Es el bufete español que ha ganado el Pritzker 2017, el equivalente al premio Nobel de la arquitectura. RCR Arquitectes (1987), con base operativa en Olot (Girona), tiene una rutina de trabajo establecida para presentar proyectos de calidad por todo el mundo. El despacho formado por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta opta por diseñar "desde lo onírico para evitar la mediocridad", un peligro que ven muy presente en los edificios de hoy.
"El proceso de proyección empieza por presentarse a un concurso, como hacen todos los bufetes. Luego, te fijas en el lugar. Un sitio aporta datos sobre cómo puede ser la construcción. Después viene el programa: qué pide el cliente y qué condiciones pone. En tercer lugar interviene la parte onírica", explica Vilalta.
El arquitecto, que junto a sus compañeros recogerá el prestigioso premio en Tokio el 20 de mayo, subraya que este proceso triple deja un resultado. "Conceptos. Constructos que se resumen en una idea-fuerza que es la que soporta el proyecto", explica.
Todo es único
Este pequeño estudio situado en la antigua fundición Barberí de Olot sabe que lo que viene a continuación es el trabajo de sastre. "Sí, el de sastre. Porque ya tienes la idea, que es como una persona, pero ahora tienes que desarrollarla, que es como vestirla", defiende el profesional.
Así, RCR Arquitectes parte de una idea para pasar a la forma y la materialidad. Siempre, recalca Vilalta, desde lo onírico. "No hay una solución igual para dos edificios. Cada proyecto es único. Nuestra premisa es Si te encargan construir un hotel, no pienses en un hotel que ya existe".
"Se trata de encontrar los valores fundamentales --continúa-- de un proyecto y dibujarlos en un esbozo. Ello se lo transmitimos al cliente. Y claro, se entabla un diálogo con él".
Acero y vidrio
Con esta apuesta por el pensamiento original, RCR ha pergeñado obras como el Museo Soulages en Rodez (Francia, foto inferior), la que más distinciones ha recabado: un total de cinco, incluyendo el Premio de Arquitectura Española Internacional en 2015.
La estructura dedicada al artista galo contiene los dos materiales con los que más trabaja el despacho: acero y vidrio.
"Abogamos por materiales que tengan consistencia. Los dos mencionados no sufren el paso del tiempo, al contrario, lo resisten. Los sintéticos, en cambio, no absorben el discurrir de los días y se dañan", asevera Vilalta.
La cartera
Con una cincuentena de proyectos firmados en España y en el exterior, RCR busca más. Lo hará con los mimbres que lo han hecho merecedor de la distinción de arquitectura más prestigiosa a nivel internacional.
"Estamos trabajando en unas nuevas cavas Peralada, dos viviendas unifamiliares y en un centro cultural multidisciplinar en la Île Seguin de París, que albergaba la antigua fábrica Renault", enumera Vilalta.
Todo ello lo desarrollan con lo que la Fundación Hyatt, que anualmente otorga el premio Pritzker, les ha reconocido. "Desde el arraigo a un territorio enviamos un mensaje internacional", recuerda.
¿Quién es RCR Arquitectes?
Más allá del portafolio, RCR son personas. Descontado el trío de fundadores, hasta un total de 20 personas trabajan o colaboran con el despacho gerundense. ¿Es ello una excepción en un sector castigado por la crisis económica, primero, y la precariedad, después?
"Es evidente que la precariedad es mayoritaria. Hay demasiados arquitectos para que el mercado los absorba. Yo recomiendo a los que acaban la carrera que se queden en el lugar y trabajen localmente. Con esfuerzo y tesón todo acaba saliendo", prescribe Vilalta.
Con lo que respecta a la recesión, el mensaje es más áspero. "Hubo una época de bonanza en España hasta 2008. Se optaba por arquitectos estrella. Cuando se acabó, el trabajo cayó en picado. RCR sobrevivió trabajando con Francia. Este país aporta ahora más del 50% de proyectos", admite el profesional.
Pasada la etapa negra, RCR envía otro mensaje a unas autoridades antaño muy habituadas a contratar a profesionales con un caché alto. "No pasemos de un extremo al otro. No todo es economía y funcionalidad. La vida es equilibrio, y si no respetamos ese balance se puede caer en la arquitectura mediocre", apostilla Vilalta.