Imitar las formas de la naturaleza era uno de los objetivos que perseguía el modernismo, estilo artístico desarrollado a finales del siglo XIX. La mezcla entre la modernidad y lo antiguo, unido a un conjunto de posibilidades económicas, permitieron que esta vanguardia pudiera llevarse a cabo en Cataluña, una de las cumbres industriales de la época.
En la arquitectura hubo una utilización preponderante del hormigón y el hierro. La ingeniería y arquitectura constructiva de épocas anteriores fue crucial en el desarrollo del estilo arquitectónico. En este sentido, la forja catalana se abre un amplio hueco dentro de esta serie de características que definen la arquitectura modernista.
Industria Medieval
La forja catalana se introdujo allá por el siglo XI, cuando empezaba aflorar el románico catalán. Este tipo de producción de hierro consistía en quemar carbón mezclado con aire a presión, llegando a alcanzar hasta los 1.000 grados de temperatura. A la hora de derretirse el mineral, se lograba la separación entre el hierro (mena) y las impurezas (ganga)
También conocido como ‘procedimiento catalán’, supuso un gran avance para la sociedad de la época. Lograr una rápida ignición gracias a los fuelles de las fraguas (que proporcionaban un aire comprimido a mayor presión) fue posible con este importante progreso técnico. La forja catalana constaba de un horno, una trompa, un martinete y un martillo pilón, levantado manualmente por un obrero.
Transcendencia en el modernismo
La figura del ‘Dragón’ constituye un elemento fundamental dentro del art-nouveau en Cataluña, ya que representa una larga tradición unida a la forja catalana, desarrollada en época medieval. Esta figura siempre estuvo unida a una idea de ‘ente’ protector de todo aquello que pudiera ser negativo. Artistas de la talla de Antoni Gaudí, reivindicaron esta importante figura en muchas de sus obras arquitectónicas.
En la actualidad, Sedart (compañía de subastas) ha presentado una serie de obras de hierro forjado, ejecutadas por los principales iconos del modernismo. La colección contiene piezas de Gerardo Alegre o los hermanos Badía, entre otros artistas destacados del movimiento. Piezas que representan la idea de ‘arte total’ que tenían los modernistas, al acabar con la tradicional división entre ‘arte mayor’ y ‘arte menor’.