En mayo de 1937, el poeta Miguel Hernández escribía desde el frente de guerra de Jaén a su compañera Josefina Manresa que, en mitad de tanto desastre, Oselito era el único que le podía sacar “la risa a borbotones”. En realidad, ese Oselito era el dibujante Andrés Martínez de León. Hacía ya tiempo que el personaje --ejecutado siempre a rápidos trazos con sombrero de ala ancha, zapatos charolados y pajarita-- había devorado a su autor.
Porque, en su época, Oselito fue tan célebre como Mickey Mouse. Sus historias ilustradas fueron habituales en los principales periódicos de la época. En ellas, el personaje contemplaba siempre la vida con sarcasmo, distancia, sencillez; sentenciando y denunciando el mundo que veía. “Es el prototipo del andaluz senequista y escéptico”, señala Francisco Canterla en el prólogo del libro De Coria a Sevilla pasando por Moscú (2012).
Enviado especial
Tanta fama alcanzó Oselito que llegó a viajar a la Rusia de Stalin en 1935 con el fin de contar la marcha de la Revolución. En una decisión insólita, el periódico madrileño La Voz eligió a su ilustrador de viñetas humorísticas como enviado especial a la expedición organizada aquel año por Intourist, la agencia oficial de viajes del régimen soviético. Pero, además, el rotativo le pidió que contara a los lectores los cambios políticos y sociales desde el prisma de su personaje, sin duda el más extraño cronista que pisó la URSS.
La insólita aventura apareció publicada en La Voz --el gran competidor de El Heraldo de Madrid-- entre el 13 de enero y el 7 de marzo de 1936. Además, a la conclusión de la serie, se reunieron todas las historietas en un libro: “¡Contra las pena, contra las deuda, contra los amore infelices, contra el reuma, contra la humedá! Oselito en Rusia”, rezaba la publicidad del volumen que, quizás por su naturaleza de cómic o de pionera novela gráfica, nunca ha sido incluido entre los trabajos dedicados a los autores españoles que narraron la Revolución de Octubre.
Andrés Martínez de León (a la derecha, con gafas) pasea con su hermano Manuel por Madrid / FUNDACIÓN MARTÍNEZ DE LEÓN
En la travesía pasaron por Francia, Bélgica, Alemania y Polonia. “Ar pasá por Burdeo me despido de la sivilisasión. Es el úrtimo sitio que dan toros”, dice el personaje, caracterizado siempre por la transcripción fonética del habla popular andaluza. Ya en Rusia, Oselito ofrece afirmaciones rotundas sobre lo que ve en la URSS y las distorsiones y contrastes respecto a “ese infierno... que tos pintan”. En un pirueta humorística, le llega a proponer al mismísimo Stalin exportar las corridas de toros a territorio soviético: “Yo creo que a ustede le está hasiendo farta como er comé que haya toro en Rusia”.
Testimonio original e ineludible de la época
De la singular expedición es posible encontrar un relato directo en el libro de Félix Ros Un meridional en Rusia (1936). En sus páginas, el periodista catalán --quintacolumnista de Falange, autor también del libro Preventorio D (1939), donde relata su experiencia como preso en una checa de Barcelona-- retrata a Martínez de León más bien distanciado de la acción y de la importancia del viaje, casi apático y más preocupado por las incidencias domésticas de la expedición que por el mundo al que llegan.
“Con todo, Oselito en Rusia es un testimonio de época originalísimo, ineludible, sobre un viaje por la convulsa Europa de los años treinta, llena de claves para el lector de hoy y con el prisma de la más pura gracia”, comenta el editor David González Romero, quien rescató hace años el citado libro junto a otra rareza, Oselito, extranjero en su tierra, publicado ya en 1938, en plena Guerra Civil, por el Comisariado del Ejército de Levante.
La nota de editorial de este último volumen incluye otra referencia al viaje a la Rusia soviética, aunque quizás demasiado maleada por la propaganda bélica: “Oselito, enviado por un diario burgués con el designio de que ironizara cruelmente alrededor de la gran patria del proletariado, volvió de la URSS y dijo su verdad a gritos desde las columnas del periódico, defendiendo su crónica y sus dibujos, a fuerza de dialéctica, de gracia y de energía, rompedoras de la mostrenca intransigencia del consejo de administración del periódico”.
Oselito 'barre' a un falangista, un italiano, un alemán, un militar y un moro (1938) / FUNDACIÓN MARTÍNEZ DE LEÓN
Detención
Será precisamente ese Oselito, extranjero en su tierra uno de los argumentos para el arresto en Madrid, en noviembre 1939, de Andrés Martínez de León (Coria del Río, Sevilla, 1895 - Madrid, 1978). El informe policial de su causa de represión describía este libro como “una diatriba furibunda contra la supuesta invasión de la zona nacional por alemanes, italianos y moros”, al tiempo que “ridiculiza la recia figura de nuestro Caudillo, el Generalísimo Franco, y también hace objeto de sus ironías artísticas al general Gonzalo Queipo de Llano”.
El citado libro relata las vivencias de su personaje en la zona sublevada, allí por donde acampan el requeté fanático, el señorito falangista, el generalote borracho, los hombres del tricornio, el terrateniente, la beata, el moro Juan, la gran Giralda, los heroicos obreros sevillanos, el flecha presuntuoso, el alemán tozudo. “Mi Sevilla la Roja, ¿dónde está?”, se pregunta Oselito, quien apareció con sus hechuras más o menos definidas en las páginas de El Sol allá por abril de 1925.
Condenado a veinte años de prisión por su labor propagandística “de gran efecto en la chusma marxista”, recoge textualmente la sentencia, Martínez de León es puesto en libertad en la Navidad de 1943. “Sin duda, fueron necesarias muy importantes amistades en el bando vencedor para que ya en 1946 pudiera incluso acogerse al primer indulto normalizador concedido por Franco”, señala González Romero sobre el dibujante, uno de los ilustradores del libro Belmonte, matador de toros de Manuel Chaves Nogales.
Y, aunque tardó, Oselito volvió a aparecer en las páginas de los periódicos, si bien nunca más atravesó las veredas del compromiso ideológico. Con el paso de los años, su exceso de costumbrismo y sus “querensias” --las gestas deportivas y el mundo taurino, principalmente-- lo dejaron atrás definitivamente. Con todo, el voltio del personaje lo desveló Martínez de León, ya casi al final de su vida, en una nota manuscrita: “El hombre es el único ser sobre la tierra a quien Dios le dio el enorme privilegio de la risa”.