He vuelto a la estupenda biblioteca del museo Picasso para leer el tercer volumen de la monumental biografía de John Richardson A life of Picasso. The triumphant years, 1917-1932: los años triunfales de los ballets de Diághilev, de Cocteau, de Olga Khokhlova, de Marie-Thérèse Walter, del "retour à l'ordre" tras la gran aventura del cubismo, de la irrupción de Breton y el surrealismo, de la mudanza a la "rive droite" y de la Riviera...
Este tercer volumen hay que leerlo en inglés porque quien quiera una versión en español, como los dos primeros e impecables volúmenes en Alianza, puede sentarse a esperar: los derechos de reproducción de las numerosas imágenes que ilustran Los años triunfales de Richardson hacen prohibitiva la edición del libro en nuestro idioma y, de hecho, a punto ha estado de frustrar también la publicación en inglés. Aquí, como en tantos otros casos, se da la irritante paradoja de que un exceso de celo proteccionista o de miopía o de codicia de las entidades que gestionan y protegen los derechos de los artistas --o de sus herederos-- sobre la imagen de su obra trabaja contra la difusión de la misma.
Aprovechando estas visitas a la biblioteca también he visto la última exposición organizada por el director saliente, Bernardo Laniado-Romero; hay algunas telas espléndidas de la época cubista pero me atraía más el bonito retrato al carboncillo de Marie-Thérèse Walter.
Guigon pretende atraer al museo Picasso a un público joven y urbano instalando una sala de arte contemporáneo de acceso gratuito
Tuve ocasión de hablar unos minutos con el nuevo director, Emmanuel Guigon, mientras se ponía la chaqueta para salir a adquirir --ignoro si ha podido finalmente cerrar la compra-- "una caricatura muy divertida de Rusiñol", y me quedé pensando que el tribunal del concurso en que ganó la plaza dio en el clavo; pues por un lado él estuvo en el equipo directivo del IVAM en sus años dorados y conoce bien el tejido museístico y en general la vida cultural española, y por otro lado ha dirigido museos en Francia y colaborado en varios proyectos para el inacabable museo Picasso de París, con el que me dijo alegremente que "nos vamos a casar". Seguro que esta conexión con el patrimonio francés será fecunda.
Aparte de otros proyectos que ya ha comentado la prensa --nueva distribución de los fondos; tejido de una red de museos picassianos con el MET, el Pompidou, el Picasso de París, el MOMA, el museo de Málaga; una publicación anual; internacionalización del museo e inclusión en sus salas de artistas del entorno de Picasso-- me comentó su propósito, que también lo era de Pepe Serra durante su paso relativamente breve por el museo de la calle Montcada antes de hacerse cargo del MNAC, de atraer al museo a un público joven y urbano (ahora tiene un millón de visitantes al año, de los cuales sólo 30.000 son barceloneses); para convencerles, piensa instalar una sala de arte contemporáneo de acceso gratuito, de programación coproducida quizás con otros centros. Ciertamente es una idea dinamizante, aperturista y rejuvenecedora. Aunque para algunos puede ser peligrosa; pues cualquier pieza de otro autor cuando la expones junto a un Picasso se echa a temblar.