Ya tenemos encuesta. Lo que le faltaba a Distrito Castellana Norte (DCN) para lanzar a los cuatro vientos que su proyecto es querido por los madrileños. Las encuestas se hacen para equivocarse y para decir lo que quieren oír quienes las encargan. Ejemplos de todos conocidos son las encuestas electorales. No aciertan nunca. Ni se acercan. Suponemos que a ésta le pasa lo mismo, porque tiene los mismos síntomas. DCN ha encargado una encuesta, ya publicada por casi todos los medios, donde asegura que más del 90% de los vecinos de los barrios afectados quieren y desean que se desarrolle de una vez por todas el plan de DCN, que se hizo sobre el proyecto encargado al decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, José María Ezquiaga. Pero si uno da un paseo por los mismos barrios y pregunta particularmente a los ciudadanos, ese porcentaje no se acerca ni a la mitad. Pero las encuestas son las encuestas. Para eso cobran. Para equivocarse.
La encuesta fue realizada por la firma MyWord, que dirige Belén Barreiro, y dice que los vecinos favorables al proyecto han aumentado y llegan hasta el 91,7%. Parece un referéndum de dictadura bananera; o de la antigua URSS. Pero algo hay que hacer para estar de actualidad, entretener la espera y mantener lo que conviene. Porque parece que las reuniones de la mesa a tres para ir acercando posiciones sobre la Operación Chamartín no dan resultados, de momento. Y los pocos acuerdos a los que han llegado los tienen bajo siete llaves para que la ciudadanía no se entere. Quieren que empiecen a trabajar, que empiecen las obras, pero que no se sepa qué se va a hacer. Que los madrileños traguen con lo que se les dé y que se haga lo que apetezca a los poderosos que mandan.
Una encuesta encargada por DCN dice que los vecinos favorables a la Operación Chamartín han aumentado y llegan hasta el 91,7%. Parece un referéndum de dictadura bananera; o de la antigua URSS
Y el más poderoso del trío de las negociaciones (Adif, Ayuntamiento de Madrid y DCN) es el BBVA, que controla DCN con un 75%. Es el que va a poner el dinero. También será el que reparta beneficios. El que hará el negocio. El gran negocio que todos ven en la Operación Chamartín. Celebró los pasados días su junta general de accionistas. Tiene un momento dulce en bolsa, donde se ha revalorizado casi un 20%. Aunque no se pueden olvidar los movimientos con los que ha llegado a este valor, en torno a los 7 euros. Ni pasar por alto, recordemos, lo que advierten los expertos en finanzas sobre "el volumen decreciente en el largo plazo" y la "volatilidad creciente" que detectan.
Pero, a la vez, avisan esos mismos expertos en un lunes al sol de una tarde de primavera, conviene tener en cuenta las posiciones que ha tenido el BBVA en el sector inmobiliario; y los movimientos que ha ido dando desde las épocas en que la burbuja inmobiliaria alteró posiciones e influyó en los balances de las entidades bancarias. Se hablaba entonces del "banco malo", el buen y mal banco malo, como herramientas para aliviar la burbuja del ladrillo (consecuencia de la "burbuja financiera"). Se difundían las pretensiones del Plan de Acción Concertada de los Países de la Zona Euro (PACPZE). Se propagaba la estabilidad y solvencia del sistema bancario español, debida a la buena gestión de las entidades bancarias de carácter privado (Banco de Santander, BBVA, Banesto, Banco de Sabadell, etc.). Y aparecía, el 26 de junio de 2009, el Real Decreto-Ley 9/2009 que el Gobierno tituló Sobre la reestructuración bancaria y reforzamiento de los recursos propios de las entidades de crédito, por el cual, con más urgencia que prudencia y menos definición que concreción, se creaba el Fondo de Reorganización Ordenada Bancaria (FROB). Nacía entonces el FROB como herramienta para aliviar la burbuja del ladrillo; pero ésta ya había producido una enorme cantidad de activos inmobiliarios que había que gestionar. Y que motivó el nacimiento de la Sociedad de Gestión de activos (Sareb) para producir la segregación de activos de los balances de entidades que precisaran ayuda pública y facilitar la gestión centralizada de los activos problemáticos para proceder a su desinversión y gestión ordenada durante un periodo de 15 años.
Con el proceso de saneamiento, dicen los expertos, todos los bancos, también el BBVA, podían acudir a la Sareb para conseguir beneficios. Pero el BBVA, solvente, decidió gestionar sus activos inmobiliarios sin buscar ayudas, ni dar tres cuartos al pregonero permitiendo interferencias. Ese proceder, no obstante, pareció cambiar y tener algún movimiento con los últimos movimientos del BBVA en el sector inmobiliario: hace poco más de un mes, el banco traspasó su cartera Buffalo a Blackstone, compuesta por 3.500 viviendas. Ahora, hace pocos días, ha vendido la cartera llamada Boston, 14 edificios de oficinas de Cataluña, Madrid y Valencia. Dicen por la rivera del Manzanares que la entidad ha recibido en torno a 180 millones de euros del fondo inmobiliario de Oaktree y FREO que los compró. ¿Sorpresa? ¿Necesita liquidez el BBVA? ¿Está reduciendo su exposición inmobiliaria?
¿Necesita liquidez el BBVA? ¿Está reduciendo su exposición inmobiliaria? Cuentan que en estos momentos de impasse puede estar dejando que asome la posibilidad de retirarse de la misma
Es sabido que al BBVA todavía le queda ladrillo en Metrovacesa Suelo y en Testa. Y hay quien piensa, ahora bajo techado de una entidad bancaria de la competencia, que los movimientos últimos se deben al intento de liberar ladrillo antes de entrar de hoz y coz en la aventura de la Operación Chamartín. Eso si, como suponemos sin ayuda de expertos, BBVA sigue interesado en seguir con la operación. Porque, cuentan (“¡ni se os ocurra identificar a nadie o dar pistas!”), el BBVA, en estos momentos de impasse, puede estar dejando que asome la posibilidad de retirarse de la misma. ¿Serán juegos de envites, o no, para partir con ventaja en las negociaciones?
¿Por qué las negociaciones van lentas? Nadie suelta prenda ni lo justifica. Se comenta (“¡ni se os ocurra identificar a nadie o dar pistas!”) que las está retrasando Adif-RENFE, con su presidente al mando, Juan Bravo. ¿Motivos? Apuntan varios. Pero hay uno con cierta maldad sobre el que habrá que mantener dudas y prudencia. Se comenta que Bravo podría querer incorporar a Alberto Ruiz Gallardón a la operación. Se conocen de viejos tiempos. Llevaron la gran obra del soterramiento de la M-30 y saben, saben mucho. Así nos lo cuentan y así lo dejamos caer: Bravo no tiene prisa, alarga las negociaciones lo posible y, de paso, le da a su jefe máximo, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, un tiempo que le viene como anillo al dedo ante los acuerdos pendientes de la mesa a tres. Por eso, negociación pausada y no acelerar el comienzo de las obras. Pausa. Mucha pausa necesita el ministerio.
¿Y el señor Béjar, el negociador por parte del BBVA, qué hace? Su papel. Suelta amarras en ladrillos. Obedece al jefe que preside el banco (Francisco González). Y espera. Espera tratando de mantener la ilusión de los ciudadanos afectados. Con alguna encuesta que lo justifique. O que entretenga. Y, como los demás, con nula información a los madrileños. Estos habrán de soportar lo que venga; y lo que les echen.