Cuando se habla de castillos muchas veces se piensa en ruinas, torreones o, si están en buen estado, en monumentos. Los que menos se conocen, en cambio, son los que siguen habitados.
En Cataluña hay varias de estas fortalezas que todavía alejan a familias, pero hay uno que es un híbrido: vivienda y monumento: el Castell de Montcortès.
Integrado en el municipio de Els Plans de Sió (Lleida) esta fortificación medieval es de lo más especial. A punto de cumplir los mil años de historias, aquí todavía reside gente y, en su día fue un palacio de estilo renacentista.
A simple vista, el edificio puede no resultar atractivo. No es el típico castillo de cuento, sino que impone por su volumen macizo y sus dos torres cuadradas que se elevan sobre el perfil de la llanura.
Un castillo casi milenario
Antes no era así. Fue construido originalmente en el siglo XI. Hay documentos históricos que hablan de él datados en el año 1095, cuando era un dominio feudal
Lo cita el caballero Guillem Isarn de Trevics, quien lo legó a sus descendientes. A lo largo de los siglos pasó por manos de diferentes linajes nobles —Anglesola, Sacirera, Marc, Moixó—, todos vinculados a la aristocracia de la Segarra y el Urgell.
Reforma crucial
Precisamente, la familia Sacirera fue la responsable del aspecto actual del castillo medieval. El señor Joan Sacirera encargó al maestro Joan Barrufet la construcción de un edificio nuevo sobre la base del castillo medieval.
Era el año 1493. Por aquel entonces, decidió transformar la antigua fortaleza en un palacio residencial. Le aplicó una reforma de estilo renacentista con influencias góticas, que aún pueden verse.
Castillo de Montornès
El portal de arco de medio punto adovelado, las ventanas conopiales y la galería superior de arcos rebajados muestran la elegancia de esa época. Además, esta fortificación fue reformada cuando los castillos dejaron de ser fortalezas defensivas para convertirse en símbolos de poder y prestigio.
Y no ha caído nunca en ruinas. Adaptado como casa señorial y vivienda privada, el castillo de Montcortès ha sobrevivido al paso del tiempo manteniendo su integridad arquitectónica.
Cómo es Montcortès
La propiedad, de titularidad privada, sigue habitada, por eso su interior no es visitable. Aunque poco importa. Acercarse merece mucho la pena para conocer su historia y disfrutar de su imponencia arquitectónica.
Desde el exterior, se puede admirar su silueta perfectamente conservada, con muros de piedra dorada y tejados a dos aguas que se recortan sobre el cielo abierto de la comarca. Eso sin contar con sus son sus dos torres cuadradas simétricas, un elemento poco común en las fortificaciones de la época.
Detalles arquitectónicos
La fachada principal está orientada al sur y conserva elementos de estilo renacentista, como la galería de arcos y los ventanales moldurados.
En la parte posterior, un patio interior articula las dependencias, que en su origen incluían estancias residenciales, bodegas, almacenes y cuadras.
Castillo de Montornès
Los escudos de las familias que lo habitaron siguen visibles en las dovelas del portal y en algunas ventanas. Una de ellas todavía vive.
Es por eso que, pese a no poder visitarse por dentro, el castillo se ha convertido en un punto de referencia para los amantes de la arquitectura rural catalana.
Una fortaleza protegida
Su estado de conservación y el hecho de que continúe siendo una residencia privada habitada lo convierten en un caso singular dentro del patrimonio de la Segarra. Además, la construcción está catalogada como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN).
El castillo forma parte de la Ruta dels Castells del Sió, un itinerario que une diversas fortalezas medievales de la Segarra, como las de Montcortès, Montsonís, Concabella o Florejacs. Una forma perfecta de descubrir la red de torres y murallas que en su día protegieron la frontera interior del condado de Urgell.
Cómo llegar
Llegar allí desde Lleida son 55 minutos. Se va por la carretera C-13 en dirección a Balaguer, enlazando después con la L-313 hacia Artesa de Segre y Agramunt. Desde este punto, basta con tomar la L-311 en dirección a Cervera y desviarse en Tarroja de Segarra para alcanzar Montcortès.
Desde Barcelona el viaje es de hora y media. En este caso, se sigue la autovía A-2 hasta Cervera y, desde allí, ya se continúa por la L-311 hacia Agramunt.
