf para disfrute de los trabajadores barceloneses ideada por el GATCPAC en 1933.
Palacio de la Paz de La Haya de Puig i Cadafalch
Por lo que respecta a obras planteadas para fuera de la ciudad, brilla con luz propia la concebida en 1906 por uno de los grandes referentes del Modernismo catalán: el espectacular Palacio de la Paz de La Haya (Holanda), de Josep Puig i Cadafalch --arquitecto, entre otras, de la Casa de les Punxes o la Casa Amatller de Barcelona--, con la colaboración de Josep Goday. Una obra que se presentó al concurso que se llevó a cabo, y que finalmente ganó el arquitecto francés Louis Cordonnier, ajustando mucho su diseño neorrenacentista original al presupuesto.
“Creemos que fue el único proyecto presentado en la península, y se puede ver cómo la fachada quería recordar el estilo típico del goticismo propio de los Países Bajos”, explica Carrascal.
Un hospital revolucionario
Entre las obras que sí se llevaron a cabo, y que pueden verse en la exposición, figuran algunas de sus coetáneos, como la perspectiva del conjunto del Hospital de Sant Pau de Barcelona tal y como lo concibió Lluís Domènech i Montaner en 1903; así como también las del Palau de la Música, de 1905 --hoy en día, dos de los principales reclamos turísticos de la ciudad--, y la del Café Restaurant para la Exposición Universal de 1888, también del mismo autor.
Otro edificio que también vio la luz --aunque no se conservó-- fue el moderno pabellón de EEUU de la Feria Internacional de Muestras de Barcelona de 1956, construido para la ocasión junto a las fuentes de Montjuïc; o la Casa Tecla de Francesc Folguera, de 1929, que hoy se conoce como casal Sant Jordi y alberga la sede del Departamento de Justicia de la Generalitat, entre las calles de Casp y Pau Claris. Así como también bocetos originales de Arata Isozaki para el Palau Sant Jordi de 1990, entre otros.
Muchas de estas obras y dibujos --hasta un total de 150-- podrán contemplarse también en el libro que, con motivo del medio siglo de su archivo, el COAC tiene previsto publicar el próximo diciembre.