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Ladrones hay muchos. Por suerte, no son la mayor parte de la población, pero cada día la crónica de sucesos se llena de noticias sobre algún robo. 

Los hay de todas clases, pero hay uno que en  los últimos años fascino a la prensa: el caso del ladrón de libros. La historia, contada por distintos medios de comunicación, parecía romántica, pero contada por sus protagonistas, no lo es tanto.

Hace cuestión de cuatro meses, la responsable de una pequeña librería de Barcelona, La llama, acudió al podcast de La Ruina y contó qué se encuentra detrás de una historia que no es tan sencilla.

Abi López, que gestiona el comercio, se sentó frente a Ignasi Taltavull y Tomás Fuentes, para explicar qué le sucedió con el que bautizan como el ladrón de Acantilado.

Un personaje peculiar

Los hechos sucedieron en 2021. Un hombre con “aspecto de vendedor de seguros¨, en palabras de Abi, se pasó más de una hora dando tumbos por la librería. A ella le pareció extraño. Más aún cuando le pidió que le envolviera un libro, felicitando a la vendedora porque era difícil de encontrar.

No lo era. El libro se puede encontrar en cualquier librería, como ella reconoce. Intrigada por el señor, que seguía mirando libros, puso las cámaras de seguridad y vio que tocaba libros y luego no los dejaba donde estaban.

Libros en los pantalones

Abi preguntó al señor dónde había dejado los libros, porque sino después le cuesta mucho ordenar la tienda de nuevo. Él negó que hiciera tal cosa, hasta que la librera le amenazó con poner las cámaras.

El ladrón se sintió delatado y sacó dos libros que se había guardado y, tras pasárselos por el sobado, los plantó en el mostrador. Cuando Abi salió de él, ve que el señor tenía los pantalones cuadrados de tanto libro que llevaba.

Un preciado botín

En total, el ladrón se sacó hasta 11 libros de sus pantalones que pretendía llevarse de la tienda, junto a los otros dos que puso sobre el mostrador. Pero había más.

Abi vio que la mochila parecía sospechosa. Pensó que tendría libros robados de otras tiendas y pidió que se los mostrara. A pesar de que trató de evitar su huida, no lo logró. 

Un juicio fallido

Cuando llamó a los Mossos, ya era demasiado tarde. Pero cuando llegó a comisaría se encontró con otra sorpresa: el ladrón de libros existía y es un habitual. De hecho, acabaron deteniéndolo.

Ella fue llamada a declarar como víctima, pero, he aquí otro giro de guion, el ladrón nunca estuvo en el juicio, sólo su abogada. Nunca pudo saber si el juzgado era el que fue a su tienda.

Un robo de 300 euros

Lo que más indignó a Abi no es eso. Es que la prensa hable del ladrón de libros como algo casi anecdótico y bonito. Como si fuera él un romántico de la literatura. La verdad es otra.

Como bien dice Abi este señor estuvo a punto de llevarse de La llama un botín valorado en 300 euros. Un dinero que para una librería o cualquier pequeño comercio es muy significativo.

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