Las cosas han cambiado, claro. Existe una Generalitat de Catalunya, una autonomía y la libertad creativa, aunque se puedan producir relaciones de dependencia o de ayuda mutua. Pero “ya no hay máquinas de tortura” catalanistas. La afirmación es de Jordi Ibáñez, filólogo, profesor en la Universitat Pompeu Fabra, autor de Gabriel Ferrater i la política. Les veus que canten (Edicions del Molí de Dalt). La frase la toma Jordi Amat, filólogo, ensayista y autor de Vèncer la por (Tusquets), sobre la vida y obra de Ferrater, para señalar la particular relación con la política y la mirada propia del poeta sobre el catalanismo. Esas interpretaciones las recoge Andreu Jaume, filólogo y traductor, especializado en la obra de Jaime Gil de Biedma, amigo de Ferrater, para reclamar la publicación de las obras completas del autor del poema In Memoriam, al indicar, precisamente, que con esa creación Ferrater quiso iniciar algo más grande que nunca supo culminar.

Los tres especialistas dialogan, discuten y reinterpretan a Ferrater en un debate organizado por CLAC y Letra Global en la librería Byron. Los asistentes mantienen un reverencial silencio, porque las voces son profundas, respetuosas y transmiten sólidos argumentos. Entre los presentes, el historiador Josep Maria Fradera, el historiador y columnista Joaquim Coll o la presidenta de Societat Civil Catalana, Elda Mata.

 

Porque, ¿fue un defensor de la “tribu” Ferrater? Jordi Amat entiende que las interpretaciones sobre la posible defensa de un catalanismo fuerte por parte de Ferrater no guardan relación con la realidad. Son apreciaciones que se realizan “desde la pertenencia, ahora, a la tribu”, en referencia a posiciones que emiten juicios desde un nacionalismo duro.

La conversación, --el pasado jueves en la librería Byron—deriva hacia lo que realmente pretendía Ferrater a partir de sus distintos trabajos como crítico artístico, como poeta, lector crítico para distintas editoriales y también en su aproximación a la lingüística. Para Amat, “lo que buscó siempre es la libertad, lo que quiso impulsar, y eso se puede apreciar, o interpretar a partir de sus cartas con Helena Valentí”.

Pero la figura de Gabriel Ferrater sigue provocando un enorme interés también por lo que no dice, o lo que deja a medias. O por su particular interpretación del catalanismo, que siempre asocia a la derecha y a la burguesía catalana. En todo caso, su propia opción, la lengua catalana, en un contexto histórico preciso, lo enmarca en esa corriente. “¿No es catalanismo el optar por la propia lengua catalana?”, indica Jordi Ibáñez, sin que esa consideración deba conllevar otra identificación con más carga política. Ibañez entiende a Ferrater como un “espejo roto”, y señala que practicó un cierto “dandismo, a distancia de un cierto compromiso” que podía exigir el momento”.

Jordi Amat, Manel Manchón, Andreu Jaume y Jordi Ibáñez, en el debate sobre Ferrater GALA ESPÍN Barcelona

Tras la conmemoración del centenario de su nacimiento, en Reus y del 50 aniversario de su muerte, en 1972 en Sant Cugat, Ferrater sigue ocupando un gran espacio en el imaginario cultural y nacional en Catalunya. Andreu Jaume destaca su labor como poeta, y entiende que In Memoriam supone un proyecto que no sabe o no puede culminar, tras una recepción de ese poema “muy hostil”. Ante la percepción de que no lo entendían, “quiso hacer una obra con una cierta predisposición a decir ‘a partir de ahora me entenderéis menos”. Fue un autor “que no supo en qué dirección tirar, ni en el campo poético, ni en la lingüística, ni en el campo moral ni en el estético”.

Jordi Ibáñez, en el debate en la librería Byron sobre Ferrater GALA ESPÍN Barcelona

Durante la conversación surge otro libro publicado sobre Ferrater. Es el de Marina Porras, profesora de Humanidades en la UPF. El libro Donar nous als nens (Comanegra) es una selección de la obra de Ferrater, pero cuenta con un prólogo largo que es una breve biografía comentada. Y lo que señala Porras es que, lejos de entender a un autor que no quiere contaminarse de la política, realiza su crítica literaria con ojos “políticos”, al pasar por un determino filtro político a los autores catalanes de referencia, en sus famosos cursos de literatura catalana en la UB entre 1965 y 1967. “Se puede discrepar de esa lectura, pero hay que tenerla en cuenta”, indica Ibañez.

Jordi Amat, Manel Manchón y Andreu Jaume en el debate sobre Ferrater GALA ESPÍN Barcelona

Pero, hoy, ¿qué potencia tiene la creatividad literaria en lengua catalana? Si lo que pretendía Gabriel Ferrater era ‘desnudar’ la literatura catalana de connotación política, lo que tiene ahora la creatividad en catalán es un mercado “de unos 250.000 consumidores”, como señaló Jordi Amat, que es “apreciable” y “destacable” en palabras de Jordi Ibañez. Sin esas “máquinas de tortura”, que sufrieron autores como Carles Riba, --la cultura catalana como una ‘cirereta’ de un proyecto político catalanista de signo conservador y burgués—hay escritores y escritoras –con el éxito mostrado por Eva Baltasar—que se deben sólo a su propia exigencia y talento.

¿Hay otros que sí se dejan cautivar por esa ‘máquina de tortura’ siempre latente? “Hay quien se cuadra ante ello, pero las cosas han cambiado mucho”, insiste Ibañez.