En estos días es común estar en una playa de la Barceloneta —o en cualquier otro sitio en donde haya mucha gente— y ver a alguien tomando fotografías disimuladamente. Para las mujeres que hacen toples, o para los padres de niños pequeños, muchas veces esto se convierte en un motivo de preocupación.
El problema es que no es posible denunciar este tipo de actos. Sí que se puede dar aviso a los agentes que se encuentren por la zona, pero lo más probable es que ellos solo puedan llamarle la atención a la persona para que se aleje.
Publicar la imagen sí que es delito
Un hombre realiza una foto con el móvil a una mujer en la playa
Josep Maria Tamarit, catedrático de Derecho Penal de la UOC, explica que fotografiar a alguien en la playa en principio no es delito, porque se trata de un espacio público y abierto. Pero aclara: “Luego está el uso que se haga de esa imagen que está sometido a una responsabilidad civil, porque no deja de ser un dato personal, y la persona afectada puede reclamar una compensación”.
Ahora bien, el posible delito civil puede convertirse en penal en caso de que se fotografíe a un menor, y se utilice esas imágenes en un contexto pornográfico.
Pocas soluciones
En Barcelona, la situación ya es conocida por la Guardia Urbana y la Unidad de Playas, pero no hay datos oficiales sobre este tipo de incidencias. Y esto es porque desafortunadamente aunque la situación sea incómoda y las fotografías se hagan sin permiso de los protagonistas, esta práctica no se considera delito.
Desde el ayuntamiento afirman que se tiene constancia pero no han preparado ningún dispositivo especial para remediarlo. Como método disuasivo, las patrullas identifican a los individuos atrapados infraganti y les piden a los ciudadanos que alerten a los agentes si detectan casos como éstos.
Mantener la calma
Una chica bañándose semidesnuda en la orilla
En conclusión, una solución (fácil) no existe todavía. Es posible enfrentarse al supuesto agresor, pedirle sus datos, pero poco más, y siempre manteniendo la calma, porque si se agrede al sospechoso las represalias podrían volverse en contra explica Tamarit: “La verdad es que cualquier acto violento que se haga sería un problema, y no se puede alegar legítima defensa”.
En cuanto a los posibles castigos, el catedrático advierte de que sería “muy peligroso” castigar a los voyeurs porque —en la era del smartphone— si se regulara esto, “estaríamos todos expuestos a ser denunciados por cualquier cosa”. En cuanto a las precauciones, Tamarit asegura que la exposición a las redes sociales (sobre todo de los hijos) “puede ser más peligroso que ser fotografiado en una playa”.
En el 2007, el Observatorio Español de Internet calculaba que había alrededor de 10.000 fotografías de este estilo colgadas en páginas web sin el permiso de sus protagonistas. Diez años después se hace casi imposible calcularlo.