Hay edificios que cobran nueva vida. Para empezar, todas aquellas construcciones que en su día hizo Antoni Gaudí como vivienda, se han convertido en simples monumentos. Espacios que ya no son para vivir (a excepción de un apartamento de La Pedrera), sino para visitar cuando no para consumir. Hay otras que saben ser resucitados y adaptados a los nuevos tiempos.
Arquitectos e interioristas se sienten fascinados por trabajar en alguna de las tantas antiguas casas que hay por Cataluña. En ocasiones, pueden hacerlo y disfrutan como niños con su reinvención. Una de estas casas resucitadas, se encuentra en un pequeño pueblo de la Costa Dorada, un lugar plagado de leyendas.
Modernizar un espacio del pasado
Altafulla concentra un pasado romano que todavía sigue presente, también su pasado medieval se puede apreciar en sus calles, iglesias y castillo, pero también en alguna de sus casas. De ellas, hay una que brilla con luz propia.
Un edificio construido en el siglo XVII alberga a día de hoy un apartamento de 60 metros cuadrados que sus dueños han sabido llenar con piezas de otro tiempo. Su pasión por las antigüedades se nota nada más cruzar el umbral.
Interiorista y coleccionista
Su propietaria es una interiorista conocida, Laura Guerrero, que en la revista AD se ha atrevido a mostrar los espacios de su hogar y ha dejado sorprendido a los lectores. La profesional era marchante arte y sabe apreciar una buena obra.
A lo largo de los años ha adquirido piezas en diferentes subastas y ha encontrado la manera de hacerlas convivir en un mismo espacio, sin que se vea sobrecargado. Los techos altos, con sus típicas arcadas y vigas de madera, ayudan a esa sensación de amplitud.
Mezclas posibles
Cuando vio esa casa se enamoró de ella, vio el potencial para dar rienda suelta a su pasión como interiorista con espíritu de marchante. Sólo se trataba de colocar en su debido orden sus apreciadas reliquias.
Como tiene piezas de distintas épocas, se ha decidido a componer bodegones con carácter historicista. Mezclar jarrones chinos con esculturas griegas siempre ha sido un riesgo.
Cuadros y espejos
Guerrero ha buscado agrupar sus piezas por tipo de materiales, colores e incluso volúmenes, sugiere la revista. Las paredes están todas rellenas de cuadros, sí, pero no dan sensación de exceso. Ayuda a ello, las diferentes plantas que tiene en cada rincón de la casa. Sobre mesas de mármol o madera tallada y sobredorada del siglo XVII, por ejemplo.
Los espejos de estilo francés y del siglo XIX, que aparecen entre cuadro y cuadro, ayudan a hacer respirar paredes y ambientes. Al situarlos a la altura de los ojos, la persona que observa tiene la sensación de que se abre una ventana entre tanto arte. Y es que esta decoración, a pesar de ser de una interiorista, podría ser casi una pieza de museo.