La reducción del número de rascacielos en Barcelona forma parte del nuevo rumbo que han tomado los planes urbanísticos de la ciudad. El pasado mes de marzo millones de jóvenes de todo el mundo se manifestaban para reclamar medidas gubernamentales e institucionales que frenen el cambio climático y sus consecuencias para la vida en la Tierra. Sus gritos clamando por un futuro en este planeta pusieron de nuevo sobre la mesa el debate sobre la sostenibilidad ecológica y ambiental como responsabilidad de las grandes urbes. En el caso de España, ciudades como Madrid y Barcelona ya han aplicado su propia legislación municipal con el objetivo de disminuir los altos índices de contaminación que ambas alcanzan en determinadas franjas temporales. Pero las restricciones al tráfico no son la única manera de actuar con la que cuentan las instituciones frente a los nuevos retos planteados por el cambio climático.
La programación urbanística desempeña un papel protagonista igualmente importante en la habitabilidad sostenible de las ciudades. Con la llegada del siglo XXI y después de que se alzaran al cielo de la Ciudad Condal en la Villa Olímpica del Poblenou edificios como el del Hotel Arts, con 154 metros de altura y 44 plantas, y el de la Torre Mapfre, con idéntica altura, la política urbanística de la capital catalana ha cambiado de sentido y ha dejado atrás la construcción de rascacielos. En la actualidad las licencias de construcción de nuevos edificios no contemplan una altura por encima de los 100 metros. Más allá de lo que se haga en otras grandes urbes del mundo, lo que preocupa a los responsables es determinar cuáles serán los planes urbanísticos de Barcelona para los próximos años.
La Sagrada Familia será el edificio más alto de Barcelona
La controversia está en decidir cómo gestionar la cuestión habitacional: qué hacer con el tráfico y los medios de transporte alternativos; o cómo encontrar el equilibrio entre los rasgos característicos de un área metropolitana y zonas verdes que mejoren la calidad del aire de la ciudad.
En definitiva, elegir entre el modelo asiático o el nórdico. Lo que a día de hoy está claro es que las torres de la Sagrada Familia serán las que dominen el skyline Barcelona en la próxima década.