El monasterio de Sant Cugat del Vallés es uno de los principales atractivos turísticos del municipio barcelonés. Además de un símbolo de la ciudad, es considerado uno de los mayores exponentes del arte medieval de Cataluña. En la Edad Media llegó a ser el monasterio más poderoso del Condado de Barcelona.
Para aquellas personas que quieran conocer mejor esta joya arquitectónica, aquí se desvelan algunas de las curiosidades más sorprendentes que este monasterio esconde entre sus muros.
Un origen más antiguo de lo que se piensa
Aunque su claustro se levantó en el siglo XII, los orígenes del monasterio de Sant Cugat del Vallés hay que situarlos mucho antes.
Monasterio de Sant Cugat del Vallés / AJUNTAMENT DE SANT CUGAT
En el siglo IX se construyó un pequeño recinto de planta cuadrada sobre la base de un templo paleocristiano. Esta construcción primigenia parece que ya existía en el siglo V, donde la tradición decía que estaba enterrado el mártir Cugat.
Un monasterio con agua corriente
Fieles a su principio de "rezar y trabajar", los monjes benedictinos estuvieron siempre bien provistos. Y desde que levantaron un acueducto de tres kilómetros para unir su mina y el monasterio, tampoco les faltó el agua.
Los visitantes interesados en verlo pueden acercarse al torrente de Can Cornellera, ya que allí todavía existe una parte de esta construcción del siglo XIV: el puente de Can Vernet.
Sus capiteles son únicos
La joya del monasterio de Sant Cugat del Vallés es su claustro románico, uno de los más importantes de Europa y uno de los mejor conservados. Esta obra maestra lleva la firma del escultor Arnau Cadell, artista y constructor de imaginación desbordante.
Cadell hizo decorar los 144 capiteles del cenobio con todo tipo de historias: desde referencias bíblicas a costumbres medievales, pasando por el bestiario mitológico y escenas de la vida cotidiana de los monjes. Ninguno de los capiteles repite diseño en toda la estancia.
Capiteles del monasterio de Sant Cugat del Vallés / DIBA
Un monasterio absolutamente fortificado
El conjunto de edificaciones del monasterio de Sant Cugat del Vallés estaba muy bien protegido por las murallas y torres que se construyeron en el siglo XIV. La entrada al recinto monacal se encontraba en la torre del Portal Mayor (donde actualmente se encuentra la Oficina de Turismo) y se conservan los restos de un matacán que servía para protegerse de los posibles enemigos.
Impresionantes son también las murallas del monasterio, especialmente las que dan al Palacio del Abad, con torres, aspilleras y almenas de coronamiento.
Un rosetón de gran tamaño
El conjunto arquitectónico del monasterio incluye una iglesia en la que es posible admirar, de forma concentrada, la transición del estilo románico al gótico.
Las tres naves cubiertas con vueltas, las altas columnas y el retablo gótico de Todos los Santos son claros ejemplos de la evolución del estilo arquitectónico de la construcción. Pero la pieza más destacada --y destacable-- es su rosetón. Con más de ocho metros de diámetro, no tiene nada que envidiar al de la catedral de Barcelona.
La leyenda del gallo del monasterio
No hay que salir de la basílica sin encontrar la antigua veleta del monasterio: un gallo de hierro que esconde una leyenda escalofriante relacionada con el asesinato del abad Arnau de Biure la noche de Navidad de 1350. Aunque es un hecho muy documentado, está rodeado de unos cuantos misterios.
Gallo de hierro en el Monasterio de Sant Cugat del Vallés / AJUNTAMENT DE SANT CUGAT
Se sabe que el abad fue asesinado por causas relacionadas con la herencia de una familia muy rica, los Saltells. El hijo (Berenguer de Saltells) contó con la ayuda de unos bandoleros para matar al abad mientras se celebraba la Misa del Gallo. La leyenda cuenta que el gallo de la veleta cantó tan fuerte que se escuchó hasta Sant Llorenç de Munt y Montserrat. Y precisamente este gallo de hierro se conserva hoy día en la capilla del santo Benet.